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El cine caleño es marginal: Óscar Campo

Óscar Campo, profesor de muchos de los cineastas más importantes del país y uno de los impulsadores del Festival de Cine de Cali, habla sobre la situación que vive el cine en la ciudad y de lo que él considera ‘la ilusión de un ‘boom’ en la producción cinematográfica caleña”.

5 de febrero de 2017 Por: Yefferson Ospina / Reportero de Gaceta

No se exagera si se dice que Óscar Campo, cineasta caleño y profesor de la Escuela de Comunicación de Univalle, es uno de los principales responsables de que la última generación de cineastas de esta ciudad sea, también, la más importante. O al menos, la que mayor reconocimiento internacional haya alcanzado. 

Óscar Campo fue director de la tesis de grado de Óscar Ruiz Navia, cuyo resultado fue la película ‘El vuelco del cangrejo’, considerada el primer film de lo que podría denominarse ‘La nueva ola del cine caleño’. 

Campo también dirigió la tesis de grado de César Acevedo, que  terminó en la película ‘La tierra y la sombra’, una de las obras más importantes de toda la cinematografía colombiana y única en ganar la Cámara de Oro en Cannes.

 William Vega (‘La Sirga’), Santiago Lozano (‘Siembra’), Carlos Moreno (‘Perro Come Perro’), Jorge Navas (‘La Sangre y la Lluvia’) son algunos de los directores caleños que asistieron a sus clases en Univalle y sobre quienes gravitó la compleja erudición de Campo, un hombre que en sus disertaciones sobre cine cita un clásico de Bergman o las películas más remotas de un cineasta desconocido de Grecia para construir una crítica a partir de las teorías de Adorno o Deleuze.

Director de innumerables documentales, entre los que se destacan ‘Noticias de Guerra en Colombia’ (ganador del Premio Planeta en 2003), ‘El Proyecto del Diablo’, ‘Pacífico Negro’, ‘Recuerdos de Sangre’ (ganador del premio Mejor Documental en el Festival Internacional de Cartagena en 1990); ‘Cuerpos Frágiles, entre otros. Director  del largometraje de ficción ‘Yo soy otro’,  amigo de Andrés Caicedo y con un especial cercanía al llamado ‘Grupo de Cali’, Campo fue también uno de los impulsadores de ‘Rostros y Rastros’, una de las series de documentales televisivos más importantes del país. 

Es, también,  uno de los intelectuales cinéfilos detrás del Festival Internacional de Cine de Cali. 

Usted dirigió ‘Bajo el mismo el cielo’, la serie documental que terminó el pasado miércoles emitida por Telepacífico. ¿Cómo fue el proceso de realización?

Se trató de un iniciativa de la nueva dirección de Telepacífico, que ha tratado de dar un viraje a la programación del canal. Para esta convocatorio, que ganó la Escuela de Comunicación Social de Univalle, se llamó a egresados y profesores para que dirigieran varios documentales.El espacio permitió el planteamiento de temas, de personajes, situaciones que no aparecen usualmente en la televisión. La mayor virtud de estos trabajos, y a su vez del espacio que Telepacífico les ha abierto, es la posibilidad de hacer reflexiones y de presentar situaciones que normalmente no están dentro de la televisión colombiana; la posibilidad de hacer una televisión más compleja, más profunda y que permita hacer reflexiones diferentes sobre nuestra ciudad y nuestra realidad. 

  ¿El regreso de ‘Rostros y Rastros’ a la programación de Telepacífico es un indicador del buen momento que vive la producción audiovisual en Cali?

Se ha generado la ilusión de que hay una especie de ‘boom’ en la producción de cine caleño y se habla de las nuevas generaciones que hacen cine. Y eso es cierto solo en alguna medida.Sin duda películas como ‘La tierra y la sombra’, ‘El vuelco del Cangrejo’, ‘Siembra’ y muchas otras, le dan un vuelco a toda la producción cinematográfica colombiana. Pero si uno analiza los niveles de producción cinematográfica de la ciudad, tiene que decir que hay una especie de crisis o, más bien, que nunca hemos podido salir de la crisis. 

Por ejemplo, en cine documental no se ha hecho mucho y el tema de producción de cortometrajes es también muy escaso. Y eso es grave porque tanto la producción de cortos como de documentales hacen parte de la formación esencial de todo cineasta, bien sea que quiera dedicarse a la ficción o al documental. En los últimos 15 años se han realizado alrededor de 25 largometrajes en Cali. Es una cifra que, vista objetivamente, es baja.

Pero si uno piensa en el premio que recibió ‘La tierra y la sombra’ en Cannes, y en los premios que han recibido películas como ‘Siembra’ y otras producciones caleñas, concluye que estamos ante una muy fuerte generación de cineastas...

Sí, eso es cierto. El problema que se vive en Cali  no es la falta de ideas, o de talento, o de cineastas, es más bien  falta de dinero. Cali está en el margen, siempre lo ha estado, desde el Caliwood hasta ahora, el cine de Cali siempre ha vivido en el margen, ha sido marginal. Pero eso es una virtud, porque hemos tenido que aprender a hacer cine desde la periferia, con poco presupuesto, pensando en contar historias más íntimas, y esa ha sido la gran característica del cine caleño de la nueva generación. 

Las películas importantes de la última década como ‘El vuelco del cangrejo’, ‘La tierra y la sombra’, ‘Los hongos’, ‘La sirga’, ‘Siembra’, son minimalistas, historias sencillas sobre nuestra realidad. Se trata de un cine naturalista influenciado por el Realismo Italiano y por cineastas como Kiarostami. ¿Cuál es el problema? Que una vez en Bogotá y en muchas partes del mundo vieron que los directores caleños estaban haciendo ese tipo de películas, se volcaron a apostar por estas realizaciones y eso  termina por afectar la producción de los cineastas caleños. 

 Hoy hay más gente apostándole a proyectos semejantes a ‘La tierra y la sombra’ y, como hay más gente que se pelea  los recursos que entrega el Fondo de Desarrollo Cinematográfico, obviamente el dinero es cada vez menos. Sin contar con que la mayor parte de la plata para las realizaciones audiovisuales se queda en Bogotá.

El año pasado, a pesar de los galardones en Cannes, Locarno y la nominación al Óscar de ‘El abrazo de la serpiente’, las películas colombianas fueron las menos vistas en los cines y algunas tuvieron hasta menos de dos semanas en cartelera. ¿Cómo luchar contra esa situación?

Hay una cosa que todo el mundo sabe y es que la mayor parte de las películas que se exhiben en Colombia vienen de Hollywood y son producciones que  proponen, básicamente, espectáculos. Todo gira alrededor de temas espectaculares y grandilocuentes. La mayor parte de la gente, también, prefiere esas películas y muchas producciones de cine de autor terminan por no tener espacios de difusión en las salas comerciales. 

Luchar contra eso es muy difícil, lo que hay que hacer es buscar circuitos alternativos para la difusión del cine de autor colombiano. En el país, y eso obviamente incluye a Cali, hay muy pocas salas de cine arte y ensayo, tal vez se trate del 5 %. Estas películas casi no tienen publicidad. Yo creo que lo que hay que hacer es crear plataformas alternativas, abrir más salas de cine de autor y buscar formas de publicitar las películas para no depender de las salas comerciales. 

Usted ha sido uno de los impulsores de Festival de Cine de Cali. ¿En qué situación está en estos momentos?

Bien, está muy bien. El Festival es importante para una ciudad que hace cine y en la que siempre hay alguien interesado en hacerlo. Gracias al Festival no solo se ha difundido para el exterior gran parte de la producción colombiana, sino que ha sido posible que lleguen películas independientes que de otro modo nunca se verían en esta ciudad. Esas películas les ofrecen a los directores nuevas miradas, nuevas propuestas cinematográficas más allá de Hollywood. Y eso es importante, porque  no tiene sentido competir con Hollywood. En Cali tenemos que seguir trabajando desde el margen, seguir buscando la periferia para contar las historias que no se cuentan, para problematizar nuestra realidad y ofrecer nuevos puntos de vista. 

¿Cuál es para usted la característica principal de la actual generación de cineastas caleños?

 Las películas colombianas que más reconocimiento internacional han recibido son las que se han hecho del 2008 en adelante, las que se empezaron a hacer luego de ‘El vuelco del cangrejo’, de Óscar Ruíz Navia. Directores como  Santiago Lozano, César Acevedo, William Vega, Ángela Osorio, Marlon Moreno, son cineastas que desde su formación han tenido referentes internacionales. Para ellos es normal estar haciendo una película como  en París,  y en ese sentido estamos menos limitados que Bogotá, porque allá la mayor parte de directores pasan por la televisión o son directores de comerciales  y luego hacen cine. 

Por otro lado está una tendencia que se puede identificar en la cinematografía de esta generación: todos quieren contar la guerra  y sus consecuencias a partir de historias mínimas,   y eso está en consonancia con lo que se está haciendo en todo el mundo.

Hay gente que sigue pensando que la época dorada del cine caleño fue  Caliwood. ¿Es eso cierto o es solo un mito?

Caliwood ha sido importante para el cine caleño, pero si uno se pone a pensar en las películas que se han hecho en los últimos 20 años, se da cuenta de que es mucho más de lo que se hizo en el Caliwood. En la década pasada, por ejemplo, se hicieron 200 películas, entre cortos, documentales y largometrajes, y eso supera en gran medida lo que se hizo  en el Caliwood. 

 

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