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Crítica a película islandesa 'Carneros'

Esta película narra la historia de dos hermanos criadores de los mejores carneros de toda la región y que llevan veinte años sin hablarse. Una crisis termina uniéndolos, en una producción que cuestiona el significado y la importancia de las cosas en la vida.

22 de mayo de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Esta película narra la historia de dos hermanos criadores de los mejores carneros de toda la región y que llevan veinte años sin hablarse. Una crisis termina uniéndolos, en una producción que cuestiona el significado y la importancia de las cosas en la vida.

El extrañamiento que puede producirnos un país formado por glaciares, montañas y desiertos y que tiempo atrás casi fue arrasado por la peste y por la erupción de un volcán, es apenas natural.  De Islandia conocemos poco, que tiene un idioma derivado del nórdico antiguo (el islandés) y a la cantante y compositora Björk, quien además hace mucho actuó en una película de Lars Von Trier (‘Bailando en la oscuridad’, 2000). Pero de unos cuantos años para acá,  el cine islandés ha empezado a conquistar nuevos espacios en las pantallas del mundo, a través de películas que nos hablan de su cotidianidad y sus gélidas tierras. Documentales y ficciones han salido del país y nos han permitido adentrarnos más en él.   

Grímur Hákonarson es uno de esos directores que siempre tiene algo que decir y ahora que llega con su segunda película de ficción, ha empezado a convertirse en un referente obligado en los festivales de cine más importantes de Europa.  El director de 39 años habla desde él y pone su mirada en el valle de Bardardalur, una región conocida por el tipo de carneros que allí existen, muy apreciados por su lana.  

En este lugar de extensas llanuras y montañas distantes, de pocos habitantes y grandes rebaños es donde Hákonarson ubica su película ‘Carneros’ (‘El valle de los carneros’, en otros países), que narra  la historia de dos hermanos, Gummi y Kiddi, quienes además de sangre y tierras, comparten la pasión por la crianza de estos animales.  Pero lo que debería unirlos, en realidad los separa, pues hace más de cuarenta años que no se dirigen al palabra… y es que apenas los separa una cerca.  

Así los encontramos en medio de una competencia regional donde se premian los mejores ejemplares del emblemático ganado.  Los hermanos que tienen entre su gremio fama de poseer los animales de pedigrí, apenas si pueden soportar estar el uno junto al otro y para desgracia suya siempre ocupan el primero y segundo lugar.   Poco después de salir de la competencia y aún ardido por la derrota, Gummi asegura que el carnero ganador de Kiddi presenta los síntomas de una terrible enfermedad llamada ‘Scrapie’y que ataca el sistema nervioso de los ovinos.  

Tras los exámenes concernientes se determina que el rumor es cierto y se dictamina que todos los animales de la región deben ser sacrificados.  Todos deben obedecer, no solo deben sacrificar a su animales sino desinfectar los corrales, quemar todo el heno y desaparecer todo el rastro de ellos. 

El panorama, sin embargo, puede ser aún peor. Aunque críen nuevos animales, nada les garantiza que unos cuantos años después estos no deban ser sacrificados también. 

La tristeza en que se sumen los granjeros de la región es absoluta.  Las ovejas y los carneros son mucho más que un medio de subsistencia, son la razón de ser del valle.  Entonces, cada quien empieza a tomar decisiones para su futuro, incluso este par de hermanos que, ni así, logra encontrar un punto de reconciliación.  Las pocas veces que se comunican lo hacen a través de mensajes escritos que un perro ovejero lleva de una granja a otra… y eso para hacerse reclamos.  Mientras tanto pasan sus días inmersos en un mundo austero y en el que los carneros de cada uno son su única compañía, su verdadera familia.  El veredicto que reza muerte, limpieza y olvido emerge siniestro. Extinción de una raza de carneros que han sido venerados por su pureza a través de generaciones.  Pero ¿cómo sacrificar un amigo? 

En medio del paisaje agreste de las grandes distancia y del invierno prolongado, el director se adentra en los silencios y la contemplación, como el mejor motor de las escenas contenidas y perturbadoras.  Nada de romanticismos bucólicos pero mucho de riqueza dramática en un par de actores, Sigurður Sigurjónsson y Theodór Júlíusson (muy reconocidos en su país), que mantienen una historia que se torna generosa en sensaciones. 

También es ambiciosa la manera como Hákonarson narra su película, lejos de audacias visuales y justa en su drama.  Una historia que  refleja la idiosincrasia del país y nos adentra sin censura en un mundo masculino cargado de  rencores y ausencias femeninas.  

‘Carneros’ obtuvo el primer lugar en  la muestra ‘Una cierta mirada’ del pasado Festival de Cannes y en otros  veintitantos festivales alrededor del mundo.  Una película que nos lleva al límite con su última secuencia y que tiene entre sus escenas más dramáticas ciertas situaciones cómicas que podrían divertirnos si no tuviéramos tan desarrollado ese hábito nuestro de preocuparnos tanto. 

*Docente Universidad Autónoma de Occidente

@kayarojas

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