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El pastelazo francés

La comedia ‘No molestar’ protagonizada por Christian Clavier, narra la historia de un padre de familia amante de la música que lo único que quiere es oír una joya música que ha descubierto en un mercado de pulgas. Sin embargo, el destino está empeñado en impedírselo. Una película que se construye con situaciones reforzadas pero que deja ver formas de asumir la vida.

24 de enero de 2016 Por: Por Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

La comedia ‘No molestar’ protagonizada por Christian Clavier, narra la historia de un padre de familia amante de la música que lo único que quiere es oír una joya música que ha descubierto en un mercado de pulgas. Sin embargo, el destino está empeñado en impedírselo. Una película que se construye con situaciones reforzadas pero que deja ver formas de asumir la vida.

La vida del parisino Michel Leproux (Christian Clavier) transcurre dentro de su neurosis natural. Pocas cosas lo hacen tan feliz como refugiarse en su estudio y escuchar su colección de discos.  Amante como es del jazz, acaba de descubrir en un mercado local aquella joya musical que siempre ha querido tener. Su día no puede ser mejor y después de hacerse a él, apenas si puede esperar  llegar a su casa para escucharlo en la tranquilidad de su santuario musical.    

Pero allí  las cosas están lejos de ser lo que él imagina: su hijo ha decidido acoger en el cuarto de servicio a una familia de inmigrantes ilegales y un empleado está arreglando uno de sus baños. Como si esto fuera poco, su mujer yace sumida en una de sus acostumbradas depresiones.  Michel intenta fingir que nada pasa y sigue adelante con sus planes de oír su disco, ya habrá tiempo para  encargarse del resto. 

Pero no lo consigue. No solo porque el empleado fracasa en el intento de su reparación, sino porque su esposa decide abrir la boca y contar lo que siempre ha ocultado.  

Este es solo el comienzo de un día que termina convirtiéndose en un verdadero infierno para el neurótico francés que va de  mal en peor intentando lidiar, como puede, con cada situación.  Pero nada parece tener fin en esta producción donde la puesta en escena y los personajes terminan sosteniendo una trama que resulta reforzada para en el terreno cinematográfico. 

No así en el teatro, de donde es originaria y que fue adaptada  por el inquieto director Patrice Leconte, quien ha explorado muchos géneros y épocas como ‘Ridicule’ (1996), ‘La chica del puente’ (1999) y ‘Mi mejor amigo’ (2006) solo por mencionar unos títulos.  Esta vez se acompaña del actor Christian Clavier, a quien vimos hace poco en la comedia ‘No se casen con mis hijas’.

El detalle teatral podría ser revelador a la hora de acercarse a una producción que si bien no es lo más cinematográfica posible, aprovecha al máximo los espacios y los personajes que tiene enfrente.  También se hace necesaria la complicidad del espectador que no somete la narración a preguntas lógicas sino que disfruta más con los equívocos y las inverosímiles coincidencias.  

Sin embargo, ‘No molestar’ tiene esos  guiños culturales que manejan tan bien los franceses.  Esa innata característica de ser  capaces de burlarse de sus más sagrados dogmas y de sus complejidades. Así, problemas como el existencialismo, la culpa, la solidaridad y la tradición comparten colchón con las aparentes banalidades. 

Infortunadamente, nada se explora con profundidad y al final la pelota queda rebotando en el terreno del espectador cuando queda en el aire la reflexión propia del género que alecciona al protagonista. Aquí, por supuesto, el final termina siendo una dulce ironía de la vida que deja al señor Leproux en las puertas de la reflexión. Un final recurrente en Leconte. En ‘Mi mejor amigo’, también otorga un castigo momentáneo a su protagonista y ahora en ‘No molestar’ impregna con un  poco de ternura la trama.   

Siendo así, alejándonos de la probabilidad y acercándose más al terreno de lo posible, podríamos incluso mirar con otros ojos aquellos pastelazos predecibles en que llegan a convertirse las escenas de una película en la que no faltan las confesiones confusas, los enredos con los vecinos y las peleas con puños poco trascendentes.  Conocer estos detalles liberan la película de las altas pretensiones con las que la puede abordar el espectador y le dan cabida al absurdo y, por supuesto, comentarios como “este pobre hombre es muy de malas” podría venir bien. 

Un tipo de comedias y personajes cómicos que ya hemos visto de directores como Woody Allen. Justanmente en este film  es fácil ver los vestigios Allen que ya reconocemos, aquel hombre complejo sumergido en su aburrida cotidianidad, que tiene que enfrentarse al universo que se pone en su contra.  La esposa compleja, la amante loca, el amigo sorprendido y el obrero incapaz terminan por llevar al neurótico musical a su límite, convirtiendo su entorno en todo un caos.  

‘No molestar’ es un buen ejemplo de que las comedias baratas a nivel de producción y aquellas construidas con lugares y personajes comunes no son exclusividad nuestra.

Docente Universidad Autónoma de Occidente.

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