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Entrevista: Diana Uribe, la hija de Woodstock

Uribe, quien alcanzó la fama hablando de historia en su programa de radio, ahora presenta el audiolibro ‘100 momentos que cambiaron el mundo contemporáneo’. Una hippie, roquera, inquieta y pacifista que no come cuento, pero sabe echarlo.

26 de enero de 2014 Por: Paola Guevara | Editora de Vé

Uribe, quien alcanzó la fama hablando de historia en su programa de radio, ahora presenta el audiolibro ‘100 momentos que cambiaron el mundo contemporáneo’. Una hippie, roquera, inquieta y pacifista que no come cuento, pero sabe echarlo.

Siempre nos han dicho que la historia hay que conocerla para no repetirla. ¿Para qué más sirve la historia?Sí, uno puede estudiar la historia desde la perspectiva del error, pero así es jartísimo, qué aburrido ver solo el error para no repetirlo. Yo creo más bien que la historia está llena de casos de grandeza que podemos repetir, de procesos exitosísimos de los que podemos aprender, miradas, enfoques, ideas que dieron solución a grandes problemas. Por ejemplo, ahí están todos los procesos de paz exitosos. Y también creo que la historia es nuestra única defensa contra la visión sesgada que nos dan los medios. Por ejemplo, la información sobre la Guerra de Iraq era muy direccionada desde Estados Unidos, con lo que circulaba en los medios no podíamos entender la dimensión de lo que estaba ocurriendo. Entonces entra la historia a rescatarnos, para que no comamos entero y tengamos una mirada más crítica.¿Y a usted cuál es el periodo de la historia que más le apasiona?Yo soy el resultado de Woodstock. Todo lo que soy, todo lo que pienso está marcado por los procesos que se vivieron en la década del 60. Yo creo en el rock, creo en la libertad de los hijos de elegir su propio camino y que no deben ser solo la prolongación de la vida de los padres. El hecho de que me dedique a lo que me dedico viene de allí... ¿Qué aprendizajes dejó esa década a la cual le dedicó su tesis de grado en la Universidad de los Andes?Todas las libertades de las que hoy nos jactamos se lucharon en esa época. Fue el tiempo en que la historia dejó de ser contada desde el punto de vista de los ganadores y se empezó a contar la historia de los pequeños, de los excluidos, de los indígenas exterminados, de los negros, de los vietnamitas como pueblo invadido; de los derechos de las mujeres, de los gays, de los chicanos, de los hispanos. Fue el tiempo de los movimientos estudiantiles, de la autonomía universitaria, de la revolución sexual, del mundo rastafari, de Bob Marley y su discurso anticolonial, del rock, de la contracultura. Es que nos habían contado la historia desde Europa y Estados Unidos, y muy centrada en las dos guerras mundiales, que son importantes pero no lo son todo...Y es también el tiempo del contacto con la espiritualidad de la India...Claro, y de ellos nos llega el interés por la medicina alternativa, por la meditación, por el yoga, la preocupación por la ecología... Muchos de los temas que hoy siguen vigentes, vienen de allí. Fue una época en la que los márgenes del pensamiento se ampliaron y nació la conciencia de ser suramericanos, con Neruda, con Mercedes Sosa, Piero y Charlie García, los exiliados del Cono Sur, las dictaduras y las revoluciones. Es la época de las utopías. Y a mí me encantan las utopías...¿Y a usted quién le enseñó el amor por la historia?Mi padre fue una gran influencia, era ingeniero industrial y un gran humanista. Siempre sentí que la historia tenía qué ver con mi vida. Mi padre me contaba lo que ocurría en el mundo, me hablaba sobre Pearl Harbor, sobre Louis Armstrong. De niña me dediqué por mí misma a leer todo sobre la revolución española, no porque fuera una tarea del colegio sino porque quería, porque me gustaba. Y en el colegio tuve grandes maestros. Mi profesor de filosofía, Álvaro Miranda, nos enseñó a pensar, a no tragar entero, a ser críticos, él fue una gran influencia.¿Corrió la misma suerte con las matemáticas?Ojalá me hubieran enseñado las matemáticas como me enseñaron la historia, a entender cómo eso tenía qué ver con mi vida. No sé cómo será ahora, pero en esa época las matemáticas “son esto y punto”, eran una imposición. Habilitaba álgebra sin saber que estaba en contacto con toda la riqueza de la gran cultura árabe, ellos eran tan alfabetizados, a donde llegaban planteaban soluciones exquisitas a los problemas...¿La docencia fue su campo de entrenamiento para los proyectos de hoy?Mis principales maestros han sido los adolescentes, porque para enseñarles a ellos me vi obligada a darle sentido a todo. Enseñé en la época del ‘break dance’, de los metaleros y el video, y tuve que aprender esos códigos y respetarlos. De su libro ‘100 momentos que marcaron la historia’, ¿qué fenómeno que no conociera la asombró? La revolución de Islandia. Es que fue un país que decidió judicializar a todos sus banqueros y decirles “ustedes son los culpables de la crisis de nuestro sistema”. Se eligió al Mejor Partido (Best Party) y decidieron financiar de una nueva manera la educación, la vivienda, la salud. ¡Es un caso asombroso!Muy difícil elegir solo 100 momentos...El objetivo era explicar el mundo contemporáneo sin tocar solamente las dos guerra mundiales, y eso implicaba analizar hechos tan impactantes como la renuncia del Papa, la primavera árabe, el genoma humano, el fenómeno Napster y YouTube. Un abuelo y un nieto, sin duda, tendrán allí puntos de encuentro y de debate interesantes.

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