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'El Quijote de la Mancha' ya está en lenguaje de señas en Cali

La Sala Consentidos del Centro Cultural Comfandi acaba de lanzar una versión de ‘El Quijote de la Mancha’ de Miguel de Cervantes Saavedra, adaptada al lenguaje de señas. A futuro se piensa hacer lo mismo con novelas de la región como ‘María’.

15 de mayo de 2016 Por: Redacción de GACETA

La Sala Consentidos del Centro Cultural Comfandi acaba de lanzar una versión de ‘El Quijote de la Mancha’ de Miguel de Cervantes Saavedra, adaptada al lenguaje de señas. A futuro se piensa hacer lo mismo con novelas de la región como ‘María’.

Rubén Darío Cachiotis habla ahora en el lenguaje de señas. Milena Londoño, a su lado, se encarga de traducir lo que dice. Rubén Darío toma el libro de ‘El Quijote de la Mancha’ y encuentra con la rapidez de quien  conoce un camino de memoria una palabra que, hasta hace unos meses, le era muy extraña: ‘malandrín’. No existía, en el lenguaje de los sordos, una seña que la tradujera.

Ahora Rubén Darío agita su mano derecha y hace una mueca como quien tiene un problema grave para advertir que adaptar ‘El Quijote’  al lenguaje de señas fue una tarea tan difícil, una aventura que al principio parecía  traída de los cabellos como las propias historias que narra  Miguel de Cervantes Saavedra.

Rubén  es asesor y promotor de lectura en la Sala Consentidos del Centro Cultural Comfandi, un lugar donde la comunidad sorda y ciega de la ciudad acude para, entre otras cosas,  leer un libro en su idioma o informarse de las noticias que suceden en el mundo.

Fue ahí donde hace unos meses se les ocurrió la idea: a propósito del aniversario 400 de ‘El Quijote de la Mancha’, ¿por qué no festejarlo adaptándolo al lenguaje de los sordos para que puedan, por fin, conocer esta historia universal?

El libro adaptado, que en realidad es un video de una hora y treinta minutos, efectivamente se realizó y fue presentado el pasado 23 de abril, Día del Idioma, en las bibliotecas de todo el departamento. 

Los sordos que lo vieron giraron su  índice una y otra vez: ‘El Quijote’, decían carcajeándose, definitivamente está loco.

***

Para adaptar el libro al lenguaje de señas participaron Ana María Gallardo, intérprete de señas; Milena Londoño, coordinadora en la Sala Consentidos; Rubén Darío Cachiotis y Jairo Prieto, promotores de lectura y talleristas,  además de Juan Miguel Mejía, un artista sordo, quién se encargó de ilustrar los capítulos.

Durante seis meses se reunieron para leer la obra. Aunque primero Ana María Gallardo, la intérprete, intentó adaptarla al lenguaje de señas utilizando audiolibros. Fue imposible. El vocablo que utilizaba el narrador  era el mismo de  la obra original, es decir que es un lenguaje  tan antiguo que hay palabras que ni siquiera los oyentes entienden.

- Incluso había algunos términos en catalán. Tiré la toalla.

Milena Londoño la recogió, junto al resto del equipo, y  siguieron intentándolo. 

Como ‘El Quijote de la mancha’ es un libro monumental, que incluye micro relatos en medio de la gran novela, lo que hicieron enseguida fue apelar a una versión de lectura fácil, un resumen que conserva la esencia de la historia.

Lo leyeron junto a Ana María, quien se encargaba de explicarles a Rubén Darío y a Jairo los apartes que no entendían. ¿Cómo es eso, por ejemplo,  que El Quijote es tan flaco que tiene la carne pegada a los huesos?  

En el lenguaje de señas no existe el  doble sentido, no funcionan las metáforas. Es un idioma literal. Al pan pan, al vino vino.

Así que Ana María, para intentar explicar eso de la ‘carne pegada a los huesos’, levantaba su dedo meñique para indicar que el autor se refería a la delgadez extrema del personaje. Enseguida contraía sus cachetes para agregar que no solo era flaco, sino que efectivamente su carne estaba pegada a los huesos.

Cuando  entendían  el contexto, Rubén Darío y Jairo hacían una interpretación para  llevarlo todo al lenguaje de señas. Mientras tanto   Juan Miguel Mejía, el artista,  observaba y hacía lo mismo: interpretar lo que sus compañeros decían   para después ilustrar cada capítulo. El manuscrito de la novela gráfica ya está listo, y se espera publicar en los próximos meses.  

- Lo que hicimos entonces  fue  construir un glosario y crear nuevas señas  para algunas palabras, continúa explicando Rubén Darío.

El lenguaje de señas es limitado. No existen señas para las miles de   palabras del español. Eso hace que el acceso a la información, a los libros, a la cultura en general,  sea una barrera para la comunidad sorda. 

Por eso cuando encuentran libros adaptados a su idioma, o intérpretes como Ana María les cuentan las historias, es como si, de repente, se abriera la ventana de un mundo totalmente nuevo. Pueden llegar a sorprenderse hasta el llanto. Sucedió por ejemplo  con obras como Romeo y Julieta. ¿Por qué tenía que terminar en tragedia esta historia de amor? se preguntan algunos sordos cuando conocen la obra.

En esta ocasión, con El Quijote, sonríen: disfrutan la novela tanto como quien la lee. 

Ver la adaptación es, casi, presenciar   una obra de teatro. Rubén Darío y Jairo apelan a cuanto se les ocurre para describir, por ejemplo, unos caballos fuertes.  Ensanchan los hombros, sacan pecho, dan pasos elegantes, para describir a ese animal. 

A Sancho, en cambio, lo describen más fácil: hacen la forma de una gran panza sobre su estómago. Al Quijote lo describen señalándose el bigote y haciendo el gesto de quien porta una gran lanza.

- Uno de los aspectos más importantes de este proceso es que hubo un trabajo de investigación muy profundo por parte de todo el equipo, lo que permitió fortalecer su vocabulario. Además, es un proyecto de inclusión que les permite a las personas sordas disfrutar de las grandes obras de la literatura. El Quijote adaptado al lenguaje de señas es el primero en Colombia,  dice Milena Londoño.

En la Sala Consentidos del Centro Cultural Comfandi, de hecho,   se anhela que la comunidad sorda y ciega de Cali pueda acceder a otras obras universales pero también a novelas que hablan de región, de lo que somos como sociedad: ‘La Vorágine’ de José Eustacio Rivera, ‘María’ de Jorge Isaacs.

 

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