El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Cultura

Artículo

Gonzalo Galguera, el quijote de la danza

El bailarín y coreógrafo cubano ha logrado a lo largo de 23 años forjar una brillante carrera en Alemania, país donde dirige el Ballet de Magdeburgo. El artista está en Cali dirigiendo el montaje del Ballet Don Quijote, que Incolballet presentará los días 5 y 6 de diciembre en el Teatro Municipal.

1 de diciembre de 2013 Por: Ricardo Moncada Esquivel I Periodista de El País

El bailarín y coreógrafo cubano ha logrado a lo largo de 23 años forjar una brillante carrera en Alemania, país donde dirige el Ballet de Magdeburgo. El artista está en Cali dirigiendo el montaje del Ballet Don Quijote, que Incolballet presentará los días 5 y 6 de diciembre en el Teatro Municipal.

Cuando el bailarín cubano Gonzalo Galguera llegó a la ciudad de Berlín hace 23 años, aquella urbe alemana era un hervidero social y político. Solo unos meses antes, en noviembre de 1989, había sido derribado el oprobioso muro que dividió esa ciudad desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Entonces tenía 19 años y su presencia allí podría parecer tan exótica como transplantar una palmera desde La Habana al corazón de esa capital alemana. Sin entender el idioma ni la cultura de esa nación europea, Galguera llegó para audicionar al Teatro de la Ópera de Berlín. El bailarín se recuerda así mismo en aquél palacio de las artes con un número pegado al pecho, haciendo una larga fila junto a cerca de casi cien aspirantes. El caso es que salió de allí con uno de los dos contratos que había disponibles.Desde entonces, como si fuera un Quijote, se dio a la conquista de una nueva cultura que le resultaba totalmente ajena. Una tarea para nada fácil. “Fue un choque cultural. No le puedo hablar a usted de la ‘tierra prometida’, todo lo contrario. Fue un proceso personal muy duro como inmigrante, en el que necesité mucha fuerza interior y capacidad de tolerancia. Todos los días me preguntaba qué hago aquí, por qué estoy en este lugar y qué quiero conseguir. Eso me formó. Tenía claro que no había llegado allí para perder mis raíces sino para ganar otras”, aseguró el coreógrafo. Y su conquista fue tal que además de desarrollar en ese país su carrera de bailarín, Galguera llegó a ser el director más joven de una compañía de ballet en Alemania.Saxofón por zapatillasGonzalo Galguera nació hace 42 años y es, como él mismo lo dice, “orgullosamente camagüeyano”. Su primer amor en las artes fue la música y por ello comenzó estudios de piano y saxofón en el conservatorio de su ciudad, Camagüey, pero pronto entendió que tenía vocación para la música, aunque no las aptitudes suficientes.Entonces se trasladó a La Habana para entrar a la Escuela Nacional de Ballet. “Yo mismo no entiendo cómo fui a parar a la danza. Pienso que fue la curiosidad que siempre ha hecho parte de mi naturaleza. Lo primero que me atrajo fue la música, pero luego me di cuenta que con el ballet se podía expresar esas melodías de otra manera”, dijo.Luego de hacer parte del Ballet Nacional de Cuba y del Ballet de Camagüey, el bailarín decidió entonces marcharse a Alemania.Allí ha vivido momentos claves de su vida como cuando a los 29 años estando en un momento muy alto de su carrera en la Ópera de Berlín le ofrecieron el cargo de director del teatro de la Ópera de Dessau. “Muchos me dijeron que lo pensara que aún me quedaba mucho tiempo por bailar, pero cual Quijote, acepté ese reto y llegué a ser el director más joven en Alemania. Era un teatro con mucha tradición y yo llegué a cambiarlo todo”, recordó.Otro momento clave para Galguera ocurrió en el 2005 cuando le ofrecieron la dirección del Ballet de Magdeburgo, una de las principales capitales del país germano. “Fue un reto muy importante. Me dijeron, queremos que tus coreografías sean el sello que identifique al ballet de Magdeburgo. Hoy por hoy somos una marca. Pero debo reconocer que no es un trabajo mío, sino el producto de un trabajo colectivo. Muchas personas han ido aportando a todo lo que yo soy”, agregó. El coreógrafoParalelo a la carrera de bailarín, Galguera se ha desarrollado en la coreografía. Incluso es una vocación que ha sido más clara para el bailarín. Tanto que con 13 años ganó en su país un premio nacional al representar a su escuela en un concurso. Lo mismo sucedió cuando llegó a Alemania, en donde hizo su primera coreografía para la Ópera de Berlín a los 20 años. “Yo soy coreógrafo porque quiero aprender y descubrir nuevas cosas. Coreografiar es para mí una necesidad, como respirar, si no lo puedo hacer me muero. La coreografía, como todo acto de creación, te permite soltar cosas que tienes dentro que si no las dices te ahogas”, señaló. Galguera asegura que cuando está en el proceso de creación su naturaleza cambia. “Es cuando ya no veo los árboles verdes si no de otros colores y me convierto en una persona rara, a veces pesada, irritable a veces demasiado contento o con una ‘bobería’ que ni yo sé explicar. Me fascina el disfrute de crear pero también el dolor de crear”. Ser ecléctico es también un rasgo de su personalidad como coreógrafo y asegura que su propósito como artista no es encontrar un estilo. “El día que encuentre mi estilo dejo la coreografía. Uno debe estar mirando inquieto su entorno, dejándose nutrir de lo que pasa. Yo quiero que mi estilo sea mi camino. Obviamente uno desarrolla su propio vocabulario, su propio matiz y debe saber el propósito y la razón de cada género, pues no puedes ir rompiendo los formatos, pero el día que escuche decir este es un estilo de Gonzalo, me voy a preocupar. Yo quiero sorprender a la gente, como yo mismo me quiero sorprender. ¡A mí que no me cojan la chapa!”.El Quijote en CaliGalguera está en Cali, para presentar una nueva versión de ‘Don Quijote', una de las obras icónicas del Ballet, que estrenó en el pasado Festival Internacional de Danza de Incolballet, el 15 de junio pasado, en un montaje en conjunto entre bailarines del Ballet de Magdeburgo e Incolballet, pero que ahora se verá en una versión a cargo en su totalidad por la compañía caleña. “La maestra Gloria Castro y yo siempre hemos soñado con hermanar las dos compañía, pues aunque estamos distantes geográfica y culturalmente, coincidimos en esa búsqueda constante de nuevas ideas. Entonces le propuse a la maestra hacer un Don Quijote donde participaran los bailarines alemanes con los de Cali", asegura el bailarín.Galguera explicó que Don Quijote es una pieza que hace parte del acervo universal de la danza y que ha marcado el desarrollo de muchas compañías. “Tener Don Quijote en el repertorio de una institución marca un punto de referencia, pero también una actitud sobre la visión que tiene de la danza esa compañía y la mide en cuanto a su nivel artístico y su posición frente a su legado artístico”. Y reafirma que una obra de éstas es clave en el mundo del Ballet. “Hoy por hoy la tendencia es a servirnos todo rápido. Un Ballet de largo aliento como Don Quijote, nos recuerda que hay que tomarse el tiempo para ver para contar, para comunicar, porque el ballet es más que hacer una pirueta, es contar historias, la esencia de las artes escénicas es comunicar”. El maestro señaló que es necesario airear estas obras clásicas para evitar que se mueran y se conviertan en piezas de museo. “Algunas veces me han dicho que el Ballet es aburrido y yo a veces les doy la razón, cuando lo que una compañía hace es imitar lo que ya se ha hecho. Hay que pensar en cómo somos, cuál es nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, cómo son nuestros bailarines y nuestros público, qué momento estamos viviendo, para actualizar las obras”.Galguera asegura que Don Quijote encierra un mensaje muy importante, porque en cada ser humano hay un Quijote. “No creo que exista una persona en el mundo sin una meta, sin un sueño. Yo me identifico con Don Quijote. Esa locura que él tiene es la locura del artista, porque si nosotros no existiéramos quizás el mundo sería un poquitico más aburrido. Es un ser que ama la justicia que quisiera que todas las mujeres fueran bellas y los hombres más caballerosos. Por eso cambia su realidad. Él es un soñador, un idealista”.Una quijotada Galguera afirmó que en su trayectoria ha visto pocas experiencias como la de Incolballet. “En Europa el arte tiene un altísimo nivel, pero también es muy elitista. Cuando llegué por primera vez a Colombia, hace 9 años y vi a un persona que hace que este arte sea popular sin despreciar los cánones de calidad y estética de la formación académica, no lo podía creer. Era algo que estaba en las teorías que había aprendido en mi país. Ese trabajo de Gloria Castro me enganchó y dije de inmediato: me quiero subir a este carro, porque es aquí donde un artista puede desdoblar el verdadero carácter del arte que es comunicar. Si todos los políticos entendieran el poder tranformador del arte, seguro ganarían todos los votos y las elecciones que quisieran”, dijo.Galguera aseguró que venir a Cali es como llegar a casa. Recuerdo la primera vez que vine en el 2004. Yo llegaba del frío de Alemania y cuando veo la gente, su lenguaje, los paisajes con la caña, el plátano, los fríjoles, pensaba, bueno esta vida ya la viví. Yo le digo a la maestra Gloria que pienso que en alguna vida pasada tuve que haber sido colombiano” (risas). Al coreógrafo no deja de sorprenderle la acogida que tiene su trabajo en Cali y el cariño que recibe. “Yo lo devuelvo con mi trabajo de la manera más honesta. Soy de los que piensan que uno solo no puede, que necesitas del colectivo y eso es lo que se respira aquí, mucha unión”. Pero a la vez Galguera siente que así como da, recibe. “Todos aquí me han aportado. No saben cuánto me llevo. Cuando me marcho de Colombia me voy inspirado, nutrido me hacen entender que el arte no tiene que ser elitista que no todo tiene que ser dinero, regreso lleno de ese idealismo que me hace falta para trabajar”, afirmó.

AHORA EN Cultura