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Gabo, un hombre generoso y emprendedor cultural

Gabriel García Márquez se caracterizó por ayudar a amigos y colegas y apoyar emprendimientos periodísticos y culturales.

20 de abril de 2014 Por: Juan Andrés Valencia Cáceres | Reportero de El País

Gabriel García Márquez se caracterizó por ayudar a amigos y colegas y apoyar emprendimientos periodísticos y culturales.

En 2005, cuando el escritor colombiano Rafael Humberto Moreno-Durán se encontraba en los estertores de un cáncer de esófago contra el cual todavía se mantenía en pie de lucha, recibió una llamada inesperada que lo conmovió por completo. Al otro lado del auricular lo saludaba Gabriel García Márquez, quien quería saber todos los pormenores de la enfermedad que estaba padeciendo.Durante 45 minutos R.H. Moreno-Durán le describió, con lujo de detalles, su condición clínica, su estado anímico y el tratamiento al que estaba siendo sometido. El motivo por el que García Márquez lo había llamado era para ofrecerle, en caso de que no tuviera el dinero para hacerlo, un viaje a Los Ángeles para que se hiciera examinar por el mismo especialista que le había controlado un cáncer linfático tres años atrás.Un gesto similar tuvo en 2008 con Dasso Saldívar, el escritor antioqueño que escribió ‘El viaje de la semilla’, una biografía de 608 páginas acerca del premio Nobel y la novela ‘Cien años de soledad’. Víctima de una grave insuficiencia renal, el autor colombiano radicado en España requería con urgencia un trasplante de hígado que solo fue posible realizar gracias a una colecta entre periodistas que lideró Héctor Abad Faciolince y la cual se vio beneficiada por otro generoso aporte que realizó el propio García Márquez.Incluso la mano bondadosa del escritor cataquero se hizo notar, literalmente, en el mundo del arte. Dueño de una pasión desenfrenada por la pintura -hay varios textos que el Nobel le dedicó a algunos cuadros famosos que nadie se ha preocupado por rescatar del olvido-, en alguna ocasión decidió escribir el prólogo del catálogo que reunía las obras de una nueva exposición del artista cartagenero Darío Morales, según recuerda Mario Jursich, director de la revista El Malpensante. Estas cuestiones, por supuesto, no son muy conocidas: para García Márquez la discreción siempre fue un asunto de importancia capital. Lo que sí es de público conocimiento fue su elocuente debilidad por el mecenazgo. Varios fueron los emprendimientos que surgieron gracias a sus generosas donaciones.El abogado y escritor venezolano Francisco Suniaga, por ejemplo, recuerda muy bien cuando García Márquez decidió ayudar al MAS (Movimiento al Socialismo) venezolano a que tuviera su propio órgano de expresión: “Cuando él se ganó el Rómulo Gallegos en 1972, donó los US$100.000 del premio al MAS, que en aquella época era un movimiento político muy promisorio, para que montara su propio periódico. Se llamó Punto y circuló durante muchos años gracias al dinero que les dio”. Luego, en 1985, García Márquez ayudó a crear la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, Cuba, con el propósito de impulsar la cinematografía del continente. Un año después, en 1986, hizo parte del grupo fundador de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de Los Baños, también en Cuba, que siempre ha tenido como propósito vertebral que cineastas activos enseñen sus conocimientos a estudiantes de todos los continentes. Hoy en día, tras 29 años de funciones, 700 alumnos de todo el mundo han podido especializarse en diversas áreas de la producción audiovisual en su curso regular, sin contar con aquellos que han pasado por los talleres internacionales que organizan periódicamente.Joel del Río, periodista cubano y profesor de la Escuela, describe la participación decidida que García Márquez tuvo en este emprendimiento específico: “Él, por medio del cine, quiso contar la vida de otra manera, en este caso por medio de la imagen. De ahí le surgió la necesidad estratégica de crear una fundación y una escuela que tuvieran un alcance mundial en la formación de cineastas. El solo hecho de haberlas creado después de ganarse el premio Nobel, cuando ya era un escritor reconocido y respetado a nivel mundial, y que ambos proyectos estuvieran respaldados por su nombre, significó un apoyo invaluable para su consolidación”. Su siguiente apuesta fue periodística. Tras cinco años en que la edición colombiana de la revista española Cambio 16 no pudo alcanzar el equilibrio financiero, una sociedad conformada por los periodistas María Elvira Samper, Mauricio Vargas, Roberto Pombo y García Márquez, la adquirió en 1998 renombrándola como Cambio, a secas.Fue una aventura romántica, pues aunque al equipo editorial le sobraba independencia, olfato periodístico y talento para ampliar su alcance y los índices de lecturabilidad, también le faltó un respaldo económico sólido. Al cabo de ocho años, y para no seguir arriesgando su patrimonio personal, los dueños de la revista tomaron la decisión de vendérsela a la Casa Editorial El Tiempo en 2006. Cuatro años después, el nuevo propietario estaría anunciando su cierre definitivo.Siempre pendiente de apoyar iniciativas culturales, García Márquez no tenía reparos en ofrecer dinero para cualquier causa que le pareciera que valiera la pena. No es muy conocida una donación de US$10.000 al Festival de las Artes de Cartagena, que había sido creado por los coréografos Álvaro Restrepo y Marie-France Delieuvin, quienes por medio de El Colegio del Cuerpo, una reconocida institución cultural de la capital de Bolívar, pretendían institucionalizar un encuentro anual donde las danzas escénicas fueran las protagonistas. Pero su emprendimiento más famoso e influyente es, sin duda alguna, el de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.En el discurso de inauguración, en 1995, García Márquez recalcó que era necesario “hacer una pausa en la formación académica, y volver al sistema primario de talleres prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias históricas y en su marco original de servicio público. Algo como los simuladores de las escuelas de aviación, que reproducen todos los incidentes del vuelo, para que los estudiantes aprendan a sortear las catástrofes antes de que se las encuentren de verdad atravesadas en la vida”.Diecinueve años después, esa fundación goza de muy buena salud: cientos de periodistas de Colombia e Iberoamérica han pasado por los innumerables congresos, talleres y seminarios que sigue organizando de manera ininterrumpida, su premio de periodismo es uno de los más prestigiosos y codiciados en el mundo de habla hispana, y cuenta con el respaldo y constante presencia de verdaderos maestros del oficio como Daniel Samper Pizano, Juan Villoro, Julio Villanueva Chang, Jean-François Fogel, Martín Caparrós, Miguel Ángel Bastenier, Alberto Salcedo Ramos y Jon Lee Anderson, entre muchos otros.Precisamente éste último, mundialmente aclamado por sus reportajes en medios como The New York Times, The Guardian y Le Monde, destacó, a propósito de su muerte, su pasión por el mecenazgo: “Pocas personas como Gabo transmiten tanta generosidad y tanta emoción por el oficio. Lo bueno es que ambas cualidades son contagiosas. Lo notamos, por ejemplo, en su rol como creador de la Fnpi. ¿Qué enseñanza deja esto? La solidaridad. Uno puede ser un gran periodista pero, ¿de qué sirve eso si uno es mezquino? Ser un buen periodista –o al menos intentar serlo–, y además compartir y ser generoso, es la magia de Gabo, la más grande enseñanza que nos ha querido inculcar a todos”.Lea aquí información especial sobre Gabo

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