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Conozca a 'Los Riders', un singular club de lectura caleño

En una época como la actual, en la que se alega que ya nadie lee, una cofradía de jóvenes caleños, obsesa por los libros, es la bella excepción a una regla que todos quisiéramos desterrar de los anaqueles polvorientos de bibliotecas y librerías. Tienen entre 14 y 20, pueden leer quinientas páginas en dos o tres días y discuten por redes sociales el siguiente título. Con ustedes, Los Riders.

20 de abril de 2014 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Reportero de El País

En una época como la actual, en la que se alega que ya nadie lee, una cofradía de jóvenes caleños, obsesa por los libros, es la bella excepción a una regla que todos quisiéramos desterrar de los anaqueles polvorientos de bibliotecas y librerías. Tienen entre 14 y 20, pueden leer quinientas páginas en dos o tres días y discuten por redes sociales el siguiente título. Con ustedes, Los Riders.

Tal vez no se haya notado aún su presencia en Cali, pero en poco tiempo será inevitable tropezarse con ellos en cualquier lugar. Parecen un ejército de obsesivos soldados que discuten letra a letra lo que por su ojos pasa. Son fáciles de identificar. Tienen entre 14 y 20 años; andan por ahí con sus cabellos al aire, jeans rotos, coloridos tenis tipo converse y camisas sueltas. Dominan todos los terrenos virtuales. A través de las redes sociales fraguan sus planes con una capacidad organizativa envidiable. Tan solo en Facebook son más de 900. Lo que los delata es la obsesión que los domina: son lectores compulsivos; andan por el mundo con sus libros a cuestas. Ocurre que fácilmente se devoran un ejemplar completo de 500 páginas en dos días. Viven en un viaje constante a través de historias literarias de la más variada gama. De hecho, se identifican así mismos como Club de Lectura 'Riders'. El vocablo lo adaptaron del inglés de forma ambigua, para anexar los sentidos de conducir, viajar o desplazarse, con el de leer. Es decir, se declaran una especie de viajeros literarios que tienen por combustible la literatura y por alas las hojas de sus amados libros. Suelen reunirse en la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, institución que los ha acogido. Allí se sienten como pez en el agua, llenan auditorios, terrazas y salas de lectura, captan nuevos adeptos y organizan actividades.Es fácil encontrar a los 'Riders' discutiendo sobre sus novelas distópicas favoritas: Desde 'El retrato de Dorian Gray' hasta los ‘Juegos del hambre’ en todas sus entregas. Se enfrascan con pasión en discusiones para expresar por qué no les gustó la adaptación de la saga de 'Percy Jackson' o por qué se sienten subyugados por un clásico como William Shakespeare.Podría pensarse, a primera vista, que no son mas que un grupo de 'nerds' o ñoños. Nada más lejos de la realidad. Piensan y sienten como cualquier muchacho de su edad, les gusta divertirse, tener amigos, ser críticos... pero también son soñadores e idealistas y consideran que, por más diferentes que sean sus gustos, los mantiene unidos su profundo amor por la lectura. Son un fenómeno extraño, en un país donde se dice que la gente no lee. De cierto modo son la prueba espontánea de que sí es posible que, sumando diversos factores, la lectura pueda dejar de ser para muchos adolescentes una tortura y se convierta en una opción de placer, goce y crecimiento personal y colectivo.Los Riders José Darío Bustos está sentado en una de las salas de la Biblioteca Departamental junto a sus compañeros del ‘staff’ o grupo que lidera el Club de Lectura Riders. Menudo, de cabello negro y piel cobriza, nació en Jamundí hace 17 años y hoy estudia artes plásticas en el Instituto Popular de Cultura. Es el responsable del surgimiento de este fenómeno. En mayo del año pasado, la experiencia que tuvo con una amiga, quien había creado en Facebook una ‘fan page’ sobre una novela para adolescentes, le dio ideas.En vez de tener un club dedicado a rendirle culto a un libro, optó por fundar un club de lectura que pudiera reunirse para discutir sobre libros, autores y géneros. El joven decidió bautizarlo con el nombre de ‘Riders’ tras escuchar una canción de la cantautora norteamericana Lana del Rey, celebridad en las redes sociales. “En un video suyo ella dice: “cuando tengo problemas solo conduzco”, y conducir o manejar es ‘to ride’. Y muchos de nosotros, cuando tenemos problemas, solo leemos para escapar de la realidad o buscar compañía que no encontramos de otra manera. Entonces se me ocurrió ponerle al club ese nombre” dice. Junto a José Darío está el resto de miembros del ‘staff’, como ellos denominan al grupo que coordina las actividades del Club. Se trata de Laura Michelle Camacho, de 15 años, María Camila Sánchez, de 18, Carolina Gómez, de 19, Esteban Zambrano de 18, Sebastían Muñoa, de 17 y Juan Pablo Osorio, de 15.Todos ellos tienen en común que en algún momento de sus vidas tuvieron experiencias con la lectura. En su mayoría, redescubrieron ese gusto a través de ‘best sellers’ o, como dicen ellos, ‘mainstream’. Pero de allí han ido evolucionando sus gustos literarios. José Darío, por ejemplo, confiesa con un dejo de vergüenza que se inició con ‘Crepúsculo’, la saga de vampiros de Stephenie Meyer. Hoy ya no le parece gran cosa. Ahora prefiere las novelas distópicas como ‘El gran Gatsby’ o las historias juveniles que escribe John Green.María Camila Sánchez dice que los libros la han acompañado desde la niñez, pero haber leído ‘Harry Potter’ despertó en ella su pasión por la lectura. “En cada ser hay un lector potencial. Lo importante es encontrar ese libro que, al abrirlo, te lleva a descubrir el mundo de la lectura”, reflexionó esta joven bachiller de 18 años y quien desea estudiar cine. Laura Michelle afirma que cuando lee se introduce de forma total en el libro. “Me olvido de lo que hay a mi alrededor. Leer me resulta tan entretenido que me pueden dar las dos de la madrugada sin querer parar”.Y esa pasión los lleva incluso a evadir las normas que imponen los padres. “Una vez mi madre vio que estaba leyendo muy tarde en la noche y me hizo apagar la luz. Yo encendí entonces una lámpara. Como notó que seguía leyendo me hizo apagar la lámpara y yo continué con la luz del celular, hasta que me quedé dormida. Al otro día en clase seguí leyendo y les pedí a mis amigos que tomaran nota por mí. Así me he leído sagas completas en cuatro días”, dice entre risas Carolina Gómez, quien a sus 19 años cursa estudios de arte dramático en la academia Estudio de Actores. Algo parecido le ocurrió a Sebastián Muñoz, estudiante de la licenciatura en lenguas extranjeras de la Universidad del Valle. Dice que tuvo que esperar seis meses a que llegara la edición de ‘El Hobbit’. Se lo leyó en un día.Súper lectores Su capacidad para devorar libros es admirable. José Darío, quien cumple años en junio, aseguró que desde los 17 ha leído hasta ahora 48 libros. Laura Michelle, en dos años, completó un ‘prontuario’ de 87 títulos. María Camila Sánchez, el año pasado, se devoró medio centenar. Y hacen cualquier cosa por conseguir un libro. José Darío se gastó en los libreros de Santa Rosa la mitad del dinero que le dieron para su excursión de bachiller a San Andrés. Carolina invirtió casi todo lo que se había ganado en un trabajo de fin de año en los cinco tomos de la saga de 'Cazadores de Sombras'.Pero estos jóvenes del ciberespacio prefieren el libro físico por encima de ediciones digitales. Carolina cuenta que cuando está en la sección donde restauran los libros viejos en la Biblioteca no puede dejar de acariciarlos y olerlos aunque los técnicos les adviertan que los ácaros que contienen son dañinos. Por eso también aman ir de compras donde los libreros de Santa Rosa. “Los ejemplares que hay allí tienen historia estuvieron en manos de una persona que pensó que eran interesantes, los compró y los leyó. Entonces yo también quiero leerlos”. Para Laura Michelle, leer no la convierte en una persona aislada. Por el contrario, estar en el Club de Lectura le ha permitido conocer más personas. Leer, en vez de quitarle diversión juvenil, la anima a socializar más. A los 'Riders' les gusta compartir sus gustos por la lectura. “Mi hermana mayor ya se ha leído varios libros y ahora quiere ser parte de los ‘Riders’. En mi salón estoy haciendo una campaña prestándoles libros a los que quieran”, señala Juan Pablo Osorio, de 15 años, estudiante de décimo grado del colegió Los Ángeles del Norte.Algo similar hace Sebastián Muñoz en su antiguo colegio, donde ha reclutado para el club a casi todos los alumnos de último grado. “Mi profesor de español me felicita y me dice que es una buena forma de incentivar la lectura”. Pero también discuten de política o religión. “Leo sobre estos temas y no me conformo con una sola fuente, pues los medios tienden a manejar tu mente”, agregó José Darío.Así crecieronCuando El Club organizó su primera reunión lo hicieron en un centro comercial al que sólo llegaron cuatro jóvenes, tres de ellos organizadores. Luego, uno de los miembros propuso la Biblioteca Departamental como sede de la próxima cita. Llegaron 22 muchachos.El grupo se reúne mensualmente para discutir diversas temáticas sobre un género literario o un autor. Ya llevan diez reuniones. Por ejemplo, en febrero pasado un grupo de 90 integrantes discutió el tema de la literatura distópica: se hicieron discusiones sobre libros como ‘Divergente’, ‘ V de Vendetta’, ‘ Farenheit 451’ y ‘1984’ de George Orwell. En marzo, en la más reciente de sus citas, los ejes temáticos fueron los escritores Edgar Allan Poe, Oscar Wilde y William Shakespeare.El ritual es así: los muchachos se citan en las escaleras a la entrada de la Biblioteca. Cuando hay un número representativo, pasan al interior, al auditorio Diego Garcés, que les tiene reservado la Biblioteca. Allí exponen y discuten los temas acordados previamente. Finalmente hay una actividad social en el parque de la lectura de la institución Los miembros del club han aprovechado el poder de las redes sociales para consolidarse. Utilizan, además de Facebook (ver aquí el grupo), otras alternativas más populares como Twitter (ver aquí la cuenta), que les sirve para compartir sus citas literarias preferidas; Instagram, donde suben las fotografías de las actividades que realizan, WhatsApp, para tener una comunicación más estrecha entre todos.Y tienen secciones como 'Riders English', para lectores en inglés, o 'Riders Drama', para quienes les gusta el teatro. En el momento su página de Facebook cuenta con 982 miembros. El poder que les proporcionan las redes sociales lo pusieron a prueba en la reunión de enero pasado, dedicada al escritor norteamericano de literatura juvenil John Green. Los chicos enviaron ese día mensajes masivos a la cuenta de Facebook del escritor, para contarle sobre la actividad que estaban haciendo en su honor, lo que se denomina un ‘Trending topic (tendencia), obteniendo finalmente una breve respuesta del autor.

El fenómeno Cuando el año pasado John Jairo Navia García, promotor de lectura de la Biblioteca Departamental, notó la presencia de un grupo de 22 chicos en dichas instalaciones supo que estaba ante un fenómeno particular. "No es normal que un grupo de muchachos llegue a la Biblioteca sin el acompañamiento de un adulto, sin un plan previo a realizar una actividad de lectura, fuera del horario escolar", comentó Navia, quien tiene doce años de experiencia en promoción de lectura. Para Navia, el Club de lectura lo integra un grupo de chicos competentes que tiene habilidades relacionadas con el componente digital. "Son nativos digitales, que mezclan su capacidad tecnológica con el sentido común. Por ejemplo, para decidir el horario de una reunión, cuelgan en la red una encuesta con seis opciones y la someten a discusión". A decir del promotor de lectura este grupo posee además otra cualidad importante. Como son lectores tienen la capacidad de escuchar a los otros y a partir de ello toman sus decisiones, así potencializan el capital social que tienen.Es de las redes sociales de donde han ido extrayendo los conocimientos para organizar su grupo. Ellos han tomado dos experiencias: los ciberclubes de todo tipo y redes de celebridades, como los 'seleneitors', seguidores de Selena Gómez, o los 'Beliebers', de Justin Bieber.Estos últimos tienen un estructura organizativa como un 'staff' o grupo coordinador, un sitio de reunión, políticas de publicación y de organización de actividades. "Ellos retoman esas dos tendencias y le adicionan un componente innovador, un club de lectura con una fuerte presencia en una biblioteca pública". El experto señala como el caldo de cultivo para que este fenómeno surja, el hecho de que han gozado de la oferta de materiales de lectura en etapas tempranas. “Si bien se ha cuestionado sobre el papel de los docentes en la actualidad, estos chicos han tenido profesores que los han motivado a ser lectores”. En su opinión, la generación que hace parte de los Riders tiene la capacidad de construirse a sí misma, sus emociones, sus duelos, porque también la violencias los afecta, incluso sus ilusiones y su manera de ver el mundo y reconocerse en el otro. "Ellos entienden que gran parte de los aspectos de sus vidas está cruzado por la lectura. Se enamoran y discuten y comparten su mundo con citas de libros". Aunque pudiera considerarse algo superficial que devoren en un día un libro completo y que en su mayoría inicien sus lecturas a través de fenómenos editoriales, el experto señala que lo que importa es el desarrollo que consiguen con esa experiencia y destaca la atmósfera que se genera. Para estos jóvenes leer se convierte en un capital deseable y acumulable. Han adquirido una conciencia de su actividad lectora. A través de sus anotaciones en las redes sociales dejan testimonios de la evolución de sus gustos complementa.Como todo fenómeno nuevo entre jóvenes, los padres también entran a ser parte de él. Y en ese sentido las historias de los chicos son variadas. Hay desde los que tienen padres fanáticos que siguen y 'retuitean' los comentarios de sus hijos y amigos, como los que consideran nocivo ese exceso de entusiasmo por la lectura. En opinión de Navia, cuando un lector se construye en un espacio íntimo, lo que está haciendo es entrar en un diálogo de intersubjetividades con el autor, su trama y sus personajes. “Es una manera de representar el mundo que le rodea. Entonces no se puede decir que la lectura aisla, la lectura es una práctica social”, asegura.Y si esa práctica se pontencializa a través de una red social, tenemos un fenómeno como este totalmente esperanzador de unos chicos que están buscando y marcando cambios, que se apoyan en las instituciones que ofrecen una visión menos apocalíptica de su futuro.

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