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Inversión en cultura se multiplica con creces: exministro Ramiro Osorio

Ramiro Osorio Fonseca fue el primer ministro de Cultura que tuvo el país. Hoy es director del Teatro Julio Mario Santo Domingo. Historia de un promotor cultural de quilates.

9 de septiembre de 2012 Por: Margarita Vidal

Ramiro Osorio Fonseca fue el primer ministro de Cultura que tuvo el país. Hoy es director del Teatro Julio Mario Santo Domingo. Historia de un promotor cultural de quilates.

Es un hombre de grandes pasiones aprendidas y cultivadas desde la infancia, porque su casa era un oasis de melodías clásicas y colombianas y un abrevadero de cultura. La música, la literatura, la danza, la poesía y el teatro se convirtieron para él en una opción de vida. Para este bogotano que ha vivido por y para las artes 43 de sus 60 años, este motor parece movido por energía atómica, porque Ramiro Osorio tiene un palmarés de triunfos ininterrumpidos, como promotor cultural, una carrera que junto a la de Letras ha desarrollado en México, Colombia, Francia y España.A México llegó muy joven, cautivado por el formidable impulso que este país le da a sus escritores, poetas, cantantes, y bailarines legendarios, fundado en su pasado imperial y el orgullo de su raza y de su cultura. A lo largo de más de cuatro décadas, Ramiro Osorio ha convertido en triunfos todos los retos que han jalonado su carrera, como veremos en esta entrevista que lo retrata de cuerpo entero. Hoy, y desde hace dos años, ocupa el envidiable cargo de director del bellísimo complejo teatral Julio Mario Santo Domingo que el gobierno de Bogotá y la familia Santo Domingo le regalaron a los habitantes capitalinos, que abarrota sus salas todo el año. ¿Qué papel cree que desempeña la cultura en un país como Colombia, que acaricia, una vez más, la idea de la paz?Para reconstruir este país, estoy convencido de que el único factor que puede reunir a todos los actores del conflicto y propiciar el diálogo, porque nosotros no tenemos diferencias fundamentales en cultura, es un decidido apoyo del gobierno nacional no sólo al conocimiento, la investigación y la tecnología, sino a las múltiples y ricas manifestaciones culturales que lo distinguen. Como he dicho en otras ocasiones, la cultura en Colombia tiene una dimensión estratégica y como tal, es preciso invertir en ella, porque lo que se invierte en cultura se multiplica con creces. ¿Usted estudiaba letras en la gran Universidad de Guanajuato y dirigía sus talleres de teatro. Llevó al Teatro El Ropero a la fama nacional. ¿Qué significó eso en su carrera?Que en 1981 el más grande promotor cultural de México, el maestro Víctor Sandoval, me invitara a trabajar en el D.F. Sandoval formó generaciones de promotores culturales que han tenido las responsabilidades de la cultura mexicana en los últimos quince años. Así se disparó su exitosa labor cultural en México, Colombia, Francia, España, que no ha parado hasta hoy...Fue una experiencia extraordinaria porque el maestro Sandoval me nombró coordinador general de la Muestra Nacional de Teatro de México. Recorrí todos los estados de la república para asesorar la selección de los espectáculos y dirigí cinco muestras que, efectivamente, tuvieron muchísimo éxito. Después fui nombrado Director de Teatro y Danza de la Universidad Nacional Autónoma de México, que es uno de los cargos más importantes dentro del panorama cultural del país. Tenía a mi cargo once teatros nuevecitos, maravillosos. Hicimos 50 producciones, así que puede darse una idea del volumen. Posteriormente fui subdirector del Festival Cervantino que se realiza anualmente en Guanajuato, hasta que Fanny Mickey me invitó a fundar con ella el Festival Iberoamericano de Teatro en 1988. Luego regresé para dirigir el Gran Festival de la Ciudad de México. Entiendo que es un festival apoteósico...Así es, el Festival Cultural del D.F. reune música, ópera, danza, teatro, pintura y demás manifestaciones artísticas. Se divide en 50 teatros, parques, plazas. México es un país muy poderoso en materia cultural y dedica grandes presupuestos a la promoción no solo a estos aspectos de la cultura sino también de la historia, la literatura y la música popular y tiene grandes asociaciones -muy poderosas- como la Sociedad de Autores y Compositores de México. A finales del 91 el presidente Gaviria me invitó a dirigir el Instituto Colombiano de Cultura. En el 94 fui Embajador de Colombia en México, en el 95 regresé, cuando el presidente me invitó a presentar la Ley General de Cultura, que habíamos dejado preparada en la etapa de Colcultura. También dirigí la Cumbre de Países No Alienados en Cartagena, en el 95. Los dos años siguientes estuve dirigiendo el Teatro Nacional y el Festival Iberoamericano, al lado de Fanny Mickey, hasta cuando, en el 97, el Presidente Samper me nombró primer Ministro de Cultura. Después me fui a vivir un año a París para trabajar con el Banco Interamericano de Desarrollo, con don Enrique Iglesias y en enero de 2001 el presidente Fox me nombró director del Festival Internacional Cervantino de Guanajuato.¿Por qué es tan importante mundialmente ese festival?En primer término porque es el festival más antiguo que hay en América Latina, este año celebra 40 años de realización ininterrumpida. Es un festival de todas las artes escénicas, plásticas y musicales. Guanajuato es una ciudad maravillosa que se convierte toda para el festival. Algo que solo sucede en Edimburgo y en Avignon. En Bogotá es solamente de teatro. Guanajuato tiene una historia extraordinaria dentro de México no sólo desde el punto de vista de su Revolución, sino porque es cuna de grandes artistas como Diego Rivera. Un verdadero ícono para México. ¿Cómo la describiría?Es una ciudad universitaria, muy vital, llena a toda hora de jóvenes y, por eso, muy vibrante. Es una ciudad pequeña y generosa. Arquitectónicamente sorprendente y maravillosa. Como su primera vocación fue de ciudad minera, las casas son muy pequeñas, sin grandes ventanas, y muy recóndita. Esta llena de callejuelas, de leyendas, de personajes, y en ese sentido es una ciudad muy misteriosa. ¿Cuál es la labor de un promotor cultural, en una sociedad?Son personas que animan y mueven a la sociedad hacia proyectos de beneficio común. Yo he dedicado 43 años de mi vida a esa labor. Hoy tengo 60 y desde los 17 no he parado ni un solo día. La cultura es un factor que enriquece la vida del ciudadano. Al teatro, la danza, la música, se las llama Artes Vivientes, o sea que necesitan del encuentro entre el espectador y el artista, y ese encuentro es único e irrepetible. Un promotor tiene que crear las condiciones propicias para que eso ocurra, porque ese encuentro transforma la vida y combate la monotonía y el pesimismo. García Lorca decía que los actores son como las flores: “Solo se abren ocasionalmente”. Entonces, hay que crear las condiciones para que esa flor se abra. ¿De dónde surgió esa pasión por la cultura?Mi padre era un historiador de la ciencia, gran lector y melómano. Oía música clásica y música colombiana. José A. Morales era su amigo de residencia en Bogotá, cuando vinieron de Santander para estudiar en la universidad. Eran amigos del alma. Desde niños nos acostumbramos a oír música porque mi papá la escuchaba a todas horas y la casa se llenaba de melodías. Cuando yo tenía nueve o diez años, estudiaba en San Bartolomé de la Merced, donde montamos una comedia que se presentó en el Teatro Colón. Actuar allí fue un acontecimiento de vida que me marcó para siempre. Desde entonces descubrí que eso era lo mío.¿Diría que el haberse formado en México, un país enorme, con una diversidad cultural extraordinaria, con un fuerte orgullo nacional por todo lo propio, donde hay presupuesto enormes para todas las manifestaciones artísticas, con una mentalidad realmente generosa -y hasta podríamos decir, imperial- le permitió adquirir una visión universal y de largo plazo?México es un país que se ha construido en la fortaleza de su cultura, y es pluri étnico, multicultural, multilingüístico, como también lo es Colombia. Reivindica la importancia de sus grandes imperios: Azteca, Maya, Tolteca y un pasado colonial muy interesante, además del posterior desarrollo de la independencia. Y el hecho de haber tenido posteriormente un emperador que fue Maximiliano, algo rarísimo por estas tierras. Todas estas herencias e influencias le dan a México una dimensión extraordinaria.¿Qué le dio la Revolución Mexicana en estas materias a México?Grandes cambios. Uno de ellos el cultural. El gran constructor del país, José Vasconcelos, fue Ministro de Educación y Cultura y reconstruyó el país a partir de la cultura, pero no sólo valorizando las culturas locales y nacionales, sino estableciendo su relación con la cultura del mundo. Tenía un lema que ha sido fundamental en mi vida: “Lo mejor de la cultura de México para el mundo, lo mejor de la cultura del mundo para México”. Estoy hablando de los años 30. Y cuando usted habla de su gran generosidad y sus grandes presupuestos, recuerdo que cuando México quiere firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, hace un gran exposición que titula “Treinta Siglos de Esplendor”, que va al Museo Metropolitano de Nueva York, a Washington y a otras ciudades, con una delegación de grandes escritores, actores de teatro, bailarines, pintores, poetas, para mostrarle al público norteamericano la fortaleza de sus instituciones y tradiciones. Lo mismo hicieron en Europa. México es como Francia: cree en sí mismo, está orgulloso de su diversidad cultural y sabe que en esa diversidad está su mayor fortaleza. Vivió en París un año trabajando para el BID. Su secretario en ese entonces es un hombre extraordinario, llamado Enrique Iglesias, un verdadero mito a escala internacional. ¿Cuál era su labor?Sí, don Enrique Iglesias ha sido otra persona clave en mi vida. El Banco hace cada año una gran asamblea en la que participan cinco mil banqueros del mundo entero, y cada año le pone un título que orienta su trabajo.En el 99 se llamó “Cultura y Desarrollo”. Yo fui encargado de organizar la asamblea en París. Allí se inició un tema –ya hoy muy adelantado y difundido- de medir los aportes de la cultura a la economía, al PIB. Uno se pregunta por qué en un país como el nuestro donde hay, por ejemplo, tantos incentivos para el café y otros productos, no hay verdaderos incentivos para el sector de la cultura. Algo se ha avanzado, pero queda mucho por hacer.¿Cuáles eran sus tareas en Europa?Trabajé allá tres años durante los cuales creamos tres programas Iberoamericanos: Iberescena, Ibermuseos e Iberorquestas juveniles; programas con fondos financieros para apoyar el desarrollo del teatro, la danza, los museos y las orquestas juveniles. Eso lo hace la Secretaría General Iberoamericana, un organismo multinacional que entró a dirigir don Enrique cuando dejó de ser presidente del BID.Para los periodistas Enrique Iglesias es un personaje muy atractivo, no solo por sus cargos, sino porque es un hombre de una vasta cultura y con un gran dominio de temas económicos. ¿Cómo es él?Es un economista uruguayo que empezó siendo presidente del Banco Nacional de su país. Nació en España en 1930 y a los cuatro años sus padres emigraron, por la gran crisis española, a América Latina. Efectivamente es un hombre inmensamente culto, un melómano impresionante, apasionado de la ópera. Una persona que cree en el valor de la cultura, como elemento estratégico para la creación de los procesos de cooperación que apoya el banco. Estuvo en la Cepal y después fue 17 años Secretario del Banco Interamericano de Desarrollo. Es uno de los grandes líderes mundiales, con quien se aprende de todo, todos los días. ¿En Colombia qué tan importante es el aporte de la industria cultural a la economía?El año pasado fue de 3.2%. del PIB . Es algo importantísimo ya que es un factor que genera empleos y riqueza, además de dar identidad, sentido de país y orgullo nacional.¿Qué manifestaciones culturales conforman esa vertiente que alimenta nuestro PIB?Hay toda una serie de sectores como el de comunicaciones, artes escénicas, artes plásticas, artesanía, festivales -que se dan en todo el país- danza, industria editorial, etc. Como muestra palpable, le cuento que cuando hice el Festival Cervantino, la Cámara de Comercio certificó que la ciudad invirtió ese año cuatro millones de dólares y el evento le dejó, en un mes, cuarenta millones de dólares. Dígame usted qué inversión hay en el mundo en el que usted ponga cuatro y le de cuarenta?¿Por qué aquí, después de quince años de existencia del Ministerio de Cultura, no se ha tenido una iniciativa dentro de la ley tributaria para estimular las donaciones de grupos privados en las diferentes manifestaciones culturales?Desde mi punto de vista eso tiene dos explicaciones. Primero: la falta de una cultura de la donación y, dos, la falta de una cultura de la generosidad. Pero digamos que, de un tiempo a esta parte, las cosas han ido moviéndose. Tenemos el caso de la familia Santo Domingo que es uno de los aportantes a la realización de este Centro Cultural, y hay otras empresas como el Grupo Bolívar, que patrocina a Batuta, la familia Ardila que patrocina el Festival de Música de Cartagena, en fin. Pero la verdad es que hace falta construir una cultura de la donación y de la corresponsabilidad. En segundo término, hay que decir que tenemos una cultura de la evasión tributaria, muy arraigada todavía. Hay que crear un mecanismo gubernamental absolutamente transparente, y una ley, que estipule que lo que el Estado deja de recibir en impuestos por donaciones, vaya a instituciones culturales, una inversión que tiene todo el sentido En eso se está trabajando y ya nosotros habíamos dejado un proyecto en el ministerio.Durante los dos años largos que lleva usted al frente del Teatro Julio Mario Santo Domingo ha tenido una programación de lujo, día tras día. Algo que usted mismo ha calificado de “alucinante”. Esta institución es quizá hoy el referente cultural más importante de la capital. ¿Cómo lo logró?Desde el principio nuestra propuesta fue que había que tener una programación con un nivel de excelencia total, en lo colombiano y en lo extranjero, y convertir al teatro en un espacio de diálogo de nuestras culturas con el mundo. Desde luego hay que programarlo día a día, porque éste es un “festival” que dura 52 semanas. Tenemos que hacer entonces, una oferta atractiva para todos los públicos. Funcionamos con un modelo público-privado que permite reunir una serie de recursos, dentro del criterio de la corresponsabilidad de que hablábamos. ¿Eso les permite moderar los precios de las boletas?Sí, nos permite subsidiar prácticamente todas las boletas, porque gran parte de los espectáculos que se traen al teatro son costosos y habría que tener boletas carísimas, como pasaba antes. ¿Cómo patrocinan este teatro?El lote es de la ciudad, que también construyó el parque y 340 estacionamientos subterráneos; la familia Santo Domingo donó la construcción del complejo, 23 mil metros cuadrados donde están la biblioteca y los dos teatros. El gobierno nacional aporta el 17% del presupuesto de este año, en dinero, y las taquillas que se generan, al ser un recinto público también se vuelven presupuesto. Los donantes aportan entre un 18 y 19% y lo demás lo conseguimos con empresas patrocinadoras o alquileres de las instalaciones, y con todas las posibilidades de cooperación nacional e internacional; en fin, nos enfocamos por todos lados. ¿Qué es lo más satisfactorio para usted en esta ya larguísima carrera en pro de la cultura?Que todo lo que me he propuesto, a lo que me he comprometido, lo he hecho. No he renunciado a esos trabajos hasta ver consolidado los proyectos. Esta es una labor que, además, da satisfacciones todos los días. Cada vez que se “abre esta flor”, salgo absolutamente agradecido de haber elegido esta carrera, y de continuar fascinado con ella. Hay que trabajar mucho pero el hecho de tener, en medio de tanto caos, un espacio donde todo funciona bien, donde todo es transparente y decente, y donde se producen esos procesos de vida, es una experiencia invaluable.

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