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El Museo La Tertulia clausura año con una exposición de Víctor Albarracín

La exposición que reúne video, dibujos, libros, cuadernos de notas, etcétera, contiene objetos que su autor había regalado y pidió prestados; reciclajes de otras obras y multitud de cosas de uso cotidiano.

26 de noviembre de 2012 Por: Redacción de El País

La exposición que reúne video, dibujos, libros, cuadernos de notas, etcétera, contiene objetos que su autor había regalado y pidió prestados; reciclajes de otras obras y multitud de cosas de uso cotidiano.

Si alguien quiere saber lo que es el arte efímero, perecedero, evanescente, que hoy es y mañana no, visite en la Sala Alterna del Museo La Tertulia el ‘Tratamiento de las contradicciones’ del artista bogotano Víctor Albarracín (1975).Es un batiburrillo de video, dibujos, libros, cuadernos de notas, que están allí por el simple hecho de haber sido elaboradas por Albarracín. Y es reflejo de los cambios que se advierten en la concepción del museo impuestos por los curadores .El expositor mismo es un cúmulo de muchas cosas: a lo largo de sus 37 años ha sido crítico de arte, profesor, diseñador de publicaciones, corrector de estilo de libros, hasta de salud. Es cantante de rock, ha escrito cuentos cortos y hecho dibujos, performance, música y videos. Este picaflor intelectual ganó Premio Nacional de Crítica del Ministerio de Cultura y de la Beca Fulbrigth 2012. Lo que muestra en Cali, explica o trata de explicar su crítica a los procesos del arte; habla del fracaso de las publicaciones especializadas en arte, de las creencias sobre los artistas, la representación de la izquierda y de los colegas que le gustan y los que no le gustan:Es una muestra bien ecléctica...Sí. Es un proceso muy largo, porque hay cosas desde mediados de los 90. Es mucho tiempo y muchos intereses juntos, que al ponerlos en el mismo espacio dan ideas muy variadas sobre el proceso artístico. ¿Hay eje temático?No. Hay líneas como la relación entre mi vida real y mis actividades profesionales; el ser artista y tener que trabajar en otras cosas para sobrevivir; la relación con la sociedad a través de la exposición. También está el gusto por la escritura para definir la ambivalencia de ser artista.Es un reflejo de su vida...Soy todero. Debo sobrevivir y porque me aburro rápido con una sola cosa. ¿Fue difícil escoger los objetos?Casi todas las cosas expuestas las había regalado o botado o dejado de lado hace años. Es parte de mi proceso personal el que cada cierto tiempo tire lo que he hecho. Además, cuando me invitaron a exponer no tenía nada y pensé en cómo recuperar lo que había dado, pues por lo regular yo hago una pila de obras en un espacio público y dejo que la gente se lleve lo que quiera sin cobrarle. La recuperación fue por intuición, porque algunos se tomaron el trabajo de guardar cosas.Es como si no valorara lo que hace.El arte no es asunto de valor. A mí no me interesa lo económico, atesorar piezas que se convierten en mercancías y luego son avaluadas. Pero tienen valor sentimental.El suyo es un arte efímero...Es importante pensar que las cosas tienen una vida corta y después desaparecen y vuelven a aparecer en procesos de transformación. Yo hago el arte para el instante. Lo que perdura es la historia personal.En ese sentido, exponer durante dos meses es una eternidad.Realmente sí. A mí me gusta más exponer una noche y el otro día, adiós. Pero cuando el curador Sebastián Ramírez me propuso hacerla, debí entender que el museo tiene dinámicas propias.Es difícil definirlo como artista...Hago cosas que tienen qué ver con el arte... en algunos momentos. No siempre.Y una suma de contradicciones.Por eso la exposición se llama así, pero el tratamiento es aceptarlas.Usted hablará con el público apenas el 11 de enero de 2013, poco antes de la clausura de su exposición. Es buen modo de cerrar: sentarse a charlar con la gente para escuchar lo que piensa. Para eso hay que aguardar a que coja confianza y diga lo feo que uno le parece.

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