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José María Cabal, ¿un patriota vallecaucano condenado al olvido?

Mucho se sabe de cómo vino a parar Antonio Nariño a las tierras del sur en tiempos de la Independencia. Pero poco se ha reconocido el heroico protagonismo del general José María Cabal, un destacado patriota vallecaucano a quien la historia oficial colombiana sistemáticamente le ha ignorado sus hazañas. Esta es la primera parte del relato de un bicentenario para no echar al olvido.

6 de diciembre de 2013 Por: Alberto Silva Scarpetta I Especial para GACETA

Mucho se sabe de cómo vino a parar Antonio Nariño a las tierras del sur en tiempos de la Independencia. Pero poco se ha reconocido el heroico protagonismo del general José María Cabal, un destacado patriota vallecaucano a quien la historia oficial colombiana sistemáticamente le ha ignorado sus hazañas. Esta es la primera parte del relato de un bicentenario para no echar al olvido.

Al general José María Cabal le correspondió asumir las banderas de la maltrecha revolución patriota en el suroccidente de la Nueva Granada, tras el fusilamiento en Popayán, el 26 de enero de 1813, de Joaquín de Caicedo y Cuero. Luego de los triunfos de las tropas patriotas de las Ciudades Confederadas del Valle del Cauca en la primera batalla de Independencia en el Bajo Palacé (1811) y de la primera batalla naval en Iscuandé (1812), vino la frustrada campaña libertadora con esas mismas tropas en Popayán y Pasto, debacle que culminó con el fusiliamiento de Caycedo y Cuero.Luego de disgregarse la célebre Junta de Gobierno de la Provincia de Popayán, conformada en su mayoría por los confederados de las ciudades amigas del Valle del Cauca, estos emigraron al Valle y a sus montañas, mientras el resto de miembros de esa Junta, los adictos a la realeza española, permanecieron en Popayán para darle la victoriosa bienvenida a las fuerzas realistas del español Juan Sámano, quien había sido despachado desde Quito por el presidente Toribio Montes.José María Cabal desde Quilichao (hoy Santander de Quilichao) salió en el mes de marzo rumbo a Santafé. Con el corazón partido, dejaba atrás las tumbas de su entrañable primo hermano Miguel Cabal Barona, primer oficial muerto en las gestas de la Independencia en la batalla del Bajo Palacé, lo mismo que la de su amigo del alma, Joaquín de Caicedo y Cuero, fusilado en Pasto.José María Cabal, había nacido en la hacienda Santa Bárbara del Hatico, jurisdicción de la Parroquia de Llanogrande (Palmira), perteneciente al cantón de Buga. Conocedor del papel preponderante de Antonio Nariño en Santafé como Presidente de la Provincia de Cundinamarca, Cabal viajó hasta allá en busca de ayuda para poder continuar la lucha. Nariño y Cabal habían sido amigos y compañeros de prisión en el famoso proceso que les había instaurado la corona española, 19 años antes, en 1794, por haber publicado y traducido juntos ‘Los derechos del hombre’, por lo cual habían sido enviados a las cárceles de España.Cabal emprendió el camino a Santafé por el camino del Quindío. Partió entonces hacia Cartago, la Ciudad de los Confines, con un pequeño grupo de oficiales y soldados no mayor de 200 hombres y, después de un prolongado camino por las inhóspitas montañas quindianas, se les sumó en Ibagué el coronel francés Manuel de Serviez con 26 oficiales, 12 sargentos, 14 cabos, 5 tambores, 5 cadetes y 70 soldados. Avanzó hasta Santafé y allá se encontró con Nariño. En la capital seguramente recordaron sus tiempos de prisión cuando fueron enviados juntos por Cartagena hasta Cádiz, España, donde Nariño escapó y Cabal siguió preso por seis años más. José María Cabal expuso los argumentos necesarios, para convencer a su compañero de infortunios de la urgente ayuda requerida por las fuerzas patriotas del sur, para recuperar el esfuerzo realizado por las Ciudades Confederadas en la liberación de Popayán y Pasto. La historia nacional reiteradamente ha pasado por alto esta gestión del general Cabal.El 27 de septiembre partió Antonio Nariño desde Santafé, al comando de una expedición compuesta por cerca de 2.000 hombres con rumbo a la Provincia de Popayán. La conformaban la Compañía de Zapadores comandada por Juan N. Esteves, un Cuerpo de Artillería al mando de Francisco Aguilar; la Compañía de Voluntarios, encabezada por José María Cabal, el Batallón de Guardias Nacionales, por José María Vergara; una parte del Batallón Bogotá al mando de Ignacio Salcedo y el Granaderos de Cundinamarca, el Patriotas de Tunja y el de Esforzados del Socorro, comandado por Pedro Monsalve, junto al Cazadores de Enrique Birgo, y el Escuadrón de Caballería capitaneado por Antonio Nariño y Ortega, hijo del presidente. Iniciaron la travesía por la vía de La Mesa con rumbo a Purificación, al otro lado del río Magdalena. Era una caravana impresionante, compuesta por carpas, artillería, arrierías con cargas de todo tipo, caballerías y soldados distribuidos a lo largo del camino. En ese gran regimiento estaba representado todo el país granadino. A ellos seguirían luego 300 hombres vallecaucanos comandados por el coronel José Ignacio Rodríguez, enviados a Cartago por la vía de Ibagué, con quienes esperaban encontrarse en Popayán. Desde Santafé, Nariño había acordado recibir, de la Provincia de Antioquia, una ayuda que consistía en 200 hombres comandados por el coronel José María Gutiérrez, quien debía reunirse en Cartago con el coronel Rodríguez y proseguir hasta Popayán, previa operación rastrillo de norte a sur a lo largo del valle geográfico del río Cauca.Al gran grupo de combatientes que llevaba Nariño, lo acompañaba otro de mujeres conocidas como ‘Las Voluntarias’: un séquito conformado por novias, amantes, cocineras, madres y hermanas de los soldados, algunas encargadas de dar aliento emocional y soporte espiritual a sus hombres y otras para aliviar la libido de los combatientes, que parece exasperarse con el fragor de las batallas. Esa gran procesión recorrió hacia el sur, corriente arriba por la margen izquierda del río Magdalena, por el piedemonte llamado ‘El Valle de las Tristezas’, denominado así por ser endémico de paludismo, excesivo calor, grandes bosques secos tropicales y despiadados charrascales. Allí los recibieron nubes de mosquitos y los mortales crótalos de cascabel, que anteriormente habían sido verdugos de conquistadores y de colonos.La victoria del Alto PalacéEl 25 de octubre llegaron a la población de La Plata al sur de Neiva, donde se les sumaron los fugitivos patriotas del valle geográfico del río Cauca y de Popayán. José María Cabal recibió de Nariño el mando de la vanguardia del Ejército de La Unión y emprendió la subida al páramo de Guanacas sobre la cordillera Central de los Andes, por el camino que conducía a Popayán. El recorrido es un impresionante trayecto de ochenta kilómetros de montaña, hasta coronar una altura de 3.520 metros. Cruzaron el paraje y el 30 de diciembre se situaron al otro lado, en las cabeceras del río Palacé, en el costado occidental de la cordillera, a corta distancia de Popayán, donde le esperaban las tropas realistas con 700 hombres. Con una carga de la vanguardia de Cabal con el Batallón Cazadores, comandado por Enrique Birgo, el combate rápidamente se definió a favor de los independentistas y Juan Sámano, que para ese momento se encontraba en Popayán, se desplazó hasta la cercana población de El Tambo en espera de la llegada del coronel del ejército español Ignacio Asín, quien venía desde el Valle del Cauca en su auxilio.El 1º de enero de 1814, el Ejército de La Unión ocupó a Popayán. José María Cabal había salido derrotado de esa ciudad un año antes. Durante ese tiempo, caminó y cabalgó más de 1.400 kilómetros en el circuito Popayán - Cartago - Ibagué - Santafé - La Mesa - Neiva - La Plata, regresando de nuevo a la Ciudad Blanca, al comando de la vanguardia triunfante de las tropas republicanas, para clavar otra vez las banderas patrias en el territorio tantas veces por él disputado.Allí, en las cercanías de Popayán, Nariño acampó su ejército a la espera de la aparición del coronel José Ignacio Rodríguez con los 300 vallecaucanos quien supuestamente debía llegar desde Cartago junto con el coronel José María Gutiérrez y sus 200 hombres de la Provincia de Antioquia. Estos últimos nunca llegaron, lo dejaron plantado. Nariño con su ejército estaba a 15 días de la gran batalla de Calibío.*Espere en la próxima edición Detalles de la Batalla de Calibío.

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