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Cali vivió ocho días bailando con el Festival Internacional de Ballet

Al terminar el Festival Internacional de Ballet, en el ambiente queda una sensación de haber presenciado un certamen grande. Gloria Castro, la directora, analiza algunos aspectos.

9 de junio de 2013 Por: Elpaís.com.co

Al terminar el Festival Internacional de Ballet, en el ambiente queda una sensación de haber presenciado un certamen grande. Gloria Castro, la directora, analiza algunos aspectos.

Anoche terminó el VII Festival Internacional de Ballet de Cali, con un espectáculo en el teatro al aire libre Los Cristales, que reunió los montajes más aplaudidos a lo largo de la semana que duró la edición. Sin acallarse aun los postreros acordes, la directora del certamen y conductora de Incolballet, Gloria Castro, hizo balance de lo visto y lo oído:¿Cuál es el balance preliminar?Es extraordinario. Hubo gran recepción y asistencia masiva, tanto en la plaza de toros como en los teatros, las plazoletas y otros escenarios. Las conferencias en escuelas y colegios contaron con la presencia de mil, dos mil estudiantes. Hemos avanzado muchísimo, en cuanto que hemos crecido en número de asistentes.Hubo funciones con boletas a $60.000, que a mucha gente le cuesta soltar, y otros no pueden. ¿Fue buena la respuesta?Con decirle que las funciones de la compañía Deborah Colker, de Brasil, tuvieron muy buena acogida. También con la Danza Contemporánea de Cuba. ¿El tema de formación de público ya pasó de la expectativa a la realidad?Yo creo que sí. Ya la gente en Cali espera el ballet, cuando le mencionan la palabra no piensa que es solo 'El lago de los cisnes', 'Cascanueces' o 'La bella durmiente', sino que entiende que es también una danza contemporánea, muy dinámica en su desarrollo. También ha entendido que no hay una separación entre lo clásico y lo contemporáneo.¿Qué impresión deja el Festival en las Compañías invitadas?Fueron extraordinariamente acogidas y todos los bailarines se encantan con lo que viven. El viernes pasado tenía previsto darles descanso a los de la República Checa, que no habían parado de bailar desde el domingo, me pidieron que no lo hiciera, porque deseaban presentarse ante todos los públicos. Eso demuestra que el objetivo se cumple de llevar todos los montajes a toda clase de público, para que vean cómo se desarrolla el ballet en el mundo. El festival se está descentralizando. ¿Cómo fue esa experiencia?La función del jueves en la plaza de toros de Palmira fue estupenda, con gran acogida. Allá se presentaron los ballets de Magdeburgo, República Checa y Dancepartout, al día siguiente me decían que era increíble esa experiencia de la asistencia masiva. Lo de Jamundí fue hermoso, porque los bailarines estadounidenses hicieron bailar a los niños de esa localidad, en un pequeño taller. También hubo presentación en Roldanillo, y allá la historia es otra, siempre maravillosa.¿La decisión de sacar el ballet de los teatros hacia escenarios menos formales ha incidido en la calidad de la danza?En nada. Por ejemplo, el espectáculo en la plaza de toros, que fue un gran montaje con todas las de la ley, sin concesiones, fue recibido maravillosamente, y los artistas extranjeros se asombraron de bailar ante tanta gente. Uno dijo, “yo tenía el corazón en la garganta”. Todos se encantan con esto.Hubo retos grandes como montar 'Don Quijote' por dos compañías separadas por un océano.Fue enorme, pues hicimos tres actos de esa obra que nunca se había bailado en Colombia, con Magdeburgo e Incolballet, que demostraron estar a la misma altura y compartimos escenario sin dificultades. Eso en otras circunstancias hubiera sido imposible realizarlo, porque son obras que requieren muchos bailarines. Los alemanes prepararon su parte y nosotros la nuestra, y luego en tres días montamos la obra.De 1 a 10, ¿con cuánto califica este festival?A mí, que estoy metida en el batido, me cuesta mucha dificultad calificar, porque lo hacemos en medio de muchísimas dificultades y limitaciones. Entonces deben hacerlo los bailarines como el público.

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