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De eso no se habla: crítica a película danesa 'Corazón silencioso'

Con está película nos convertimos en parte del drama de una familia que tiene que enfrentar la decisión más difícil: una muerte asistida. Viaje a la belleza de la realidad.

29 de mayo de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Con está película nos convertimos en parte del drama de una familia que tiene que enfrentar la decisión más difícil: una muerte asistida. Viaje a la belleza de la realidad.

La familia se ha unido de nuevo.  En la puerta de su casa de campo, los padres esperan ansiosos a sus hijas que llegan, como todos los años, acompañadas de sus parejas. La primera en llegar es la mayor que viene con su esposo y su hijo adolescente, después llega la mejor amiga de la madre, aquella que es como aquella hermana que la vida le dio y desde hace mucho es parte de la familia.  La última es la menor de las hijas, quien nerviosa quiere retrasar el momento de su arribo. La acompaña su novio de muchos años, el galán que entra y sale de su vida de acuerdo a las circunstancias, pero justo ahora está con ella.  

En la sala de la casa de esta familia danesa,  el árbol de navidad está preparado y la mesa también está lista. Este año no hay regalos, tampoco nieve, en realidad tampoco es Navidad,  sino más bien el fin del verano.  Pero ellos se reúnen para compartir un último fin de semana, aquel que la madre ha planeado en compañía de su esposo y que necesita vivir antes de partir de este mundo. 

Ella lo ha planeado todo, ha dispuesto las actividades, los menús y los lugares en que se compartirán. Incluso les ha dicho la hora en que deben marcharse al finalizar el domingo. Ella quiere controlarlo todo, necesita hacerlo e incluso quiere asegurarse de mantener al margen el sentimiento de sus hijas, su marido y su mejor amiga. Y todos callan e intentan hacer su voluntad, no tanto por evitar contradecirla sino como resultado del amor que le profesan. 

De eso va la trama de esta película llamada ‘Corazón silencioso’ y que  está dirigida por Bille August, a quien recordamos por la poderosa historia de ‘Pelle, el conquistador’ (1987) y años después por ‘Las mejores intenciones’ (1992).  En esta ocasión, la historia se desarrolla de puertas para adentro, en los dramas íntimos de una familia que debe respetar y apoyar la última decisión de una madre que no está dispuesta a sufrir por cuenta de una enfermedad.    De viernes a domingo, en cenas, charlas, caminatas y desayunos, las conversaciones que  se propone como naturales solo esconden lo que nadie quiere asumir y que es evidente: el dolor.  Pero está ahí, junto a la nostalgia, al miedo y a la incertidumbre; acechando, esperando el momento para cercarlos a cada uno a su manera y por donde más temen.  

Mientras el tiempo avanza, nosotros empezamos a ser parte de esta familia y como ellos también atamos cabos, sacamos conclusiones y tomamos partido. Cada vez con el corazón más involucrado y con el alma en ascuas.  Como saben hacerlo los daneses, como nos acostumbraron con el efímero pero contundente y arriesgado Dogma (95).  En aquel tiempo y durante un periodo cercano a los diez años, directores como Thomas Vinterberg, Lars von Trier, Jean-Marc Barr y otros más, se propusieron hacer cine manteniendo los principios de que ellos denominaron el voto de castidad.  La propuesta, palabras más o menos, consistía en hacer cine de la manera más natural posible sin involucrar elementos de producción, iluminación o montaje que alteraran la narrativa cinematográfica.  

Pero más allá de la voluntad estética, tal vez el verdadero valor de Dogma está en la manera como nos permitió acercarnos a los dramas cotidianos de la vida. La familia, los amigos y la pareja fueron ejes temáticos fundamentales en la construcción de los filmes de aquel entonces y de alguna abrieron el camino de la dramaturgia cinematografía del país.  Grandes en la pluma estos muchachos, quienes no tiemblan al momento de agarrar el toro por los cuernos, de contar las cosas tal y como son y de llamar a las cosas por su nombre.  

En ‘Corazón silencioso’ el conflicto moral del deber ser y del dejar ser impulsa a los personajes que se debaten a lo largo de la trama en escenas contenidas en emoción y sentimientos.  ¿Pero cómo apoyar la partida de aquel que quieres tener junto a ti muchos años más?  

He ahí la belleza de esta producción que habla de la simpleza de la vida, del disfrute de las pequeñas cosas y de la importancia de saldar las deudas antes de partir.  La complicidad silente con su esposo, los consejos de mujer que logra darle a su nieto y el apoyo a su hija de mente frágil, le bastan a esta historia. 

Sin embargo lo que hace grande esta producción no está solo en su narrativa visual en tonos graves, grises, lúgubres.  La muerte es la gran protagonista y se desliza entre las escenas como un personaje más, uno que se niega  a disolverse y que a August no le interesa esconder.  

Al final, cuando corran los créditos finales y el espectador sea liberado de la historia, camino a casa entenderá que esta es una película que siempre llevará a cuestas porque del adiós nadie puede escapar. 

@kayarojas  

* Docente Universidad Autónoma de Occidente

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