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El tibio Robocop: una mirada a la nueva película de Jose Padilha

La nueva versión de ‘Robocop’ corre por cuenta de un director brasilero y aunque no se aleja demasiado de su versión primigenia, sí cumple con el propósito de divertir sin exagerar en balas y sangre. La producción, que para algunos es un esfuerzo innecesario, es para otros una oportunidad de acercarse a una historia que antes no les resultaba atractiva.

2 de marzo de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez* | Especial para GACETA

La nueva versión de ‘Robocop’ corre por cuenta de un director brasilero y aunque no se aleja demasiado de su versión primigenia, sí cumple con el propósito de divertir sin exagerar en balas y sangre. La producción, que para algunos es un esfuerzo innecesario, es para otros una oportunidad de acercarse a una historia que antes no les resultaba atractiva.

La tendencia de desempolvar viejos personajes cinematográficos parece estarse imponiendo. Héroes de películas clásicas y personajes sacados de la ciencia ficción regresan a la pantalla, en producciones en las que se reconoce una fábula originaria ya lejana. Ahora llega el turno para ‘Robocop’, aquella producción realizada hace casi treinta años y que se convirtió en un paradigma para muchas de las versiones venideras. La de ahora también tiene por protagonista al agente de policía Alex Murphy, un hombre al que la vida le cambia de manera radical tras sobrevivir a un atentado con el que pretenden silenciar el resultado de una investigación que él emprende. El agente, que queda entre la vida y la muerte, se convierte en el sujeto indicado para convertirse en un nuevo ser: mitad robot, mitad humano. El experimento, que corre por cuenta de una multinacional llamada Omnicorp, especialista en el negocio de la guerra y la ‘seguridad’ y que acaba de lanzar al mercado su último producto: robots policías que pueden vigilar al mundo y garantizar la paz con una gran efectividad. Solo existe un problema, los robots no tienen capacidad de discernimiento y reaccionan con violencia a la menor provocación. El tema confronta a la sociedad, dejando al país polarizado en un debate político que representa las dos caras de la moneda. Un senador se opone a la llegada de los robots y cuenta con poco apoyo de la población; del otro lado están aquellos que, amparados en la promesa de tener una ciudad segura, apoyan la modernización de la policía con aquellos elementos incorruptibles e incansables. Este segundo grupo está liderado, por supuesto, por algunos políticos, los dueños de Omnicorp y el periodista Pat Novak (Samuel Jackson) que calienta más la escena con sus comentarios parcializados. En este escenario, el malherido agente Murphy se convierte en el sujeto perfecto que les permitirá perfeccionar el experimento. Y unos cuantos meses después se convierte en el primer policía robot de la ciudad, aquel que tiene la justa medida entre máquina y humano. La procesión, sin embargo, va por dentro, y Murphy, que ahora es más máquina que hombre, empieza a debatirse entre sus sentimientos pasados y su situación actual. Esto hace que las cosas se compliquen. A sus creadores, claro, no parece convenirles que el sujeto se desvíe de sus propósitos y pronto encuentran la manera de evitarlo. Al final, como siempre, la vida toma su propio ritmo y la humanidad prima sobre la máquina. Esta es la nueva versión de ‘Robocop’, una que está dirigida por el brasilero José Padhila, quien decidió contar la historia a su manera, es decir, sin seguir rutas impuestas, mucho menos seguir los pasos de su antecesora. ¿Qué quiere decir esto? Que la nueva versión de Robocop dista mucho de aquella que vio la luz en 1987 dirigida por Paul Verhoeven, un director que en aquel entonces, se convirtió en uno de avanzada y que unos años después sorprendería con las películas ‘El vengador del futuro’ (1990) y ‘Bajos instintos’ (1992). Pues bien, la de ahora es una versión apta para todo público, es decir con menos sangre, menos sevicia y menos bala. ¿Mejor que la anterior? No parece ser el caso. No solo porque aquella fue una de la producciones más caras de la década sino que además se convirtió en todo un fenómeno del que después salió una serie animada, muñequitos articulados de colección y se convirtió en una saga.Pero tal vez ninguna de esas fue la verdadera razón por la que ‘Robocop’ se convirtió en la película de culto que es. Esa tuvo que ver con la manera como se narraba la historia, partiendo desde el mismo escenario donde se ubicaba. Una ciudad futurista sórdida, ennegrecida y llena de maldad. Un escenario indicado para que el héroe se gestara y se convirtiera en un personaje único, vengativo y justo. Imposible no solidarizarse con su causa, a pesar de que disparara por doquier. Tal fue su aceptación que pronto hubo una segunda e incluso una tercera parte, que aunque no fueron tan exitosas como la primera, mantuvieron atentos a sus seguidores. Ahora, 27 años después llega ésta nueva versión, una que en la narración parece haber tomado otro rumbo. Esta vez el drama personal de este hombre de familia pesa más que las balas y la sangre, y la corrupción de la policía cobra más atención que crímenes de las calles. En cuanto a la producción, tampoco hay un nuevo aporte, y aquello que podría haberse convertido en la verdadera innovación se regodea y agota en unos cuantos efectos sonoros y poca, poquísima sangre. Así las cosas no hay un gran derroche visual que dé cuenta de la gran tecnología y la película se queda el intento de ser una historia que no culmina. Entonces resulta comprensible el porqué la crítica y los fieles seguidores de su antecesora no le den su aval y aseguren que bien podrían no haber incurrido en ese gasto y conservar la primera como única. Por esto, la suerte de ‘Robocop’ (2014) podría estar casi echada y estaría condenada a seguir lo de lo ocurrido con otra película dirigida por el mismo Verhoeven en 1990, ‘El vengador del futuro’, que fue hace unos cuantos meses y que tampoco logró cautivar a sus espectadores. ¿Será que el éxito de aquellas estaba en la manera como su director las asumió y no en las historias? La pregunta queda de tarea.*Docente de la Universidad Autónoma de Occidente.

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