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El español Llorenç Barber abrirá el 50º Festival de Música de Popayán

El concierto denominado ‘Un pregón por la vida’ tendrá lugar a partir de las 8:00 p.m. y contará con la participación de 40 percusionistas de la ciudad, para estrenar la obra escrita en homenaje al cincuentenario del festival.

19 de marzo de 2013 Por: Redacción de El País

El concierto denominado ‘Un pregón por la vida’ tendrá lugar a partir de las 8:00 p.m. y contará con la participación de 40 percusionistas de la ciudad, para estrenar la obra escrita en homenaje al cincuentenario del festival.

Hacía catorce años, desde el siglo pasado, Llorenç Barber no venía a Popayán y, de alguna manera, no le sorprendió encontrarla casi igual, salvo los arreglos del Parque Caldas. Pero lo que más conoce de la ciudad, sus campanarios, los halló como si se hubiera ido la víspera.Esos campaniles, los de las nueve iglesias del sector histórico de la capital caucana, fueron la razón ser de su regreso, pues esta noche Barber los hará sonar para inaugurar el 50º del Festival de Música de Popayán. Y vino con su esposa, la etnomusicóloga Montserrat Palacios, “que es campanera como yo”, dice.El concierto denominado ‘Un pregón por la vida’ tendrá lugar a partir de las 8:00 p.m. y contará con la participación de 40 percusionistas de la ciudad, para estrenar la obra escrita en homenaje al cincuentenario del festival.Si bien este certamen por lo regular se lleva a cabo durante la Semana Santa, el concierto de campanas se anticipará, debido a que durante los días de la pasión la liturgia prohíbe tocarlas, pues su sonido alegre no compagina con el espíritu de esa conmemoración.El músico con más de 30 años de trayectoria, que ha hecho sonar los bronces de casi todo el mundo occidental (incluida la apertura del Año de Jubileo de Juan Pablo II), aceptó explicarles a los lectores de El País los conceptos que maneja sobre este tipo de conciertos y cómo será la mejor manera de escucharlo:¿Cómo se monta un concierto de estos?La campana tal como está fundida y está envejecida, no da una nota, sino un grumo de notas, pero no una melodía, sino colores o ritmos o densidades, temporalidades, aceleraciones, en fin, cosas más físicas. Es decir, nos volvemos más campana y menos orquesta.¿Los músicos deben tener conocimientos de física, por la distancia que deben recorrer los sonidos?Tampoco es tan grave. Un retraso de uno o dos segundos, que en una orquesta sería fatal, en un espacio abierto no causa problema. Cada músico tiene una partitura y un cronómetro, y cada director tiene dos por si uno falla. Con eso se logra los que llamo ‘acordes de ciudad’ y que todos lleguen a la vez a un punto musical.¿Dónde se ubicará el director?(sonríe). Por ejemplo, en La Ermita hay que subirse al tejado, pues el director estará en el tejado. En cada campanario habrán un director y dos músicos.¿Cómo así?No nos resignamos a tocar las campanas desde la puerta como hacen los campaneros, que para llamar a misa tienen una cuerdita a la que le dan cuatro tirones y ya, todo el mundo avisao. Para nosotros eso es un pecado. Por eso nos subimos a besar y abrazar la campana y hacerla sonar con mil maneras de badajearla.¿Todos los músicos son percusionistas?En sentido completo, pues deben tocar en posturas incómodas, a alturas de peligro mortal y atados por la cintura a un arnés, para sacarle las mil bellezas a un badajo. ¿Y si temen a la altura?Alguno ha habido, entonces le hemos cambiado de sitio, donde no sienta pánico. De esa manera ha descubierto que tiene la cóclea desequilibrada, pues no lo sabía.¿En qué estado halló las campanas?Algunas están rotas desde el terremoto de hace 30 años, y bastante, pero dan sonidos singulares, lo cual las convierte en documentos musicales. En cambio, las campanas que están en buen estado se puede aplicar la noción de nota musical. Pero quiero insistir en que no se puede aplicar los conceptos musicales de una orquesta, pues sería como explicar a Picasso desde los cánones estéticos renacentistas.¿Qué tipo de música sonará?Es arte público sonoro. Es decir, se trata de ocupar el aire que respiramos en Popayán con el sonido de campanas viejas, desafinadas, hermosas y llenas de memoria.O sea, se aprovechará las vibraciones que las orquestas tratan de controlar...Así es, muy bien. Por ahí hay que entrar. En las orquestas se usa la vibración como una nota de paso, nosotros la aprovechamos como un discurso de densidades y colores. ¿Se puede acompañar a un cantante?Si el cantante usa con su voz una emisión no afinada, de densidades y colores, no habría problema. Pero si va a cantar el ‘Ave María’ de Schubert, poca gracia le hará que nosotros estemos ahí detrás.¿Dónde ubicarse para escucharlo?Caminando, en cruces de calles, en plazas, pero nunca hacerse debajo de un campanario determinado, porque las ondas sonoras pasarán por encima de la cabeza y sólo se percibirá el eco. Bueno es ubicarse a 40 o 50 metros de un campanario y mucho mejor buscar puntos donde se escuchen varios a la vez. También será muy bueno subir al cerro.¿Qué enseñanza dejará a los músicos?En el concierto tendremos tres campaneros adolescentes. Fueron los primeros en acercarse, aunque no saben solfeo. Naturalmente los aceptamos, de mil maneras felices. Como todos los músicos son de Popayán, mi mujer y yo nos iremos dejando a 40 y tantas familias que tienen un hijo que ya sabe tocar campanas y podrá sacarle los mejores sonidos que nunca un sacristán se atreverá a hacer. Eso va a enriquecer la sociedad.

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