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El negociador de la Guerra Fría

Después de dirigir ‘Lincoln’ y producir otras tantas, Steven Spielberg nos trae ‘Puente de espías’. Protagonizada por Tom Hanks esta es la historia de James Donovan, un abogado Neoyorkino que gestionó (entre otras cosas) el intercambio entre un espía ruso y dos rehenes norteamericanos en Alemania del Este. Basada en un libro de igual nombre, la última apuesta del director norteamericano es rica en detalles y generosa de extensión.

8 de noviembre de 2015 Por: Por Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Después de dirigir ‘Lincoln’ y producir otras tantas, Steven Spielberg nos trae ‘Puente de espías’. Protagonizada por Tom Hanks esta es la historia de James Donovan, un abogado Neoyorkino que gestionó (entre otras cosas) el intercambio entre un espía ruso y dos rehenes norteamericanos en Alemania del Este. Basada en un libro de igual nombre, la última apuesta del director norteamericano es rica en detalles y generosa de extensión.

Corren los años cincuenta y mientras Europa se recupera de la guerra, nuevas dinámicas de relación se ejercen en el mundo. El miedo y la paranoia han obligado a que Estados Unidos y Rusia empiecen esto que durante muchos años se conocerá como la guerra fría.  En este contexto conocemos a James Donovan (Tom Hanks) un abogado neoyorkino, al que le es asignada la defensa del espía ruso Rudolf Abel, capturado en territorio norteamericano.  Aunque no está muy convencido de aceptarlo, a Donovan no le queda alternativa.  Estuvo presente durante los tratados de Nuremberg y  nadie más indicado que él para llevar a cabo la defensa de un prisionero que, por ley,  tiene derecho  a un abogado. A quien que no le gusta la idea es a su esposa, que al igual que el resto de los ciudadanos estadounidenses mantiene la idea de que los rusos son enemigos y no merecen ningún tipo de consideración. 

Pero Donovan es un tipo ético que logra sobreponerse a los prejuicios y emprende su tarea con responsabilidad convencido de poder hacer algo por su cliente.  El primer veredicto del juicio, sin embargo le deja un amargo sinsabor, no solo su cliente es declarado culpable (y condenado a muerte) sino que su familia empieza a  recibir terribles amenazas en las que los señalan, entre otras, de traidores a la patria. 

No conforme con esto, Donovan decide llevar el veredicto a otras instancias y consigue convencer a los miembros de tribunal de revocar la sentencia de muerte asegurándoles que Abel podría servirles más vivo que muerto e incluso suponiendo que eventualmente podrían intercambiarlo por algún prisionero de su bando.  

Mientras esto ocurre, a cientos de kilómetros el gobierno prepara varios pilotos en un silencioso y naciente organismo que tiene como único propósito espiar a los rusos.  Su misión es puntual, deben tomar fotografías de  territorios enemigos desde las famosas aeronaves U2.  Para esto han sido entrenados y se les ha explicado una y mil veces el protocolo de seguridad que deben seguir si están en peligro de que ellos o sus naves queden en manos enemigas: deben destruir la nave y acabar con sus vidas haciendo uso de un arma secreta camuflada en una moneda. 

Pero todo este entrenamiento parece haber sido inútil en Gary Powers, un piloto que es alcanzado por proyectiles rusos desde tierra. El hecho, por supuesto, produce la caída de la aeronave y el pánico en Powers quien no se siente capaz de destruir la nave, ni mucho menos de terminar con su vida. De esta manera  terminan en manos enemigas. 

Este hecho le brinda a Donovan la posibilidad que estaba esperando y poco después es designado, de manera extraoficial, como mediador de dicho intercambio. 

Entre estos y los demás detalles que ocurren de ahí en adelante, transcurre la trama de ‘Puente de espías’.  Una producción generosa en información, diálogos y detalles históricos que sin duda resultan interesantes y necesarios pero que pueden convertirla en pesada y lenta.  Nada novedoso si consideramos que la dirección corre por cuenta de Spielberg, quien hace mucho maneja el tiempo a su antojo, sobre todo cuando de personajes o hechos históricos se trata.   Su búsqueda ha descansado en eventos de la historia estadounidense que en su momento fueron relevantes y que por el paso del tiempo han ido quedando en el olvido.   

Muestra de ello han sido películas como ‘Lincoln’ ‘Munich’ y ‘Caballo de guerra’ (solo por mencionar sus últimas…) y ahora ‘Puente de espías’.  La película que lleva su nombre gracias al  puente Glienicke, que une a Berlín con Postdam y que durante más de 20 años estuvo cerrado.  El lugar que solo se habilitaba en ocasiones especiales como el intercambio humanitario que  Donovan propició entonces, entregando al espía Abel a cambio de Powers y del estudiante norteamericano Federic Pryor, quien fue confundido y capturado por los alemanes. 

Esta película hecha a la vieja usanza, carente de exceso de efectos y que se centra en el andamiaje anecdótico, empieza en New York para después trasladarse a la devastada Berlín de la postguerra donde presenciamos, de reojo, la división física de un país que hace mucho obedece a dos dinámicas diferentes.  El guión de la película corre por cuenta de Ethan y Joel Cohen y explora en los matices dramáticos de un protagonista interpretado por Hanks sosegado y pausado. 

‘Puente de espias’ requiere una buena dosis de paciencia y algo más de atención para mantenerse durante las dos horas de duración.  Pero es, sin duda, una película que vale la pena ver, así sea vista como una cátedra de historia.

@kayarojas

Docente Universidad Autónoma de Occidente.

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