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El amor virtual de ‘Ella’

En ‘Her’ Spike Jones nos muestra las dinámicas humanas en un mundo que, tal vez, tenemos a la vuelta de la esquina. Una historia de soledades e incomunicación en un universo donde los sentimientos se construyen con palabras y proyecciones.

13 de abril de 2014 Por: Claudia Rojas Arbeláez Especial para GACETA

En ‘Her’ Spike Jones nos muestra las dinámicas humanas en un mundo que, tal vez, tenemos a la vuelta de la esquina. Una historia de soledades e incomunicación en un universo donde los sentimientos se construyen con palabras y proyecciones.

En este futuro no hay cielos grises ni caos apocalíptico. Tampoco hay guerras ruidosas ni pandillas subterráneas que atacan al caer la noche. Todo lo contrario. En este futuro, la ciudad resplandece y las personas parecen fluir de una manera tan armoniosa que apenas se cruzan sus miradas. Esta es la visión de futuro que nos trae Spike Jonze (‘¿Quieres ser John Malcovich?’ (1999), (‘El ladrón de orquídeas’ (2002) en su última película: ‘Ella’ (‘Her’, en inglés). En este mundo extraño de atardeceres pastel, edificios majestuosos y espacios limpios, encontramos a Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un empleado gentil y sosegado que se dedica a escribir cartas ajenas llenas de sentimientos vacíos y frases de cajón. Sus frases, que surgen de manera natural y con tanta facilidad, cumplen con el sagrado propósito de hablar en nombre de otros y de complacer al otro lo que tanto añora sentirse amado. Sí, este es un universo de soledades buscadas. Uno donde todos son juez y parte de las nuevas dinámicas sociales dictadas por la sociedad moderna. Aquella que vive inmersa en la tecnología y que corremos el riesgo de vivir en unos cuantos años. Es importante ubicarnos en este contexto para poder entender el día a día de este hombre que, al igual que un cajero de banco que pasa sus días contando el dinero ajeno, llena sus horas con letras que le permiten enamorarse y enamorar a otros. Contrario a lo que podríamos pensar de un hombre de su prosa y banco de recuerdos, tiene una escasa reserva de memorias de besos y promesas de una relación lejana y poco curada.En este mundo de mentiras que habita, las relaciones reales han empezado a incomodarle. La obligación de tener que verse con sus amigos, cumplir citas a ciegas y repetir patrones de conducta que lo obligan a salir de su confort lo seducen poco, llevándolo a refugiarse más en su soledad. Pero él no es el único al que esto le pasa. Como él hay muchos y el mercado tecnológico ha encontrado en ellos el nicho perfecto para ofrecerles su nuevo producto: una especie de amigo imaginario cibernético con el que pueden relacionarse de la manera que quieran en el momento que deseen. El escritor de cartas hace su adquisición y, a partir de ese momento, empieza a relacionarse y a transformar sus rutinas gracias a la presencia de ‘su’ entidad llamada Samantha (voz de Scarlett Johansson). Esto, por supuesto, es nada más el arranque de la acción de una película en la que nos encontramos, además de un guión perfecto, una exploración profunda a una anécdota que en apariencia luce reforzada y vacua. Enamorarse de una entidad o una simple voz podría resultar un tema fársico, infantil o espantoso, pero en ‘Ella’ no hay nada de esto. Aquí la profundidad temática a la que nos lleva Jonze tiene más que ver con el concepto del amor que con el simple escenario común de la soledad en un mundo regido por las comunicaciones. Esta relación poco tiene que ver con el furor del enamoramiento que parte de los sentidos y viaja a la mente, sino que resulta ser, sobretodo, un ‘endiosamiento’. Y es que Theodore reconoce en Samantha aquella divinidad omnipresente que todo lo sabe, todo lo contesta y junto a quien se siente en el cielo. De esta manera, Jonze nos muestra este delirio divino que no precisa cuerpos y que quiere sobreponerse al infinito, o bien a un amor platónico que puede extinguirse en cuanto intenta atraparse. Que es amor... No hay duda. Al menos para este personaje aporreado por un divorcio no tan lejano y en eso Jonze se esfuerza por conducirnos hacia un mundo de descubrimientos, preguntas y sorpresas en el que solo puede haber espacio para el sentimiento que de otra manera Theodore Twombly no puede encontrar en quienes lo rodean. Él, que tanto quiere amar, que tanto escribe para enamorar, termina haciéndolo de la manera que la vida se lo permite. Si del cielo te caen limones...Mientras tanto, afuera de su mundo, todos viajan a su misma velocidad, haciendo lo que les impone el medio, sin hacerse demasiadas preguntas y manteniendo su vida controlada por placebos que le permiten sentirse hechizado por ‘otro’ que escucha sin juzgar y admira sin esperar. En este mundo mental ideal, los de afuera estorban como a los amantes que les sobra el entorno, y los de carne y hueso no podrían jamás igualar este éxtasis que se siente con quien tanto te conoce. Todo este propósito conceptual es solo uno de los móviles por los cuales esta película es lo que es. Y de alguna manera me atrevería a pensar que ‘Ella’ es una de esas películas que no pasará desapercibida para quien la observe, ya sea por su historia y las preguntas que ésta pueda generarnos con respecto al mundo que podríamos estar viviendo la próxima semana. O claro, por la sobrecogedora actuación de un Joaquin Phoenix que actúa solitario frente a la cámara, llevándonos en el viaje amoroso de su mente. Por eso ‘Her’ es mucho más que una película con un buen guión.

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