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Hoy comienza el Carnaval de Riosucio, la fiesta que el diablo 'prende' en Caldas

El Carnaval de Riosucio comienza hoy. La lengua colectiva está afilada para leer y cantar cientos de versos con que se celebra una fiesta que no es en honor del Diablo. Un rito centenario de paz.

3 de enero de 2013 Por: Redacción de El País

El Carnaval de Riosucio comienza hoy. La lengua colectiva está afilada para leer y cantar cientos de versos con que se celebra una fiesta que no es en honor del Diablo. Un rito centenario de paz.

Desde la medianoche de este jueves Riosucio, Caldas, se transformará: durante seis días, hasta el miércoles 9, la normalmente apacible población será una loquera de fantasía y creatividad en la celebración de su carnaval, que se remonta a 1847.Y será un hervidero humano: los 25 mil vecinos habituales se multiplicarán a 120 o 130 mil... y habrá cama para tanta gente. El carnaval de la otrora población caucana se celebra siempre alrededor del 6 de enero: su origen es religioso, pues derivó de la fiesta de Reyes Magos, como la de Blancos y Negros. En cambio, los de Barranquilla, Río de Janeiro y Montevideo, por ejemplo, vienen del carnaval europeo. Riosucio está en ascuas dando últimos toques a disfraces, músicas, letras, saludos al Diablo. Durante cinco meses fueron leídos los Decretos en verso y hace dos semanas largas se llevó a cabo el Convite. Y llegó la hora de la verdad: la gente cuenta las horas para la llegada del Diablo y la liberación de todo lo prohibido.A medianoche será el Alegre Despertar del Carnaval, con el conjuro de la quema de una culebra de pólvora y un desfile multitudinario, para que nada malo pase. Mañana desfilarán las Cuadrillas Infantiles y el sábado será el Desfile de Entrada de Colonias, el reencuentro de los riosuceños ausentes con el pueblo y la fiesta. Por la noche será la Entrada del Diablo. Es el rey de la fiesta que prohíbe y tolera, por lo cual es ensalzado y vituperado. “Sus cuernos de toro representan la fortaleza del culto africano a la Selva; sus colmillos son los del jaguar del culto indígena al Sol; sus alas de murciélago representan el Demonio cristiano, y lleva en sus manos un calabazo con guarapo como símbolo del culto aborigen a la Tierra. Es símbolo de unión, concordia y perdón”, explica el investigador Julián Bueno.“El Diablo carnavalero no es vengativo, sino que da contento, ilumina, presta su conjuro para cantar. Su contribución es a la felicidad. Por ello no reivindica ninguna creencia”, añade Otto Morales Benítez.Una vez entronizado, se le saluda en verso: “Diablo: buenas noches./ Volvimos a vernos./ Creí que estuvieses/ preso en los Avernos,/ según el desorden/ que hay en la ciudad”, le espetaron hace unos años. Al pedirle cuentas de lo malo sucedido en el pueblo, el país o el mundo se ejerce control social: “Los reales destinatarios son otros”, dice Bueno.El punto culminante del Carnaval es el Domingo de Cuadrillas, comparsas cuyo propósito es evaluar la vida, el mundo y las cosas, a lo largo de tres letras montadas sobre músicas populares, que interpretan en tablados y casas inscritas. A partir del lunes habrá corralejas y Desfile de Faroles y Diablos, hasta que el miércoles 9 será el Entierro del Calabazo, Testamento y Quema del Diablo. Éste reparte su herencia, dejando su gratitud o su castigo en recuento burlesco de la fiesta, y luego es quemada una pequeña efigie rellena de pólvora ante una multitud silente y triste. La imagen que preside la fiesta es guardada en señal de que el Diablo no muere, sino que su reinado ha terminado. Por eso el de Riosucio no es un Carnaval del Diablo, como erróneamente se cree. Es un rito de la palabra.

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