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Festival de Música Religiosa de Popayán llega a 50 ediciones consecutivas

Stella Dupont, directora del Coro de Cámara de Popayán y cabeza visible del Festival de Música Religiosa, habla sobre el evento más importante de su género en América Latina.

9 de marzo de 2013 Por: Redacción de El País

Stella Dupont, directora del Coro de Cámara de Popayán y cabeza visible del Festival de Música Religiosa, habla sobre el evento más importante de su género en América Latina.

Si alguna vez Dios quiso poner a prueba la fe y la perseverancia de los popayanejos para celebrar al mismo tiempo Semana Santa y Festival de Música Religiosa, la idea se le ocurrió hace 30 años: el Jueves Santo de 1983 mandó un terremoto de padre y señor mío, que por poco arrasa con el historia, el presente y el futuro de la ciudad.Pues los patojos, que tanto creen y honran a Dios con procesiones, resolvieron oponerse a su voluntad divina: pocas horas después del tremebundo sacudón hubo concierto, al aire libre, pero no dejó de sonar la música. Y ya ve el Altísimo, las procesiones son hoy patrimonio de la humanidad y el festival musical se acerca a 50 ediciones... ininterrumpidas, por si no lo recuerda, además de ser patrimonio de la Nación.Este es un episodio que gusta de recordar la maestra Stella Dupont, directora del Coro de Cámara de Popayán y cabeza visible del Festival de Música Religiosa, pues con él se resalta su resolución de proseguir con la quijotada de Edmundo Mosquera Troya, el músico José Tomás Illera y otros melómanos por allá en 1964.Les inquietaba que los visitantes de la ciudad durante los días sacros se aburriera sin hacer nada entre procesión y procesión, así que comenzaron a programar conciertos complementarios. Con el correr de los años, algunos de los pioneros se marginaron, pero Mosquera Troya siguió organizando el festival durante 35 años, hasta su muerte. Hoy lo hace una fundación sin ánimo de lucro, que dirige Stella Dupont.¿Por qué les dio por hacer un festival de música religiosa?En 1963, el profesor Schneider, un austriaco que dirigía el conservatorio, llevó los coros de Popayán, Pasto y Cali, y cada uno hizo un concierto de música religiosa, y luego juntos salíamos (porque yo estaba ahí, muy muchachita) en las procesiones.Debió ser un comienzo difícil.Les fue pésimo en lo económico. La Junta Pro Semana Santa ayudó a regañadientes, pero a partir de la segunda edición el festival empezó a coger fuerza, pero Edmundo se quedó solo y armó una junta. Con una amiga de Medellín, María Nelly Paz, veníamos los abonos, hacíamos portería, acomodábamos a la gente en las sillas, todo nosotras dos.¿Cómo lo financiaban?Edmundo logró la primera ayuda grande con Gloria Zea en Colcultura y desde entonces logró más y más ayudas. A él no le daba pena y como era tan irreverente... Yo le decía que cada año sacaba una cazuela más grande. Ahora yo saco olla.¿A quiénes se la pasa hoy?Hoy tenemos unas ayudas muy grandes, como son los agregados culturales de las embajadas de Alemania, Francia, Suiza y España. Al de Estados Unidos casi no podemos enamorarlo, hasta que el año pasado fue a hacer fila, vestido de bluyines, y quedó fascinado con lo que vio.Su esposo era el festival...Edmundo dirigió hasta 2000, cuando murió. Antes de morir, dejó encargado a Juan Manuel nuestro hijo mayor, que estaba terminando la universidad. Pero se fue para Bogotá y me dejó encargada.Es un certamen único.El de Popayán es el único festival de su género en América Latina con cincuenta ediciones ininterrumpidas. Eso es, nada lo ha impedido.El día del terremoto (31 de marzo de 1983) cantamos en el patio del Monasterio el ‘Réquiem’ de Fauré, que al momento del temblor ensayábamos en el teatro. Como Edmundo logró sacar la Sinfónica de Colombia en un avión de la Fuerza Aérea, por temor a réplicas, se cantó a manera de plegaria con un piano viejito que yo tenía: lo tocó Harold Martina y la maestra Blanca Uribe le pasaba las partituras. O sea, no todos los artistas se fueron...También estuvo un tenor alemán de la Ópera de Colonia, que se arrodilló a cantar. En ese momento tembló de nuevo y todo mundo quedó quieto. Fue sobrecogedor. Por ahí hay una foto.Otro aspecto fascinante es que los afiches los han hecho Manzur, Negret, Grau, Botero, Astudillo, Rayo, todos grandes artistas...Los más grandes de Colombia nos han donado los afiches. La mayoría nos regaló el original y todos han cedido los derechos de reproducción. Edmundo era más descaradito y pedía la obra original, pero a mí me da pena y lo dejo a la voluntad de cada uno. Además, todos los afiches los tenemos firmados por ellos.Augusto Rivera, además, donó los telones del Teatro Municipal, pero se dañaron con el terremoto de 1983. Eran como cuatro.ProgramaConciertos con boletasJueves Santo, 5:00 p.m.: Harold Martina y Blanca Uribe al piano, y Jénnifer Koh al violín, con la Sinfónica Eafit, dirigida por Eugene Sirotkin. Interpretarán concierto para dos pianos y orquesta de Mozart, y concierto para violín y orquesta de Sibelius.Viernes Santo, 5:00 p.m.: los solistas Ana Hassler, Janeth López, Hans Mogollón y Valeriano Lanchas con el Coro de Cámara de Popayán y la Sinfónica Eafit, dirigida por Eugene Sirotkin, interpretarán la Novena Sinfonía de Beethoven.Precios de las boletas: $80.000, $40.000 y $20.000.GratuitosMartes 19, 8:00 p.m.: Concierto de campanas con 40 músicos en 9 campanarios. Dirección: Llorenc Barber. Sábado 23, 5:00 p.m.: ópera ‘Gianni Schicchi’ (Puccini).Domingo 24, 5:00 p.m.: Filarmónica de CaliLunes 25, 12:00 m.: Coro de Medellín5:00 p.m.: Orquesta Juvenil BatutaMartes 26, 12:00 m.: Ilko Rusev (contrabajo) y Natalia Ramírez (piano)5:00 p.m.: Ensamble Cronexos, FranciaMiércoles 27, 12:00 m.: recital a dos pianos, de Blanca Uribe y Harold Martina.5:00 p.m.: Ensamble Galante Barroco de México

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