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Conozca la vida de Soffy Arboleda, madame de la cultura y gastronomía

Soffy Arboleda de Vega es el hada madrina de la cultura, el arte y la gastronomía en Cali.

30 de septiembre de 2012 Por: Claudia L. Bedoya | El País

Soffy Arboleda de Vega es el hada madrina de la cultura, el arte y la gastronomía en Cali.

Que le regalen lápices o que sus lectores le escriban a su correo electrónico son algunos de los placeres que hacen inmensamente feliz a la historiadora de arte y musicóloga Soffy Arboleda de Vega. Sí, esa misma que todos los viernes, desde su columna en El País presenta temas de arte y gastronomía, pero a la que también le carga temas de política y de ciudad.Esa Soffy que no teme decir lo que piensa, ha sido la protagonista de numerosos reconocimientos en las últimas semanas, por parte del Ministerio de Cultura (que le entregó la Gran Orden), la Universidad del Valle y el Departamento de Historia; y hace unos meses, recibió un merecido tributo de parte de los Premios La Barra Makro.¿Quién es esta mujer que despierta tanta admiración? Quienes la conocen saben que Soffy Arboleda de Vega es un referente para la cultura de Cali: “Ha sido una luchadora por la ciudad, ha estado en diferentes frentes, no solo desde la academia, sino en las artes, en la política y en las causas cívicas”, señala el cardiólogo Martín Wartenberg. “Es importante para la cultura caleña porque ha estado involucrada siempre en todas las juntas que tienen que ver con cultura y con los grandes eventos culturales de la ciudad. Su opinión siempre ha sido tenida en cuenta”, recalca el crítico de arte Miguel González.Experta en los artes precolombino, colonial y moderno, Soffy Arboleda de Vega fue docente durante 30 años en la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle y siempre fue una mujer inquieta intelectualmente gracias a su padre, cuyo consejo era “nunca te acuestes sin haber aprendido algo y si no has aprendido algo, anda al diccionario. Eso siempre lo digo a mis hijos y a mis alumnos”, recalca.Estudió música en el Conservatorio de Cali, en New England Conservatory de Boston y el Conservatorio Nacional de París. Además, se formó en historia del arte en Boston, en La Sorbona y Ecole du Louvre, en París. Y redondeó con un Máster en Historia del Arte en Boston University.Pero entre Boston y París cultivó otra pasión: la cocina. Y tomó clases en el Cordon Blue y luego con maestros como la célebre estadounidense Julia Child, entre otros. La variedad de sus inclinaciones culturales es el fruto más evidente de su mentalidad liberal.Dispuesta a ofrecer a la ciudad todo ese cúmulo de conocimientos que tenía en su cabeza, empezó a trabajar como catedrática en la Universidad del Valle y dio sus aportes como cofundadora del Museo La Tertulia e integró las juntas de entidades como el Teatro Municipal y el Jorge Isaacs, Colcultura, Centro Cultural Comfandi, Bellas Artes, Museo La Merced, entre otros. Además, en la sociedad caleña Soffy ocupaba un lugar de honor: “Integraba la lista de las mujeres más elegantes y creo que fue de las últimas personas que en Cali usó guantes. Iba a las clases de la Universidad con ellos y todo lo lucía con gran porte y talante”, cuenta Miguel González.Curiosamente, ella nunca se ha considerado una mujer bella, pero sí ha sido vanidosa. Su hija Paula Vega cuenta que cuando van a la finca, “Soffy va elegantísima con collar, zarcillos, anillos y la cartera. Siempre espera que le digan que está divina, y lo reclama”.Se distingue, como lo señala su amigo el abogado Jorge Restrepo Potes, por ser una persona franca, sincera y frentera, como también por ser buena amiga y leal en todas las circunstancias.Es también, una abuela permisiva y amante de ejercitarse pero sentada ante su computador Mac.Soffy formó hogar con el ingeniero Alfredo Vega Córdoba. Ella liberal y él conservador, tenían su punto de encuentro, “un humor negro increíble”, dice Paula Vega Arboleda.Ese que Germán Patiño califica como muy vallecaucano y otros, “inteligente”, pues Soffy tiene un apunte para todo.También es una noctámbula que tiene la manía de revisar todos los periódicos locales que circularon durante sus ausencias de la ciudad; le saca de casillas que no se hagan las cosas rápido y como ella quiere, porque según su hija es perfeccionista. De ahí que no permita que a sus columnas de El País les toquen una coma.Los grandes duelos de su vida han sido la pérdida de su esposo (diciembre 2005) y de su hijo Lorenzo (mayo 2007), tras eso decidió guardar el color y vestir de negro. Y en lo cultural una de sus preocupaciones es La Tertulia: “Me apena la poca presencia que La Tertulia tiene en el público después de haber sido faro de la cultura”. A sus 81 años disfruta ‘cacharrear’ en su computador, meterse a la cocina, regalar a sus amigos sus mermeladas de naranja, uva y ají; y consentir a Ramsés, su perro galgo. Todo, con una energía envidiable, cuyo secreto, en opinión de González, radica en ser “una enamorada de la vida”.   

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