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El pianista caleño que rinde tributo a Billie Holiday en Ajazzgo

Daniel Gutiérrez es una de las figuras de la nueva ola de músicos caleños que transforma la música colombiana con fusiones a partir del Jazz. En el Ajazzgo 2016 presentará junto a Andrea Flórez el tributo a la gran Billie Holiday. Y también las nuevas obras de su proyecto 'Manteca Blue'. Diálogo con un enamorado del teclado.

4 de septiembre de 2016 Por: Ossiel Villada Trejos / Jefe de Redacción Online

Daniel Gutiérrez es una de las figuras de la nueva ola de músicos caleños que transforma la música colombiana con fusiones a partir del Jazz. En el Ajazzgo 2016 presentará junto a Andrea Flórez el tributo a la gran Billie Holiday. Y también las nuevas obras de su proyecto 'Manteca Blue'. Diálogo con un enamorado del teclado.

Pudo haberse dedicado a cualquier otra cosa: a escudriñar volcanes, pilotear aviones, buscar estrellas o perseguir electrones. La cara de monaguillo que todavía tiene le hubiera dado incluso para  salvar almas perdidas con sotana y Biblia. Pero él decidió usar la beca Andrés Bello que otorga el Ministerio de Educación a los mejores bachilleres para dedicarse a explorar en la Universidad del Valle algo que considera más apasionante: la música. Y, dentro de ella, la magia del piano. 

El de Daniel Gutiérrez no es uno de esos casos típicos en los que el muchacho hereda un vasto legado musical de sus antepasados. Un día, cuando apenas tenía 7 años, supo que lo que quería ser en la vida no era científico, astrónomo, geólogo o piloto, como pensaban en su familia, sino músico. 

Y aunque nunca había tocado un teclado en su vida, cuando le preguntaron en la universidad respondió que quería ser pianista. 

Desde entonces no ha parado de tocarlo. Y ese instrumento lo ha convertido, poco a poco, en una figura relevante dentro de ese enorme universo de músicos jóvenes que están transformando la música colombiana a partir de la fusión desenfadada de sonidos provenientes del mundo entero.

Daniel Gutiérrez, creador del proyecto ‘Manteca Blue’, es uno de los invitados al Festival Ajazzgo 2016. Y recién desembarcado de Europa, donde concluyó una gira de promoción y formación, habló con GACETA sobre su propuesta y su mirada a la Cali de la música. 

[[nid:573211;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/09/gaceta07.jpg;left;{'Manteca Blue Sexteto' es el proyecto que Daniel Gutiérrez y cinco músicos caleños impulsan desde hace dos años.Especial para GACETA}]]

¿De qué se trata el proyecto que presentará en Ajazzgo?

Bueno, es un homenaje que haremos a esa gran figura del Jazz que fue Billie Holiday, cuya imagen y espíritu inspiraron la imagen del afiche de Ajazzgo 2016. Fue una idea de Diego Pombo, director artístico del Festival, quien nos llamó a la cantante Andrea Florez y a mí para concretarla. Se trata de una puesta en escena en la que Andrea va a cantar varios temas emblemáticos de ‘Lady Day’ en su muy particular estilo, con unos arreglos que hice para el formato de sexteto, y en los que tratamos de amalgamar el Jazz clásico con nuestro sabor caleño.

 Estamos muy contentos porque es un reto personal hacer que esta música suene bien, tomar todo ese sonido, transformarlo y darle vuelo a una gran cantante como Andrea para que pueda plasmar allí todo el talento que tiene. Creo que a los caleños les va a gustar mucho el resultado.

¿Qué ha representado para usted el Ajazzgo?

Para mí, como para muchos otros músicos de Cali y de todo el país, Ajazzgo ha sido un escenario crucial para nuestro trabajo. 

El Festival Ajazzgo es una ventana para descubrir grandes cosas que se están haciendo en el campo de la música y que Cali no logra ver. Es una de las pocas vitrinas que hay en Colombia para difundir estas nuevas músicas que se hacen  hoy en el país, y sus organizadores siempre hacen una apuesta clara por el trabajo de los músicos locales emergentes.

 

Y por qué hay cosas que la ciudad no logra ver, ¿estamos de espaldas a nuestro propio talento?

Definitivamente Cali es una ciudad cargada de música. Esta ciudad es un gran referente nacional en la creación musical, porque aquí se produce de todo: salsa choke, rock, jazz, fusión, música popular, música clásica, folclor del Pacífico, música andina colombiana y de otros países… en fin, hay demasiado. 

El caleño tiene muchas opciones y propuestas musicales para conocer. Pero ha fallado la socialización de la música a nivel local. La ciudad no ha logrado construir un puente entre la música que hacen muchos artistas, y el ciudadano del común. 

El caleño está muy sesgado por lo que pone la radio, pero lastimosamente ese medio, que es tan importante, no abre espacios para las propuestas que se crean en Cali. 

Ese es el desafío que tenemos por delante en la ciudad: crearle una audiencia y un mercado a todo el arte musical que se hace en Cali. Y repito: hay cosas maravillosas que la gente no conoce.

¿Qué hace falta para romper esa inercia?

Creo que se están haciendo muchas cosas positivas, pero de forma desarticulada. Hay que integrar más todos los esfuerzos que hace el Estado a través de la Secretaría de Cultura, con los de las empresas privadas que tienen escuelas de formación musical, los de los colectivos independientes y los medios de comunicación. 

Internet y las nuevas tecnologías han ayudado mucho a la difusión de la música en Cali, y está llevando a que los músicos locales sean más reconocidos y apetecidos a nivel nacional y mundial, pero hay que tener una acción más coordinada para abrir nuevos espacios de difusión de la música. 

Y creo que a la ciudadanía también le cabe la responsabilidad de asumir que Cali no es solo Salsa. La Salsa tiene un papel preponderante para la ciudad, y cada vez pesa más en las estrategias de turismo cultural que se promueven, pero no nos podemos quedar solo en eso. 

Hay que mostrarle al mundo  que esta ciudad es el paraíso para la creación de todo tipo de músicas. 

En Cali faltan espacios para encontrar, formar y mostrar todo el talento natural que tenemos. Cali no dimensiona toda su riqueza musical. Usted no se imagina la cantidad de talento que hay en el Distrito de Aguablanca, o en la zona de ladera, por ejemplo, y los caleños no lo conocen. 

Necesitamos más escenarios para hacer música, más escuelas, más espacios para mostrar a los creadores jóvenes. Así como se invierte en el Deporte, y se ven sus frutos en los Olímpicos, podemos replicar esa misma estrategia en el arte, con resultados igual de exitosos. 

Hay muchos músicos caleños trabajando en las grandes ligas a escala internacional, porque tienen el sello distintivo de venir de Cali.

¿Y qué  distingue ese sello ‘Made in Cali’?

La versatilidad y la capacidad creativa. Mire, son cosas que la ciudad no percibe, tal vez porque la música no se ve en competencia, como pasa con el deporte. Pero el nivel de Cali en materia de formación de músicos ha subido muchísimo en los últimos años, gracias a todos los esfuerzos que se han hecho, un poco de manera desarticulada. 

Aquí tenemos escuelas independientes que hacen un gran trabajo de perfeccionamiento, escuelas de ONG que forman semilleros, tenemos a Univalle y el Conservatorio que han avanzado mucho en investigación y formación.  Y además de todo eso, tenemos un microcosmos que les da a los músicos la posibilidad de hoy tocar música clásica en un aula, y mañana estar en la calle haciendo Rock, Jazz, Salsa, Cumbia, Bolero, Son o muchas otras cosas. Y eso le da al músico caleño una versatilidad que termina por posicionarlo muy bien en el plano internacional. ¿A qué se refiere cuando habla de ese microcosmos? ¿En qué se diferencia Cali de cualquier otra ciudad colombiana? Esta es una ciudad llena de mística y de magia. Es una capital cultural.  Yo conozco muchos músicos que han emigrado a otros lugares y regresan cada cierto tiempo a Cali para recargar su espíritu creativo.Cali es un territorio que cualquier músico anhela. El clima, el ambiente, los sonidos urbanos, los colores, el viento, los árboles, los atardeceres, el contacto humano, la forma de relacionarse del caleño… todas esas cosas generan un  terreno único para crear.  La ciudad no es consciente de eso, pero aquí, con estas condiciones, tendríamos cómo generar y exportar al mundo muchos más talentos.¿Qué es Manteca Blue y por qué lo emociona tanto  hablar de él?Manteca Blue and The Latin Corner es mi hijo. Se trata de un sexteto que nació hace dos años y que  ha evolucionado en la búsqueda de un lenguaje y una identidad propias, a partir de la experimentación con muchos sonidos del mundo.  Estamos haciendo composiciones propias, y la base de nuestra composición en gran medida es el tambor. O sea que es algo que va muy ligado al Jazz latino, pero intentamos ir mucho más allá de esa línea. ¿Y en qué se diferencia de otros proyectos colombianos que han ido por ese camino? Estamos tratando de crear un lenguaje nuevo, inédito, en el que la multipercusión y el Jazz latino tienen una presencia notable, pero donde también caben muchas otras influencias como el Funk, el Rock, el Son cubano tradicional y las músicas de las costas colombianas.  Por eso trabajamos creativamente bajo muchas influencias: desde Chucho Valdés hasta Stevie Wonder, pasando por los gaiteros de San Jacinto o las cantaoras del Pacífico.  Cada uno de nosotros aporta al proceso su aprendizaje y su sentir sobre las músicas del mundo, y por eso hemos logrado crear una forma de trabajo muy libre que nos lleva por caminos insospechados.  Nuestra consigna es respetar mucho las tradiciones musicales, pero también ser un poco atrevidos en la manera de verlas y tocarlas. El término ‘fusión’ se convirtió en una etiqueta comercial que muchos cuestionan por ser sinónimo de ciertas cosas sin alma. ¿No teme caer en ese terreno? No tememos a la fusión, ni a la experimentación. Para nada. Una de las grandes fortalezas de un músico, o de un artista en general, es su capacidad de tener una mirada ecléctica del arte. Y a partir de ella tener versatilidad.  El arte no es una ecuación matemática en la que 2 más 2 son 4. Y por eso uno debe arriesgarse a crear sin el temor a equivocarse o a los juicios. Es necesario fusionar, mezclar, incluso estrellarse, para crear un lenguaje propio. Es nuestra consigna y lo que nos impulsa en la aventura de ‘Manteca Blue’. ¿Qué es el piano para usted? Todo. Se lo explico así: el piano, para mi, tiene vida. Y siempre está ahí con vos. Tiene magia. Te siente y te escucha, habla por vos cuando no podés hablar. Y es un instrumento agradecido: cuando vos le das afecto, cariño, cuando lo estudiás, cuando él sabe que te esforzás, él te está  respondiendo todo el tiempo. Yo nunca quise ser cantante, ni ser famoso, siempre quise ser pianista y no podría ser otra cosa que no fuera tocar el piano. 
”El piano tiene vida.   Tiene magia. Te siente y te escucha, habla por vos cuando no podés hablar. Yo nunca quise ser cantante, ni ser famoso, siempre quise ser pianista”

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