Descachalandrado y replanchigado, ¿de dónde vienen esas palabras tan caleñas?
Descachalandrado. En buen valluno, dícese de la forma de vestir que denota gran despreocupación por la buena apariencia.
Descachalandrado. En buen valluno, dícese de la forma de vestir que denota gran despreocupación por la buena apariencia.
Muchos de los que crecimos con la abuela vallecaucana hemos tenido la posibilidad de admirar su creatividad a la hora de reprocharnos nuestras actitudes hacia el vestir o el trabajar. Si uno fuera a salir de la casa con una camiseta rota, una sudadera sucia y el pelo con serias muestras de no haber pasado por la ducha, la abuela diría: ¿Va a salir así todo descachalandrado?.
Y si uno estuviera echado en el sofá viendo televisión, con la barriga explayada y sin intención de trabajar, la abuela diría: Venga ayúdeme con el oficio en vez de estar ahí todo replanchingado. Pues bien, estos no son términos inventados por la abuela, aunque lo parezcan, sino que forman parte de una tradición muy larga que se podría rastrear desde España.
La palabra descachalandrado proviene del término descachalado o escachelado, que se usaría en el español de Galicia, una región que queda en el noroccidente de España, según anota el filólogo Rufino José Cuervo. El punto de partida sería la palabra descachar, que proviene del prefijo des en su sentido de exceso o demasía, y la palabra cacho, en su sentido de pedazo, trozo, según el Diccionario de la Real Academia.
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La palabra chacho en este sentido viene del latín vulgar cacculus, así que es posible que en algún momento se dijera cacholo en vez de cacho. Así pues, la suma de des (exceso), cacholo (pedazo), daría una palabra: descachalar, que significaría hacer trozos una prenda de vestir. Descachalado significaría estar vestido con una prenda hecha trozos, y por este camino metafórico siguió el significado que se le da de estar mal vestido y desaseado.
¿Cómo se pasó entonces de descachalado a descachalandrado? Lo más seguro es que la palabra se hubiera fusionado con el término andrajo, que significa pedazo de tela, la cual proviene del árabe hispánico arác. La suma de descachalar y andrajo daría como resultado descachalandrajar y descachalandrajado. De hecho, la palabra descalandrajado (sin la ch) está aceptada por la Real Academia.
Y surge una pregunta más: ¿cómo se pasó de descachalandrajado a descachalandrado? Es posible que la palabra andrajo hubiera perdido la terminación ajo por considerarse un sufijo que se pudiera eliminar fácilmente, así como a escupitajo puede quitársele el sufijo y quedar escupa.
La palabra descachalandrado, si bien se tiene como palabra vallecaucana en el diccionario de vallecaucanismos de Leonardo Tascón, la Academia acepta descachalandrarse en Colombia, Venezuela, República Dominicana y Centroamérica.
Por la extensión geográfica de la palabra es posible conjeturar que así la usaban los españoles que poblaron la región desde la conquista, y así se quedó. Es posible que provinieran de la región noroccidental de España, donde queda Galicia.
Por su parte, la palabra replanchingado también proviene del latín y de algunas adiciones posteriores hechas por la creatividad de los hablantes.
Para rastrear su origen, también hay que examinar el verbo relacionado, que es replanchingarse. La Real Academia acepta repantingarse, que significa arrellanarse en el asiento para mayor comodidad. Repantingado es, entonces, estar echado cómodamente en el asiento.
El verbo proviene de la suma del prefijo re, que denota intensificación, y del latín panticis, que significa panza. Así pues, repantingarse es poner presión sobre la panza o la barriga, el efecto resultante de recostarse en un asiento.
Lo novedoso del español vallecaucano es la adición de una l y una ch al vocablo original español. Para Cuervo, estas adiciones derivan de una fusión con la
palabra plancha, que significa lo que todos sabemos: pieza plana y pesada, no muy gruesa, generalmente de metal. La palabra plancha se introduciría en medio de repantingado para dar replanchingado.
Así se acrecienta la fuerza expresiva de la palabra, pues sugiere la idea no solo de estar recostado, sino de estarlo como una plancha con la barriga explayada sobre el asiento.
La comparación con la plancha refleja el peso y la modorra con que se manifiesta la actitud con la que se está recostado: la poca motivación de hacer cualquier oficio.
Mientras descachalandrado parece haber llegado así con los primeros pobladores españoles, replanchingado sí parece ser una creación autóctona.
Esto debió ocurrir en el siglo XVII y XVIII, pues en el siglo XIX ya Cuervo la incluye como un vocablo de uso común. En resumen, la palabra descachalandrado proviene del gallego descachalar y el árabe hispánico andrajo, que se fusionaron y crearon una palabra traída por los colonizadores españoles.
Estos también trajeron la palabra replantingado, que posteriormente sus descendientes transformaron en una forma mucho más expresiva. Por eso, cuando la abuela dice que uno está replanchingado, logra expresar tantas cosas a la vez.
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