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Crítica a película 'El renacido'

Un año después de sacudirnos los paradigmas narrativos con ‘Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia’, Alejandro González Iñárritu dirige ‘El renacido’.

21 de febrero de 2016 Por: Por Claudia Rojas Arbeláez | Especial para GACETA

Un año después de sacudirnos los paradigmas narrativos con ‘Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia’, Alejandro González Iñárritu dirige ‘El renacido’.

Estoy buscando la palabra apropiada que me permita describir una película que tal vez no podría encerrarse en una sola.  El ejercicio del que me ocupo podrá parecer innecesario, y tal vez lo sea, pero ahora que he visto la última película de Alejandro González  Iñárritu me resulta imposible no recordar que hace un año cuando vi ‘Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia’, pensé  que el mexicano ya no podría sorprenderme más.   

Sublime me resultó entonces. Pero ahora, después de ver ‘El renacido’ compruebo que Iñárritu es un director al que no le da miedo  salirse de su zona de confort y tomar riesgos. Maravilloso. Por eso la búsqueda de mi palabra. 

La película que tiene lugar en el siglo XIX, narra la historia de Glass, Leonardo Di Caprio, el capitán de una cuadrilla de comerciantes de pieles que atraviesa la salvaje Norteamérica en pleno invierno.  Glass no es un hombre corriente. No solo es el más valiente del grupo, sino que además es el padre de un joven mestizo a quien cuida como su más valiosa pertenencia.  Este muchacho, con quien tiene una relación que va de la ternura a la frialdad,  intenta permanecer al margen de su padre, casi tratando de pasar desapercibido en una época y un lugar donde el color de piel marcaba la diferencia, el odio y las alianzas. 

Pero hablar de alianzas en un medio salvaje donde impera la ambición y la supervivencia es sin duda un eufemismo que apenas si no permite acercarnos al verdadero valor de esta producción.   Ese que va más allá de la tensión y la angustia que puede lograr transmitirnos durante las casi tres horas de duración en las que observamos (…y sufrimos) el drama de un hombre que quiere vivir impulsado por el deseo de venganza.  

Sí, esta es, ante todo, la historia de un padre que necesita cobrar  un crimen, uno que presenció en silencio e impotencia.  

Desde este escenario resulta indispensable que el espectador otorgue su complicidad a un relato donde la posibilidad supera toda prueba  y donde impera más la dinámica del mito que se repite una y otra vez en un propósito que parece no tener fin.  ¿Y quién cree lo contario? Hasta podríamos pensar que el espíritu de Glass siga vagando por las montañas heladas, así  como rondan las culpas, los remordimientos y los reclamos. Una y otra vez, flotando, yendo, viniendo en un eterno ciclo que no parece terminar…

De alguna manera en este propósito de mostrar la lucha  de tenacidad y supervivencia, el director puede enamorarse tanto de la historia que extiende la narración de tal manera que puede dividir el público en dos posturas opuestas: Quienes empiezan a padecerla sintiéndola poco creíble y larga, y otros que se enganchan de tal manera que no sienten su duración.   

De la manera que sea, lo que convierte a ‘El renacido’ en la gran película que es su cadena de aciertos que van desde la producción hasta la fotografía del también mexicano Emmanuel Lubeski, quien nutre las secuencias con planos que podrían verse repetidos entre sí pero que nutren una historia donde el encierro no lo impone una nave espacial, como tuvo que hacerlo cuando fotografió ‘Gravity’ o la mente como fue en ‘Birdman’ sino el invierno mismo que cubre al personaje con su noche eterna. 

Por lo pronto la prueba está superada para un director de fotografía que hace mucho puso su nombre en el top cinco de los más reconocidos y para un director que hace mucho se alejó de sus orígenes urbanos y tercermundistas para convertirse en narrador de la industria norteamericana.  Ahora  todo en su oficio es cuidado, medido, perfecto y por el metraje rodado después de tantas películas podemos reconocer cuánto ha crecido González Iñarritu.  

Ahora parece estar más preocupado porque sucedan cosas extraordinarias y por lo mismo, no podemos dejar de añorar su narrativa orgánica chilanga que tanta felicidad nos dio a algunos cuando hizo ‘Amores perros’ y se deleitó con el Distrito Federal y con sus seres tanáticos y grises. 

Esta vez, aunque estamos frente a un personaje tan sombrío como los anteriores, este parece ser inquebrantable y primario.  Un hombre que viaja a través de las montañas enfrentando y superando toda clase de pruebas, cada una más espectacular que la anterior y, al mejor estilo de un ideo juego, saliendo casi ileso de la gran mayoría se nos presenta de plano y poco reflexivo.  

En este sentido, el personaje, interpretado por Di Caprio quien esta vez parece estar más cerca que nunca de conseguir el Oscar que tanto ha  añorado, no se explora a profundidad y se pretende resolver con recuerdos el pasado pletórico de recuerdos.   

‘El renacido’ ha sido una de las películas más renombradas en los últimos meses. No solo por tener doce nominaciones a los premios Oscar y por haber empezado a allanar un camino de reconocimiento con los premios Globo que suelen ser  un anticipo a lo que veremos en la ceremonia del finales de febrero. 

Entonces de nuevo Alejandro González Iñárritu es un fuerte candidato a repetir el Oscar que hace un año ganó.  De ser así sería el tercer año consecutivo que los mexicanos, al menos de nacimiento, se llevan la máxima distinción de Hollywood.  

La  racha  que empezó en el 2013  con Alfonso Cuarón cuando dirigió ‘Gravity', podría extenderse hasta este año. Esto puede resultar maravillo para algunos, pero también resulta un poco triste para cinematografía latinoamericana que  ha entregado dos grandes directores a la industria hollywoodense no para darle pique y sabor a su narrativa de espectáculos, sino para convertir a los mexicanos en unos directores al servicio de sus intereses.

* Docente Universidad Autónoma de Occidente.

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