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¿El final de Po?, crítica a película 'Kung fú panda 3'

A pesar de conservar algunos guiños ya reconocibles de la producción y trayendo a la memoria viejos personajes, la historia ya luce agotada y poco divertida. Podría ser la más floja de las tres historias del guerrero dragón.

3 de abril de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

A pesar de conservar algunos guiños ya reconocibles de la producción y trayendo a la memoria viejos personajes, la historia ya luce agotada y poco divertida. Podría ser la más floja de las tres historias del guerrero dragón.

Al mejor estilo de las sagas de guerreros legendarios Po, el panda guerrero dragón, parte en busca de su origen. La aventura en la que ya hemos visto los héroes de otras historias tiene por objetivo encontrar respuestas y reforzar la identidad. Algo así como que es necesario saber de dónde se viene para conocerse.  

Así las cosas, esta nueva versión de ‘Kung Fu Panda’ retoma el hilo que ya se había planteado en la segunda entrega (2011), donde se dejaba expuesto que, después de todo, Po no era el último panda que existía en China. Contrario a esto existía una aldea lejana llena de ellos entre los que estaba el padre biológico del guerrero. 

Ante tal expectativa,  la tercera versión no podía ser más esperada. El encuentro de Po con su padre prometía darle un giro interesante a la historia, pero las ilusiones pueden quedar insatisfechas. 

La película empieza mostrándonos a Po y a sus cinco fantásticos amigos disfrutando de la tranquilidad de China tras derrotar al pavo real Shen. El maestro Shifu ha decidido dar un paso al lado y entregarle al panda las enseñanzas y formación del equipo conformado por Tigresa, Grulla, Mono, Mantis y Víbora.  

El Panda no sabe cómo hacerlo, apenas si ha podido lidiar con sus misiones improvisando un poco aquí y allá y claro, oyendo esa voz interior que le señala el camino. Pero de ahí a enseñar hay mucho trecho. Sin embargo, el maestro ha hablado y ante esto el aprendiz debe obedecer. Y así lo hace  Po, aunque  entrenar y formar a sus propios amigos no se le dé muy bien.  

Pero ese es solo el primero de los  cambios que tendrá que afrontar porque pronto se encontrará cara a cara con un panda enorme (llamado Lí) que está buscando a su hijo.  Sí, se trata del mismo que vimos al final de la segunda versión. La aparición del padre por supuesto despierta sentimientos encontrados: la felicidad de Po y los celos del viejo ganso, su padre adoptivo.  

Mientras todo esto sucede, en una dimensión paralela, algo así como en el mundo de los espíritus, el maestro Oogway, aquella tortuga sabia y centenaria que años atrás lo señalara a él como el guerrero dragón, se encuentra con un viejo enemigo, un yak  llamado Kai.

La ambición de este guerrero no reconoce límites y ha empezado a apoderarse del ‘qi’ (la energía vital) de todos los conocedores del Kung fu de la historia.  Su poder crece cada vez más al punto que los más diestros y fieros maestros, incluido Oogway, han sucumbido frente a él.  Y ahora ha logrado trasladarse al terreno de los vivos en búsqueda de aquel guerrero dragón del que tanto se habla.  

Esta aparición por supuesto da ese ingrediente tan necesario en todas las películas de héroes. Y le da un giro interesante cuando se explica que la única manera de derrotar aquel villano yace en un secreto que solo los pandas poseen. El problema está en que Po, a pesar de ser un panda… no sabe ser panda. Después de todo fue criado por un ganso cocinero especialista en fideos y su famosa sopa del ingrediente secreto.  

El recién llegado Lí le ofrece a su hijo acceder al secreto. Basta con que vaya a vivir con ellos a la recóndita aldea.  Entonces Po parte en busca de respuestas o más bien de estímulos que le permiten conectarse con su esencia y con todo lo que significa ser un panda. 

Así la película avanza en medio de situaciones flojas, por demás repetidas: el apetito del Panda, su torpeza y su adorable ingenuidad. Este encuentro con sus iguales se pierde en una película que se queda a medio camino entre ser una historia emotiva y una emocionante.

Muy a pesar esta saga que me había resultado particularmente interesante y muy divertida, en sus anteriores versiones, no consigue ser ni lo uno ni lo otro.  Porque aquí no importa desarrollar la destreza ni encontrar la virtud que permita vencer al enemigo ni tampoco  son relevantes los valores de la identidad, la familia y la amistad como fueron antes. 

En ‘Kung fu panda 3’ Po pasa gran tiempo metido en la aldea del no tiempo donde ni encuentra tantas respuestas, ni se conecta con el padre como debería. Más bien lo vemos intentando rodar por una colina  mientras que la sombra del enemigo que aparenta ser temible  se acerca.  Pero en realidad tampoco aparenta ser un problema serio.  

Sí, este enemigo no logra ser la sombra de los villanos de las antecesoras 1 y 2.  Ni es experto conocedor de las artes marciales ni está lleno de odio como Tailong ni quiere destruirlo porque piensa que el Panda terminará con su reinado.  

De alguna manera ‘Kung fu panda 3’ intenta dar las respuestas  que quedaron en el aire en sus dos anteriores versiones y lo consigue.  Esto nos lleva a pensar que tal vez se trate del final de una saga. Sí es así, mejor quedarse con el recuerdo de la primera y la segunda. 

@kayarojas

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