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“Cine Minga se ha mostrado, sin aspaviento, en festivales del mundo con historias del campo que para los europeos y americanos son fascinantes”. | Foto: Especiales para El País

'Gallo de pelea', una película para borrar el estigma de la violencia en Trujillo, Valle

‘Gallo de pelea’ se rodó en Trujillo, Valle. Harold De Vasten y su equipo hicieron casting en el pueblo. Hasta el gallo, el protagonista, fue hallado en el mismo municipio. Quitar el estigma de violencia de los pueblos, el objetivo de este grupo.

2 de junio de 2017 Por: Isabel Peláez R., reportera de El País

Llegar a un pueblo del Valle del Cauca, que ha padecido el estigma de la violencia y convertirlo en un set tipo Hollywood, en el que los actores son los habitantes del pueblo y el alcalde el cómplice del sueño de todos por hacer cine, hoy es posible gracias al realizador caleño Harold De Vasten, a su esposa Gloria Saavedra, al actor Héctor Mejía y a su productora Comin Sun Films.

“Queremos que más pueblos se unan a nuestro proyecto, porque es grande la ganancia. Las películas que hacemos junto a ellos muestran qué hace su pueblo, sus costumbres, su idiosincrasia, además de involucrar los talentos innatos que encontramos entre sus habitantes”, cuenta De Vasten.

Con el concepto de Cine Minga, un modelo práctico de realización cinematográfica, con la participación de la comunidad, en la comunidad y para la comunidad, en el que “todos ponen”, se rodó ‘Vía Crucis’, en Timbío, Cauca, película que pasó por varios festivales internacionales. Un municipio cafetero y agrícola, a 15 kilómetros al sur de Popayán, donde no hay salas de cine, pero el rodaje de la película caleña se convirtió en suceso. Y todo, los actores, los recursos, las locaciones, las historias y la música las aportó el pueblo.

Ahora, De Vasten se embarcó con su equipo en una nueva aventura. “Buscamos como protagonista a un cantante popular colombiano y a partir de allí desarrollamos todo un panorama de esa estética popular que nos rodea en el ámbito rural. Es la historia de Gilberto Obando, quien deja su arte atrás, ya que no sale de su sembrado, donde evade la violencia que se vive a sus alrededores. Al descubrir la batalla de su hijo Elías por no dejarse de los poderosos que quieren dominar al pueblo, decide sumarse a la lucha, inspirado por un gallo de pelea y un compadre sinvergüenza”, cuenta el cineasta. Así nació ‘Gallo de pelea’, una película que tiene como escenario Trujillo, Valle, un pueblo cafetero estereotipado por “la maldita violencia”.

“Nos planteamos como artistas una situación que pusiera a reflexionar a la gente, como que a veces los hombres nos dejamos llevar por un instinto violento, cuando podemos solucionar todo por las buenas”, explica el director.

Aclara que “no es que a los gallos uno los envilezca para pelear, ellos tienen ese instinto, ven otro gallo y se le van encima para atacarlo, es una cuestión territorial, quieren ser los reyes. Entonces en la película pusimos unos seres humanos en una situación en la cual lo normal es que se vayan a una pelea, pero el mensaje es que estamos para otras cosas, para hablar, para conciliar, para cosas más espirituales”.

Y aunque ‘Gallo de pelea’ no se hizo bajo el concepto de Cine Minga, tiene al igual que ‘Vía Crucis’, una historia de colaboraciones mutuas detrás de cámaras. A Gilberto Obando, el protagonista, lo conoció De Vasten haciendo videos musicales. “Lo invitamos a participar en ‘Vía Crucis’ como actor, pero en ese tiempo no pudo porque tenía unos compromisos de trabajo. Eso sí, se involucró en la producción ejecutiva, nos ayudó con equipos, invirtió en la película. Le contamos después la idea de ‘Gallo de pelea’ y le encantó y con él nos fuimos a hacerla a Trujillo”.

A diferencia de ‘Vía Crucis’, que hicieron con ayuda de la comunidad, para ‘Gallo de pelea’, Gilberto Obando fue el productor ejecutivo, el que puso la parte económica inicial, y luego De Vasten y su equipo obtuvieron apoyo de la comunidad, de la Alcaldía y de la misma gente del pueblo que colaboró mucho.

Héctor ‘El Mono’ Mejía, reconocido actor de televisión que se considera caleño, arte y parte de este proyecto, cuenta que “sin la ayuda de Gilberto no hubiéramos conseguido irnos a Trujillo. Después de tener esa inversión sale la ayuda del alcalde”. Se trata de la segunda película de Gilberto, quien actuó además en ‘Chamán, el Último Guerrero’, película independiente de Sandro Meneses, y producida por Jaguar Films y Ruge Films, rodada en el Putumayo y que ya se estrenó.

Por su parte, Héctor Fabio Paredes, que es ‘Cañengo’ en la película y se roba el show, es un actor de Trujillo, la estrella del pueblo, quien siempre les insistía a Harold y a sus amigos de ese municipio y les insistía en que grabaran allá.

Otros talentos descubiertos en la película son Miguel Ángel Viera ‘Calimán’, quien hizo de mendigo en ‘Vía Crucis’, en ‘Gallo de pelea’ hace de malo, le dicen incluso ‘El Machete’ colombiano. Está también Diana Muñoz, cuñada de la actriz Yuri Vargas. La mayoría de actores es gente del pueblo que quería actuar, lo mismo que pasó en Timbío, Cauca. La mamá del niño protagonista, la mujer de Elías, es de Trujillo, se fue a Bogotá a vivir tres años para ser actriz, pero tenía que trabajar y no podía cumplir con los castings. Esta película fue su primera oportunidad y la rodó en su propio pueblo. Y la historia de talentos al descubierto no tiene fin.

Un actor con muchas plumas
El rodaje de ‘Gallo de pelea’ duró 40 días sin contar la preproducción. Hicieron casting para encontrar el resto de actores de la película, pero por supuesto necesitaban un gallo protagonista. “Al principio nos lo prestaban en la gallera El Cóndor, manejada por el señor ‘Ladrillo’. Fuimos a mirar varios gallos y me gustó uno que no estaba preparado. Todos ya estaban sin la cresta, listos y peluqueados para la pelea. Este no, al día siguiente lo iban a descrestar. Tenía nueve meses. Nos lo prestó. Pero por las grabaciones que se extendían más de lo pensado, lo

empezamos a entregar muy tarde y ‘Ladrillo’ se empezó a disgustar”, narra Harold.

Dice el equipo que el gallito se daba sus mañas para escapar, saltando alambres de púas, mientras actores y miembros de producción lo perseguían hasta que lo agarraban y terminaba desplumado. ‘Ladrillo’ preguntó qué estaba pasando con su gallo. Así que Gloria, la esposa de Harold, productora de la película, le propuso que se los vendiera. Le dieron $100.000 y se quedaron con Pancracio. “Se quedó con nosotros en el hospedaje y nos levantaba a las 5:00 a.m. cantando. Y Tatiana, la maquilladora, en su infancia había tenido un gallito y cuando vio a Pancracio se enamoró, le daba la comida, lo acariciaba y se volvió consentido. Cuando íbamos a grabar, lo poníamos en la parte trasera del jeep, pero él saltaba para la parte de adelante, junto al conductor y el copiloto”, asegura Harold.

Al principio tocaba ponerle la grabación de un gallo para que Pancracio le respondiera con canto. Después de dos semanas, bastaba con que éste escuchara el grito de “¡Acción!” del director, para que cantara, incluso cuando no debía. “Se volvió actor”, decían todos.

Cuando escogieron a Pancracio no sabían si iba a ser buen peleador. “El primer día lo pusimos a pelear y nos le dieron duro. Nos volvimos entrenadores de gallos a nuestra manera, empezamos a perseguirlo y él saltando rejas fortaleció piernas, y en el jeep sosteniéndose de sus patas para no caerse, después empezó a pelear. Le protegíamos el pico y las espuelas las hacíamos de goma para que no se hiriera. Era muy envalentonado, no podía escuchar un gallo porque se iba a bajarlo y a desplumarlo de donde fuera, pero lo cascaban. Con entrenamiento logramos que nos diera la superioridad que queríamos. Los niños del pueblo, en medio de la película, gritaban ¡Colorado! Y se emocionaban cuando iba ganando. Ellos vienen con esa pasión”, cuenta ‘El Mono’.
Héctor ‘El Mono’

Cuando Harold De Vasten escribió la historia de pelea pensó en Héctor Mejía, en su espíritu batallador. “’El Mono’ no puede ver que estén robando a alguien porque se mete a defenderlo. Yo también fui del campo, en mi pueblo, Ulloa, Valle, se vivía la corrupción, no había galería, el puesto de salud no funcionaba, todo se lo robaban y siempre estaban las mismas familias manejando todo. A mí, al igual que a mi personaje en ‘Gallo de pelea’, me ha tocado pelear muchas veces. Personificar a Elías, que sueña con lograr algo por su pueblo, fue cumplir mi propio sueño”, cuenta este caleño adoptivo.

Primero hablaron con el secretario de Cultura de Trujillo, Uberney Yagari, quien les hizo antesala con el alcalde Gustavo González, quien se mostró receptivo a la idea de hacer de este un escenario de película.
“Nos dijo que estaba necesitando cambiarle la imagen al pueblo. Empezar el año con un aire de positivismo, invitar a la gente de otras partes a que conociera este lugar que hace parte de la integración Paisaje Cultural Cafetero. Quería que muchos conocieran su belleza, su tranquilidad”, confirma De Vasten.


Trujillo, en otros tiempos, pasó por masacres, historias violentas que sus habitantes quieren dejar atrás y disfrutar de su nueva realidad, de la paz y de la belleza de una tierra cafetera muy productiva. El proyecto fue avalado por el Alcalde.

¡Música, maestro!
Empezando por el protagonista, Gilberto Obando, que es cantante, ‘Gallo de pelea’ gira en torno a la música popular. El propio director puso canciones de su autoría, es cantante popular, se hace llamar ‘El Alazán’. Fue él quien compuso el tema ‘El Colorado’, que deja a los espectadores tarareando la melodía. Está inspirada en el canto de un gallo, se grabó en los estudios de Ancízar Fernández, un productor vallecaucano. Pero además, De Vasten, quien es actor, hace el personaje de un policía llamado ‘El Mago’.

Empezaron este año exhibiendo la película en la plaza central de Trujillo, acudieron 4000 personas y pidieron repetición. Incluso de pueblos aledaños como Venecia y Andinápoli, El Alto, Riofrío, que salen en la cinta, reclamaron la proyección. Cuando veían a su pueblo en la pantalla, se escuchaba un “¡Ooooh!” de orgullo.

Lo que se buscó en este film fue hacer una metáfora de la violencia a través de los gallos, pero que no una alegoría a las peleas de estos. “Muchas familias viven de esto en los pueblos; si alguien tiene una rencilla con otro, la solucionan con una pelea de gallos, se vuelven coléricos en las galleras, se desahogan, pero salen tranquilos”, dice De Vasten, quien asegura que se recurrió al maquillaje para el efecto de sangre, pero ningún ejemplar aviar sufrió maltrato.

Remata que “para Cine Minga vienen más propuestas, como ‘Viaje al Cielo’, homenaje a García Márquez, cuyo protagonista es un coronel que está muriendo en un pueblo donde suceden cosas difíciles. Estamos en la búsqueda de otros pueblos para hacer cine”. ¿Quién se apunta?

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