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Centenario: Stravinsky y 'La Consagración de la primavera'

Después del estreno de 'La consagración de la primavera', de Stravinsky, hace cien años, las cosas nunca fueron iguales en el ballet. La obra, que en principio provocó escupitajos, silbidos e insultos, fue el germen del ballet moderno. Historia.

26 de marzo de 2013 Por: Miguel González | Especial para Gaceta

Después del estreno de 'La consagración de la primavera', de Stravinsky, hace cien años, las cosas nunca fueron iguales en el ballet. La obra, que en principio provocó escupitajos, silbidos e insultos, fue el germen del ballet moderno. Historia.

La música que concibió el compositor ruso Igor Stravinsky para el ballet 'La Consagración de la Primavera', enardeció a la audiencia el día de su estreno en el Teatro de los Campos Elíseos que presentaba los Ballets Rusos de Sergei Diághilev en su temporada inaugural. La coreografía que fue rechazada como impropia y agresiva, era la propuesta más osada de Vatzlav Nijinsky, el mítico bailarín. Él se había anotado un éxito antes con su trabajo 'La Siesta de un Fauno' con melodía de Claude Debussy, inspirado en las cerámicas griegas, sintonizado con la antigüedad, como Isadora Duncan.Pero su nuevo espectáculo enfrentó a la audiencia en su estreno que se llevó a cabo hace exactamente cien años en París.La pieza tiene una duración de treinta y cuatro minutos, donde todo el sistema tradicional se subvierte, las interrupciones del ritmo son notables y la gran orquesta necesaria para su montaje registraba incrementos fuera de lo común como el uso de ocho trompas. Al iniciarse se escucha un sonido profundo producido por el fagot en su registro más bajo. El vestuario y los decorados de Nicholas Roerich no ayudaron mucho a la coreografía extraña y revolucionaria que hacía gesticular y adoptar poses inusuales a los bailarines. Esta pieza es indudablemente el germen del ballet moderno y la danza contemporánea mucho le debe. 'La Consagración' provocó escupitajos, puños, silbidos e insultos de distinta índole. Debussy estuvo a favor. Ravel fue llamado “judío asqueroso” por estar de acuerdo con el espectáculo y la condesa René de Pourtalés al retirarse anticipadamente de la sala afirmó: “Tengo sesenta años y hasta ahora nadie se había atrevido a burlarse de mí”. Diáguilev, que exclamó en la pausa entre las dos escenas: “¡Por favor, dejen que se acabe el espectáculo!”, salió luego a cenar con Stravinsky y comentó “Exactamente lo que quería”, seguro de la gran publicidad que esto traería no solamente para la obra sino también para todo el elenco.'La Consagración de la Primavera' se compone de dos partes: 'La adoración de la Tierra' y 'El sacrificio'. En la primera, los jóvenes y las muchachas en un ambiente tribal se enfrentan y terminan en una danza frenética. En la segunda se lleva a cabo la inmolación de la adolescente Electa que después de un rito violento cae y muere. La bailarina que estrenó el papel fue María Piltz, quien supo transmitir el furor y erotismo que el personaje requería. La historia no resultaba edificante y de alguna manera anticipó lo que sucedería pronto en la Europa productora de las brutales guerras. La música y la coreografía violaron las reglas establecidas y abrieron los caminos del riesgo y la problematización que felizmente hoy continúan.Stravinsky, que es considerado como el Picasso de la música, con esta obra marcó el fin de una era, proponiendo bloques sonoros y aglomeración tímbrica. Atropelló con sus sonidos la idea romántica que seguía el ideal de belleza y sentimiento. Nijinsky hizo otro tanto con su propuesta coreográfica y el argumento que la guiaba. Desde su estreno hasta hoy esta propuesta osada ha seguido seduciendo. Todos los grandes coreográficos han querido y podido generar versiones: Léonide Massine, Martha Graham, Maurice Béjart, Balanchine, John Neumeier, Glen Tetley, John Taras y una lista que se prolonga cada vez más. 'La Consagración', demuestra así, sus siempre potente actualidad.

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