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El arte de Rodolfo Abularach se expone en el Museo Rayo

El guatemalteco Rodolfo Abularach, uno de los más importantes artistas del Siglo XX en Latinoamérica, inauguró en el Museo Rayo, una exposición con sus obras. GACETA dialogó con el artista, que acaba de celebrar sus 80 años de vida, sobre su carrera, su gran amistad con Omar Rayo y su vínculo con Colombia, en especial, con el Valle del Cauca.

26 de marzo de 2013 Por: Por Ricardo Moncada Esquivel?Periodista de Gaceta

El guatemalteco Rodolfo Abularach, uno de los más importantes artistas del Siglo XX en Latinoamérica, inauguró en el Museo Rayo, una exposición con sus obras. GACETA dialogó con el artista, que acaba de celebrar sus 80 años de vida, sobre su carrera, su gran amistad con Omar Rayo y su vínculo con Colombia, en especial, con el Valle del Cauca.

En el amplio y rico panorama de las artes plásticas hispanoamericanas el nombre y la obra de Rodolfo Abularach ocupan un lugar prominente.Considerado el artista guatemalteco más importante del Siglo XX, este pintor, dibujante y grabador que el pasado 7 de enero celebró 80 años de vida, forjó su carrera especialmente en Estados Unidos e hizo parte de un brillante movimiento de artistas latinoamericanos que abrió el continente hacia el arte contemporáneo.Abularach es el invitado de la nueva exposición que el Museo Rayo inauguró el pasado 16 de marzo y en la que además dirige un taller de grabado.Su obra es admirada en distintos lugares del mundo. En especial por su serie ‘Sobre ojos’, cuadros dominados por pupilas ante las cuales los espectadores quedan subyugados por la sensación de sentirse examinados hasta la médula. En palabras del curador Miguel González, en estas obras Abularach hace “evocar los abismos interiores y también cita referentes mitológicos: Cíclope, Vulcano, Artemisa, Mérope. Su argumento directo y puntual logró convertirse en icónico”. También destaca las virtudes de la “pulcra y directa propuesta” del maestro guatemalteco: “Dominó el óleo como medio y lo dotó de transparencias, luminosidades y tenues degradaciones de color. Los dibujos son ejemplos elocuentes en el dominio de la línea como ejercicio preciso y sutil, logrando veladuras y formas ingrávidas. Otra pasión es el arte del grabado, donde se ha interesado en las distintas técnicas y ha hecho alarde del dominio sobre las mismas”.Los abuelos del artista emigraron en 1893 de Palestina a Guatemala. Su padre nació en Belén y llegó a Guatemala en 1900, a los 6 años de edad, mientras que su mamá nació en Guatemala en 1900. Abularach viajó en 1953 con tan sólo 20 años a Estados Unidos donde realizó estudios en Pasadena City College, de Los Ángeles; dos meses después se trasladó a México, donde vivió año y medio, dedicado a pintar “libremente” sobre su primer interés pictórico: el mundo taurino.Posteriormente, en 1958, le fue otorgada una beca en el Art Student’s League para estudios de grabado y litografía. Un año más tarde, invitado a Washington para exponer en la OEA, conocida entonces como la Unión Panamericana, conocería a los artistas que junto a él serían los protagonistas del gran movimiento artístico latinoamericano del Siglo XX.Distinciones como la Beca Guggenheim y la adquisición de sus obras para colecciones de arte tan destacadas como el Moma de Nueva York, revelan el aprecio que ha tenido su obra.En esos primeros años Rodolfo Abularach conoció a Omar Rayo, con quien entabló una amistad que luego se tradujo en buenas noticias: haber sido el primer artista internacional que expuso en el Museo de Roldanillo y en la donación de una importante colección de obra gráfica a la institución. Para hablar de su retorno al Museo fundado por su amigo, GACETA dialogó con el artista.Maestro, ¿qué le quedó a usted de su herencia familiar y cultural palestina?El gusto por el arte árabe, especialmente en arquitectura y música. Mis abuelos tocaban el laúd. También heredé el gusto por la comida. Mi abuela materna fue una gran cocinera y nos deleitaba con platos exquisitos.Usted comenzó a dibujar desde niño, ¿cómo recuerda esa etapa de descubrimiento de su vocación?Como todos los niños, dibujaba y pintaba en el colegio, pero en mi caso se volvió una necesidad. Me dieron mi primera medalla a los 9 años. En 1945 mi padre construyó la Plaza de Toros de Sevilla en Guatemala. Yo padecí de una enfermedad grave y durante mi convalecencia mi padre me llevaba fotografías y afiches de pases taurinos. Desde entonces me dediqué a pintar escenas taurinas. Dos años después presenté una exposición, organizada por la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Continué mis estudios de bachillerato, pero mi dedicación al dibujo continuó a veces con el descuido de las otras materias escolares.¿Cuáles fueron para usted los principales aportes del movimiento artístico latinoamericano que se forjó a mediados del Siglo XX en Estados Unidos y del que usted hizo parte?Luego de mi exposición en Washington, en 1959, conocí a varios pintores hispanoamericanos como José Luis Cáceres y Fernando de Syslo, que vivían en Washington. También tuve el gusto de conocer a Alejandro Obregón, Alejandro Otero, Enrique Grau y Fernando Botero y, claro, a Omar Rayo. En esa época principiaba el aporte de muchos artistas de forma original.

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