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"El que distribuye cultura vende imaginarios y sensaciones", Patricia Maya

Esta abogada pastusa es fundadora de Amalgama, un espacio alternativo de distribución cultural que poco a poco se ha consolidado como referente de la escena musical local. Así ve la cultura de la ciudad.

25 de junio de 2013 Por: Redacción Gaceta

Esta abogada pastusa es fundadora de Amalgama, un espacio alternativo de distribución cultural que poco a poco se ha consolidado como referente de la escena musical local. Así ve la cultura de la ciudad.

¿Qué es Amalgama Cultural?Es un espacio alternativo de distribución de propuestas artísticas enfocado hacia lo musical. El proyecto nació espontáneamente cuando empecé a abrir las puertas de mi casa para hacer música con amigos y poco a poco se regó el voz a voz de que éste era un espacio interesante para la expresión cultural. Hoy, dos años después de haber sido conformada como una fundación, Amalgama es una ventana a las nuevas propuestas artísticas de la ciudad.¿En qué se diferencia de los espacios culturales tradicionales?Cuando alguien va a un teatro se encuentra con una cuarta pared que es la del escenario. Aquí no existe esa cuarta pared ni la formalidad de un concierto de cámara sino un lugar donde los espectadores interactúan directamente con los artistas. Aquí la solemnidad entra a un espacio distinto, generando una conexión y una comunión entre el artista y el público. De esta forma tratamos de acercar a la gente a la producción musical local y, de paso, abrimos procesos de formación de públicos.¿Cómo es eso de formar públicos?Es un tema común dentro de los espacios culturales y es una problemática también porque uno tiene que armar una programación muy llamativa y comunicarla de manera igualmente llamativa para motivar a la gente a consumir propuestas culturales. El que distribuye cultura vende imaginarios y sensaciones, entonces cuando la gente llega debe sentirse parte de una experiencia distinta para que vuelva. Por eso hay que desmitificar la cultura como algo inalcanzable y al artista como si fuera alguien de otro planeta. ¿La gente es tan apática hacia la cultura que se hace necesario formar públicos?Lo que yo me he dado cuenta al ver la producción cultural de Cali es que se subestima su oferta. Aquí pasan muchas cosas que no salen en los medios. Una de las grandes preocupaciones no es que la gente no le guste asistir a eventos culturales sino que hay que ver cómo comunicarlos para que les interese. Uno de nuestros grandes enemigos es el televisor. ¿Cómo hacer que la gente lo deje para que vaya a teatro, a un concierto? Otro es la gratuidad: aquí hay muchos eventos gratuitos, y eso es igual a no reconocer al artista como profesional. Esos imaginarios que hemos tenido siempre no han permitido que el arte se reconozca como tal. Cuando se dé ese reconocimiento, apreciaremos más la producción artística y entendermos que para apreciarla hay que pagarla.¿Qué se debe hacer para enterarse de toda la oferta cultural que tiene la ciudad?Primero, tener ganas. Luego, usar las redes sociales. Uno entra a Facebook y se encuentra con una gran oferta cultural. Escribir la palabra “cultura” en su buscador arroja varios sitios que ofrecen una programación permanente. Y también está la Secretaría de Cultura y Turismo y el proyecto de Industrias Culturales, que son dos entes que permanentemente están informando de todas las posibilidades que hay para hacer turismo cultural en Cali. Internet es una herramienta muy poderosa para encontrar la movida cultural.¿Cómo ve nuestra movida cultural?Es efervescente. Estamos atravesando un momento de creación similar a la de los 70 cuando muchos se volcaron a la agitación cultural. Hay interés de abrir escenarios y producir ideas, que es lo importante.¿Cómo es la curaduría de las propuestas musicales que Amalgama acoge? Parte de los tres géneros que promovemos: jazz, música latinoamericana y experimental. No abrimos convocatorias pero siempre estamos buscando proyectos reales. Este no es un lugar para hacer plata sino para presentar propuestas. En ese sentido, Amalgama sirve para llegar a un nicho, construir público y, lo más importante, vivir la posibilidad de la creación colectiva.

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