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¿El ocaso de Woody Allen?

‘Magia bajo la luz de la luna’, la última película de este director neoyorkino, rodada en Francia, narra una historia insípida enmarcada en el verano francés de los años 20. Lejos empiezan a quedar los días luminosos de un director que ya luce desteñido y cansado.

14 de diciembre de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

‘Magia bajo la luz de la luna’, la última película de este director neoyorkino, rodada en Francia, narra una historia insípida enmarcada en el verano francés de los años 20. Lejos empiezan a quedar los días luminosos de un director que ya luce desteñido y cansado.

Salir de la sala del cine con la cabeza llena de preguntas es, en el mejor de los casos, algo bastante bueno. Llevarse consigo personajes, universos y destinos no podría ser un mejor síntoma de una película que rebasa, por mucho, sus propias expectativas. Pero a veces, cuando se enciende la luz de la sala, nos asaltan dudas punzantes que nos llevan a pensar sobre la necesidad de la existencia de esa película. Pensándolo bien, esta escena la he protagonizado varias veces en mi rol de espectadora. Sin embargo, el asunto se avinagra mucho más cuando detrás de la película está un director que ha sido de nuestros más profundos afectos. Es un dolor casi comparable con el engaño. ¡Cómo pudo hacer algo así! ¿Por qué borró con el codo lo que durante tantos años hizo con la mano?Muy decepcionada. Así he quedado tras asistir a la última película de Woody Allen: ‘Magia bajo la luz de la luna’. La historia, que transcurre alrededor de los años 20 en una provincia francesa, se centra en las artimañas de las que se vale un reconocido mago de teatro para desenmascarar a una joven norteamericana que se hace pasar por una vidente en el prestigioso medio de los ricos de la región. Pero, a medida que avanza su investigación del mago quien, de manera reforzada, convive con la joven, por la que asegura no sentir nada, empieza a ceder. A esta altura de la trama es fácil suponer lo que va a pasar: aquel mago que se dice enamorado de su actual pareja y que manifiesta de dientes para afuera un rechazo directo a la joven, cambia sin mayores razones. Poco después, de manera ‘mágica’ y casual, la joven y él se reconocerán enamorados de la nada y entonces la película, que patinó todo el tiempo en la misma situación, terminará de una manera casi tan insípida como empezó. De ahí que la producción adornada con una exquisita banda sonora y con una deliciosa dirección de arte, que incluye hermosos autos, vestidos, jardines veraniegos y palacetes franceses, se agote en su intento narrativo sin cumplir con las promesas clásicas de género que ofrece cuando se esgrime y vende como una comedia romántica. Está bien, hablamos de Allen, y aquí dejaré mi rol de juez para volverme parte y defender el legítimo derecho que le otorgan sus años y el metraje de tantas y tantas películas filmadas. Él siempre ha sabido moverse con propiedad, navegando entre las aguas dulces y saladas, sin tomarse muy en serio la pureza de los clásicos, llegando a alterar a los dioses como lo hizo con ‘Poderosa afrodita’ o volando sobre el río Sena en su musical de ‘Todos dicen I love you’. Es verdad, pocas han sido las cosas que el polémico neoyorkino no ha experimentado. Pero como lo que nos convoca es el cine, centrémonos solo en él y demos una mirada rápida a su extensa producción donde encontramos thrillers bien estructurados, entre ellos ‘Match point’ que muchos consideran su obra maestra, la matizada pieza de ‘Interiores’ y sus acostumbradas comedias donde el sicoanalista, el director frustrado, la madre y hasta el mismísimo Groucho Marx han sido personajes recurrentes: ‘El dormilón’, ‘Desmontando a Harry’ ‘Annie hall’ y ‘Misterioso asesinato en Manhattan’ por mencionar solo unas cuantas. Tras sus escándalos familiares y rodar sus últimas películas en suelo norteamericano, ‘Un final hecho en Hollywood’ entre ellas, Allen se mudó a Europa, donde continúo su carrera de otra manera. Poco a poco empezaron a quedar atrás algunos de personajes, conflictos y diálogos reconocidos, para darle paso a nuevas situaciones enmarcadas en distintos países y escenarios, acompañado siempre de su elenco exquisito que incluye actores de moda, por los que Allen parece tener especial interés: ‘Conocerás al hombre de tus sueños’ rodada en Londres, ‘Vicky, Cristina, Barcelona’ y ‘’De Roma con amor’.Ahora ‘Magia bajo la luz de la luna’ se suma a la lista de películas de un director productivo como pocos y que por lo mismo empieza a sentirse gastado en su discurso y su humor. Lejos empiezan a quedar los días de sus protagonistas excesivos y de aquellos diálogos maravillosos y bien estructurados, por lo que solíamos amarlo y seguirlo. Ahora parece estar más interesado en crear atmósferas de época, tal como lo hizo con ‘Media noche en París’ o en insistir con personajes y misterios del mundo extrasensorial como lo hizo con ‘La maldición del escorpión de jade’, que en desarrollar tramas. Así las cosas, y con el perdón de sus más férreos seguidores, creo que asistimos al ocaso de un director que fue grande. Uno que todavía da sus patadas en la industria, manteniéndose activo con una o dos producciones anuales, algunas de las cuales han generado uno que otro esporádico chispazo. Pero la constante es otra. Entonces, si el amor acaba, ¿por qué habríamos de pensar que la genialidad de Woody nos duraría para siempre? Como la música ligera… nada más queda.

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