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“El arte erótico no se hace con la intención de excitar a nadie”: Fernando Botero

Fernando Botero explica por qué se le midió al tema de la pintura erótica. Dice que para hacer las pinturas “le eché mano más a la imaginación que a los recuerdos, porque en realidad, yo nunca fui de muchas piruetas”.

22 de diciembre de 2013 Por: Margarita Vidal Garcés

Fernando Botero explica por qué se le midió al tema de la pintura erótica. Dice que para hacer las pinturas “le eché mano más a la imaginación que a los recuerdos, porque en realidad, yo nunca fui de muchas piruetas”.

“Descubro con emoción y asombro que Fernando Botero y yo tuvimos (por separado) nuestra primera erección (y el placer adolescente, impaciente, inmediato) viendo a la chica desnuda en un columpio en la revista norteamericana de los años 40, Squire. Era una rubia desnuda columpiándose con la melena al viento, los brazos extendidos tanto para tomar las cuerdas como para ocultar los prohibidos (y prohibitivos) pezones… De la lisura abdominal de nuestra bella columpiadora descendía un misterio. Y eso era lo más excitante del dibujo. Había que imaginar el sexo de esa mujer”.Carlos Fuentes.(Libro: Mujeres. Fernando Botero).Le pregunto a Botero por esta revelación con la que el desaparecido escritor mexicano comienza el soberbio prólogo a uno de los libros más bellos sobre su obra (Villegas, 2003) y su respuesta me deja boquiabierta:Francamente no recuerdo ese episodio. Yo conocí a Fuentes en el año 55, en México y lo frecuenté poco en ese entonces. Más adelante nos veíamos de vez en cuando, pero no llegamos a establecer una amistad íntima. Él prologó ese libro y a lo mejor no sabía como empezarlo y resolvió inventar esa graciosa y picaresca coincidencia. Pero en esa época -y creo que nunca- leí la revista Squire, porque no hablaba inglés y, escasamente, tendría unos 9 o 10 años de edad.¿Fuentes se tomó una “licencia poética”?Pienso que sí. Eso lo explicaría y lo haría válido.¿Los pintores también se dan licencias poéticas, maestro?Poéticas y pictóricas, sí. La verdad es que el estilo es ya una licencia poética contra la realidad.¿En qué momento decidió usted ser un pintor en serio? Bueno, como yo era tan aficionado a los toros me la pasaba dibujando toros y toreros cuando estaba en el colegio y esa fue tal vez mi primera inclinación hacia las artes plásticas. Pero en una ocasión hice una naturaleza muerta y me volví artista porque uno se convierte en artista el día que verdaderamente quiere hacer arte. Pintar toros y toreros es arte solo cuando se hacen como los hicieron Goya o Picasso. De joven uno los pinta porque le gusta la fiesta de los toros, no porque se proponga hacer arte.Esa naturaleza muerta la pintó cuando tenía 15 años, ¿una vocación muy temprana, no?Así es. Yo no recuerdo bien cuál fue el motivo de ese primer cuadro, pero poco después empecé a participar en exposiciones de pintura y en los Salones Nacionales. Mi primera exposición individual la hice a los 19 años. Ha sido desde siempre una vocación muy grande, muy clara y yo me siento muy afortunado de tener la profesión más bella del mundo, la más excitante y la que no tiene fin.Esa emoción suya se ve en el Boterosutra, su obra erótica, que ha sorprendido porque aborda un tema que usted no había tratado nunca, como no fuera en la adolescencia, cuando pintaba o copiaba muchachas, de láminas españolas. Eso también era, como con los toros, una inclinación pero por las niñas. (Risa). La verdad es que el Boterosutra empezó este verano, mientras hacía una escultura en Pietra Santa y trabajaba la figura de una mujer reclinada sin lograr acomodarla, como quería, a la composición. De pronto se me ocurrió que si ponía una figura masculina encima, como si estuvieran haciendo el amor, tal vez se crearía un problema distinto. Lo hice y efectivamente se multiplicó y se hizo más complejo. Eso me interesó porque significó una especie de reto y pude terminar la escultura, que quedó bien resuelta. Después hice una segunda y una tercera y ya me metí de lleno en el tema y empecé a dibujar. Hasta el momento he hecho 70 dibujos basados en el tema erótico, de los cuales estoy exponiendo 50 en Saint Moritz desde ayer.¿Cómo le resultó leerse el famoso Kamasutra como inspiración?Bueno, debo decir que el Kamasutra es ¡teoría pura! (Risa). La gente cree que es un libro de gran erotismo pero es más bien un tratado de seducción muy suave, como de novios, y que no describe posiciones extremas del amor, como yo pensaba. Total, tuve que usar mucho la imaginación porque allí no hay descripciones muy excitantes.No solo usar la imaginación, sino recurrir a la experiencia y a los recuerdos, ¿me imagino?Le eché mano más a la imaginación que a los recuerdos porque en realidad yo nunca fui de muchas piruetas, (risa).¿Cómo define el erotismo?El erotismo es el apogeo de la sensualidad y el éxtasis de los sentidos, y todo ello mezclado con la imaginación resulta bastante inspirador y productivo en términos de trabajo artístico. ¿Qué cree que ocurrirá con los espectadores cuando vayan a ver la exposición? Para mí el arte erótico es algo muy serio que no se hace con el propósito de excitar a nadie sino como una manifestación altamente artística, hecha con mucha devoción, con mucho cuidado y con un gran respeto a la tradición. En estas materias hay ejemplos maravillosos como las fachadas de los templos del sur de la India que son obras maestras, o las acuarelas y las iluminaciones persas del siglo XVI y XVII, o los grabados japoneses. Y en el arte moderno más reciente, cuadros de Courbet, de Lautrec, de Picasso, de Matisse. Hay muchas obras maestras del erotismo en escultura y pintura, sin hablar de los griegos, que también hicieron maravillas en este tipo de arte, que también se ve en la imaginería de las culturas precolombinas. Total que es una manifestación muy respetable y con ese espíritu quise crear arte serio, manteniendo un límite muy claro entre erotismo y pornografía. Sí, llama la atención ver que a pesar de su desnudez las figuras se ven envueltas con sutileza como en un halo de pudor. ¿Cómo lo logró?En primer lugar porque, como cualquiera puede verlo, los sexos no son explícitos sino que hay allí un juego de posiciones. Una especie de ballet, porque hay una cantidad de ritmo entre estas dos figuras que juegan en distintas actitudes. Yo estoy contentísimo y muy apasionado con el tema. Encontré un pretexto maravilloso para trabajar un poco más a fondo la sensualidad, la sugestión, casi el susurro entre las parejas que están haciendo el amor, un tema realmente fantástico. Llevo ya un tiempo metido en el tema y espero producir muchas más obras. Bueno, esa es mucha coquetería a sus 81 años, maestro. ¿Quiere decir que se conserva todavía muy fresco, muy vital y muy entero? Por lo menos para dibujar, sí. (Risa).En la colección personal de grandes maestros que usted nos donó a los colombianos y que están en el Museo Botero de Bogotá, hay un cuadro de Balthus que se llama La Lección de Guitarra, que es sumamente erótico. ¿Podría ser un antecedente?Bueno, lo que yo compré fue el dibujo preparatorio de esa obra. Fui hace muchos años a la casa de Francoise Eluard, la viuda del famoso poeta francés y vi allí un dibujo que me encantó y que estuve mirando con mucho cuidado: era el estudio para La Lección de Guitarra de Balthus que es, efectivamente, un cuadro de un erotismo extraordinario. Ella me llamó como tres meses más tarde y me dijo que necesitaba venderlo y me preguntó si estaba interesado. Lo negociamos y esa pieza, que es importante, está en la Colección del Museo Botero en Bogotá. Pero, no, no es antecedente de nada porque es episodio ocurrió hace más de 20 años.¿Y quién tiene el original?Lo vi durante una visita que le hice al griego Stavros Niarchos, el magnate naviero, que tenía una colección impresionante de arte (tres Van Gogh, un Gauguin extraordinario y un gran Picasso, entre otros). Yo le hablé de mi dibujo y él me contó que tenía el original y me llevó a verlo en su habitación, donde lo tenía colgado frente a la cama. Ese cuadro escandalizó al mundo artístico de París en los años 30.¿Que destacaría usted de sus dibujos eróticos? Que los hice tratando de hacer arte más que erotismo, porque mi principal objetivo era hacer arte de gran calidad. Nunca había puesto más interés en la técnica porque tratándose de un tema tan delicado y tan sensible, necesitaba que la calidad artística fuera clarísima. Algo interesante es ver que en la tradición del erotismo los personajes están siempre a medio vestir. Parece que antiguamente el erotismo y la sensualidad eran más provocativos en una pareja semivestida haciendo el amor, que entre una pareja totalmente desnuda. En los grabados japoneses, que son bellísimos, los personajes usan unas vestiduras complicadísimas mientras hacen el amor, pero el artista se las arregla para mostrar, muchas veces, de manera cruda por cierto, todo lo que pasa entre esos pliegues y repliegues tan prolijos.Sí, muchos hombres consideran más sugestiva la piel de un escote o de un muslo entrevisto, por ejemplo, que la desnudez total.Bueno, yo no soy un experto en esas lides, pero me parece acertada su observación, muy posiblemente para muchos hombres cierto misterio puede avivar el deseo y alimentar el proceso de seducción. (Risa). Pero como le digo, yo no domino esos asuntos tan espinosos. (Risa).(Risa) Y yo se lo creo poco, maestro….pero vamos al resto de su extensa obra donde siempre está presente Colombia, sus raíces. ¿Nunca se sale de esos temas? Eso ha sido siempre así en el arte, Margarita, todos los artistas han plasmado sus raíces y uno no se imagina a Goya pintando como un alemán o a Botticelli como un español. Cada uno siente su país, su tradición y su cultura porque un pintor no es alguien que va sacando fotos por donde pasa, como si fuera un turista. El sitio donde se nació se lleva en la sangre, en la imaginación o en el alma y eso es lo que uno quiere expresar, quizá por la nostalgia de pretender reconstruir una época, o por puro amor patrio o a la bandera, si eso es lo que lo mueve, no lo sé bien. En todo caso, a mí no me inspira pintar nada que no sea Colombia. ¿Tiene usted un registro de cuántos cuadros ha pintado en su vida?No llevo la cuenta pero son muchos porque en 65 años no he hecho otra cosa todos los días. Pintar para mí es la felicidad total y nunca me he imaginado haciendo ninguna otra cosa. Desde luego, nunca se acaba de aprender, ni de decir todo lo que uno quisiera.Usted ha sido un pintor de temas muy variados: el circo, la tauromaquia, la religión, los Derechos Humanos, la violencia, las mujeres, obispos, militares, las casas y las viejas ‘non sanctas. ¿Cuándo se deja ‘invadir’ por un tema?Esa es una pregunta sin respuesta porque la verdad es que no tengo ni idea. A uno se le ocurren las cosas sin estar buscándolas. En ocasiones hasta lo sorprenden. La imaginación sí está siempre inquieta, claro, y de pronto se desatan unas pasiones que, como usted dice, lo invaden a uno sin previo aviso, pero no es que uno se ponga a buscar temas, ellos llegan muy posiblemente en el momento en que uno tiene algo que decir.Volviendo al Boterosutra, ¿cómo pasó del tratamiento de un solo cuerpo, a la técnica para armonizar dos, muchas veces superpuestos?Con una sola figura uno tiene que componer con dos brazos, dos piernas, una cabeza, pero es muy difícil ir más allá porque en el arte la figura está siempre de pie, sentada, o recostada, algunas veces sobre un animal. En el momento en que hay dos figuras el problema es casi inagotable porque hay mil posibilidades, especialmente si se trata de una pareja haciendo el amor porque la gran variedad de posiciones amplían la capacidad de expresión del artista en una forma notable. No son muchos los pintores que abordan el erotismo, ¿por qué?Sí, hay que reconocer que muy pocos artistas han tenido el coraje de enfrentarse a ese tema. Tal vez por pudor o por falta de imaginación o de interés, pero a mí me ha abierto grandes posibilidades y estoy tratando de explorarlas cada vez más, para encontrar la esencia de esas situaciones y poder darles el mayor interés plástico posible a un tema milenario y maravilloso.¿Cuánto cree que le durará esta inspiración actual? No sé cuánto me irá a durar este entusiasmo, pero siempre que tengo alguno por algo me dura generalmente más de un año. Duré dos años pintando la serie de El Circo y la de Abu Ghraib me tomó catorce meses, La Pasión de Cristo un poco más de un año. Cuando empiezo algo que me obsesiona no hago sino eso, porque así tiene que ser.¿Veremos el Boterosutra en Colombia?Espero que sí. Ojalá cuando complete la serie tenga la posibilidad de exponer en algún museo colombiano. El próximo año haré una gran exposición en Moscú, posiblemente en el mes de septiembre.¿Usted ya había expuesto en Moscú?Sí, a principios de los 90 cuando hice la exposición de esculturas en los Campos Elíseos, de la Embajada rusa me contactaron y llevé una exposición al Museo del Hermitage, en San Petersburgo y otra al Museo Pushkin de Moscú. Yo soy el único artista vivo que ha expuesto en el Hermitage, al que doné una escultura que le interesaba a su director. Cada año, cuando llega a Bogotá, va al Museo Botero. ¿Qué le gusta encontrar allí?Lo que más me gusta es ver a la gente joven y a los niños de los colegios y comprobar que siempre hay muchos visitantes entre locales y turistas; sentir que es un museo vivo. Me encanta que forme parte de la vida de la ciudad y el hecho de que se haya convertido en uno de sus atractivos me proporciona un placer enorme.

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