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Claudia Nicholls, la gestora de la 'pequeña biblioteca' de Felidia

Esta docente de literatura, bibliotecaria y amante de los libros logró lo impensable: ubicar a Felidia, corregimiento de la zona rural de Cali, en el mapa de las pequeñas bibliotecas del mundo. Hace un mes la ONG Little Free Library, de Wisconsin, la inscribió como la número 28.600.

31 de mayo de 2015 Por: Redacción de GACETA

Esta docente de literatura, bibliotecaria y amante de los libros logró lo impensable: ubicar a Felidia, corregimiento de la zona rural de Cali, en el mapa de las pequeñas bibliotecas del mundo. Hace un mes la ONG Little Free Library, de Wisconsin, la inscribió como la número 28.600.

¿Cómo surgió la idea de crear una biblioteca en Felidia? 

La idea surge de un proyecto que nació en Wisconsin en 2008. Allí al hijo de una maestra se le ocurrió poner en su antejardín  una casita de madera con puerta de vidrio, como un buzón, lleno de libros. Su lema es “Take a book, return a book”. La meta que se habían propuesto era poner dos mil bibliotecas Estados Unidos y lo increíble es que ya van 28.000 en el  mundo. En la actualidad son una organización sin ánimo de lucro que promueve las bibliotecas comunitarias cerca de los sitios donde viven las personas, precisamente para que la gente se sienta cercana a los libros. 

Yo vivo en Felidia y siempre he trabajado con libros. Durante más de 20 años he sido profesora de literatura y ahora soy bibliotecaria, y cuando conocí esa iniciativa se me ocurrió que podría construir una pequeña biblioteca (son muy pequeñas, de ahí su nombre) cerca de donde vivo para que los niños y los habitantes en general pudieran disfrutar de los libros. 

¿Cómo armó el proyecto y quién lo financió?

El proyecto lo pensé durante un año y lo financió Vaca Bacana que es un grupo de jóvenes que financia proyectos “bacanos” que den felicidad. Nos dieron un millón de pesos y con eso  logramos construir no solo una sino dos pequeñas bibliotecas. Son como unas casas para mascotas, pero están llenas de  libros. Y están ubicadas una al lado del paradero y otra en la salida  de la escuela. Así que quienes esperan su transporte, pueden empezar a leer. Y lo mejor es que se lo pueden llevar para su casa, pero la idea es que lo devuelvan.  

¿A qué público está dirigido especialmente? 

A los 420 niños de la escuela del corregimiento de Felidia, principalmente, pero como son comunitarias llegan a los 1700 habitantes del corregimiento.  Están destinadas a estimular la lectura por placer, a brindar entretenimiento y, además, le dan un reconocimiento a la buena fe de la comunidad. 

¿Corregimientos como Felidia, que hacen parte de la zona rural de Cali,  están en desventaja  en materia de lectura y acceso a libros?  

Sí, pues allí hay programas del Ministerio que son únicamente para escuelas o colegios. En cambio las Pequeñas Bibliotecas intentan abarcar a toda la población. 

¿Cómo lo ha vivido la comunidad?

Han estado felices y han cuidado las bibliotecas apropiándose de ellas, intercambiando libros y haciendo donaciones. Pero quizá lo que más les llamó la atención es que fuera todo nuevo, bonito y sin llave o candado. 

Y la gente que se quiera quedar con los libros... 

Hay un letrero que dice: ‘Llévalo, léelo, devuélvelo’... si se lo llevan  pueden traer otro en su lugar. 

¿Qué anécdotas o historias alrededor de la biblioteca has vivido desde que se abrió? 

Me encantó el primer niño que vio cuando las pusimos y le gritó feliz a la mamá: “¡Mamá, libros para leer!” También ha pasado que  cuando ven que no tiene candado ni horario hay niños que dicen, “Profe, van a dañar la biblioteca”., o  “Se van a robar los libros”. Llevamos cuatro meses funcionando y  nada de eso ha pasado.

¿Cómo hacer que el proyecto sea autosostenible? 

Detrás de estos proyectos debe haber alguien que confíe en la gente y quiera y crea en lo que se está haciendo. Hemos recibido donaciones de libros de amigos, de amigos de amigos, y ahora de la organización Little Free Library, lo que es sin duda, un importante reconocimiento. Con estas ayudas ya estamos pensando en poner otras dos: una Potrerito y otra en Terrón Colorado. Y si nos alcanza, para más...

¿Qué libros se encuentran en las bibliotecas? 

Están ‘Entre amigos’, ‘Las vacaciones de Franz’, ‘Historia de la navegación’... También hay revistas y la gente que quiera donar libros puede hacerlo. Nos encuentran en Facebook como La Pequeña  Biblioteca.

¿Qué la hizo amar la lectura?

El primer libro que leí en la vida fue una edición hermosa que me regaló mi papá de ‘Platero y yo’. Y luego los libros que me hicieron amar la lectura fueron ‘El Principito’ y los poemas de Rafael Pombo. Desde entonces no he parado de leer. Leo de todo, desde ‘Emotional Branding’ hasta poesía de Pessoa, mi escritor favorito. Tengo ahora en mi mesa de noche ‘La vida secreta de Mona Lisa’.

 

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