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Cali vivió una noche de 'lunes festivo' en la inauguración de Ajazzgo

En la primera noche del Festival Ajazzgo, en el teatro Los Cristales, Cali vibró y bailó con el maestro Bobby Carcassés como si fuera domingo. Hoy, el turno es para el pianista Harold López Nussa.

6 de septiembre de 2011 Por: Pedro Navaja | Especial para El País

En la primera noche del Festival Ajazzgo, en el teatro Los Cristales, Cali vibró y bailó con el maestro Bobby Carcassés como si fuera domingo. Hoy, el turno es para el pianista Harold López Nussa.

Y muchos llegamos con la resignación a cuestas. El calendario marcaba lunes… ¡qué se le iba a hacer! Como hombres y mujeres honorables, horas antes habíamos practicado una vez más el triste ritual de vestirnos de lunes: la impecable camisa de las buenas costumbres, la brillante corbata de los malos ejemplos, altos tacones para ocultar los bajos instintos y la mala cara necesaria para ser exitosos, pero infelices. En el bolso otra vez las deudas, las angustias, las tareas… el agobiante peso de volver a ser ciudadanos. En el bolsillo las promesas, la esperanza… el rezago dulzón del domingo perdido. El calendario marcaba lunes… hasta cuando apareció Bobby con su traje de viernes.Bobby Carcassés –músico, pintor, bailador de cha cha chá y de guaguancó, cultivador de los secretos del jazz latino, flaco, alto, cubanísimo– devolvió el reloj interno de esta ciudad. Ocurrió durante la inauguración del Festival Ajazzgo, en el teatro Los Cristales.Parado en el centro del escenario, empezó cantando uno de los viejos himnos de su Cuba querida. Bastaron las siete notas del pregón de El Manicero, para que nuestro lunes ceniciento se transformara de repente en fin de semana luminoso. Y el viento de Los Farallones decidió sentarse una vez más en el teatro al aire libre, dispuesto a resucitar su fiesta dominguera.Antes de oficiar el sagrado ritual de la música, Bobby nos recordó que la fórmula para conquistar a una mujer, incluso en lunes, es simple: bastan las palabras justas y una canción.Y así, de golpe, confesó su amor a una mujer común, sensible, tal vez un poco fea por estos días: “Cali quizá no sea la ciudad más linda de Colombia, pero es la que más me gusta a mi”. Y sin nada más que agregar, soltó en el piano la letra de su más reciente composición:“Cali te brindo mi amor con este cantar sencillo de mango y de mamoncillo con mucho swing y saborVivan la cumbia y el son Cali y La Habana”…La canción, me confesaría después, es su forma de saldar una vieja deuda que contrajo aquí en una noche de bohemia salsera.“Hace 31 años vine por primera vez con el show de Tropicana y jamás se me olvida que nos pasamos una noche entera en ‘El abuelo pachanguero’ cantando y gozando hasta que salió el sol. Por eso, cuando me llamaron para volver, supe que tenía que darle las gracias a Cali por esa noche”.Su pago fue más que generoso, e incluyó intereses por mora. Durante más de una hora, y con la complicidad de los seis músicos que integran su banda Afrojazz, Bobby Carcassés le regaló a Cali un compendio de música deliciosa, que incluyó desde una pieza emblemática del jazz como ‘Summertime’, hasta ese bolero universal titulado ‘Cómo fue’.Y el público que abarrotó Los Cristales con cara de resignación de lunes se dejó llevar hacia un domingo imaginario.Bobby Carcassés lo arrastró lentamente con el embrujo de su garganta, que es casi una leyenda en Cuba por reproducir magistralmente las notas, los colores, los múltiples giros que se podrían extraer de un instrumento musical en libre improvisación. ‘Scat’, le llaman los expertos a esa compleja técnica vocal con la que pocos han triunfado en la historia del jazz.Como si fuera poco, sacó tres solos antológicos de su fliscorno, convocó desde el tambor al gran espíritu del conguero Chano Pozo y bailó como hace 30 años en Juanchito.Pero cualquier cosa puede pasar cuando un brujo altera el ciclo natural del tiempo. Y en la noche de inauguración del Ajazzgo pasó. Bobby Carcassés, guerrero de mil batallas, rumbero con más de 70 años bien bailados, pidió a sus músicos dejar los instrumentos y convocó a la nueva generación del jazz cubano. El pianista Harold López Nussa – que actuará este martes en el Centro Cultural Comfandi – subió con sus amigos.Nadie en Los Cristales imaginaba lo que vendría cuando ese ‘parche’ de cuatro caras jóvenes, con melenas despeinadas y tenis converse, apareció en el escenario. El ‘Scat’ de Bobby se fusionó con el piano y el bajo, para dibujar una versión delirante de otra pieza emblemática del Jazz: ‘On Green Dolphin Street’.La sabiduría le abrió camino a la pasión. El maestro Bobby permitió que Maikel González llevara su trompeta hasta la luna, y que Harold López Nussa se entregara a Cali como un antiguo amante. Emocionado, levantándose una y otra vez de la pequeña silla, el joven pianista le sacó humo al teclado. Y Cali –que Junto a Cuba y Puerto Rico es el único rincón de Latinoamérica donde todos llevan un piano adentro–, lo recibió con los brazos abiertos. Gozadera total.El ‘Blues con montuno’, uno de los más emblemáticos temas de su repertorio, dedicado al gran Benny Moré, fue la pieza elegida por Bobby para cerrar. Pero en las graderías de Los Cristales ya había miles de corazones bailando, y fue preciso repetir el mambo de ‘Habana Cali’ antes de decir adiós.Al salir, todos nos cruzamos miradas de feliz complicidad. Habíamos hecho el mejor Ajazzgo para empezar la semana tediosa. Por unos pocos minutos el tiempo se devolvió en este pequeño rincón del Caribe urbano donde África guarda un pedazo de su corazón. Y los tristes ciudadanos del lunes nos fuimos a la cama con el corazón vestido de domingo.

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