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Miguel Ángel Bastenier, periodista español, falleció víctima de un cáncer. | Foto: Archivo El País

PERIODISMO

Bastenier, un legado de integridad en el periodismo

Una lección de integridad dejó Miguel Ángel Bastenier, maestro de numerosas generaciones de periodistas en España y Latinoamérica.

29 de abril de 2017 Por: Redacción de El País y Colprensa 

El mentor de los periodistas de América Latina, Miguel Ángel Bastenier, falleció víctima de un cáncer.

Decía que con sus dedos cortos y gordos escribía tan rápido y de memoria que nadie lo podía igualar, no sin después soltar una carcajada interrumpida por un ataque de tos, porque fue un fumador consumado.

Bernardo Marín, en El País, de España, lo describe como “un maestro de periodismo con mayúsculas, con toda certeza el más popular e influyente de las últimas décadas en lengua castellana. Su adhesión innegociable a las reglas básicas del oficio, su obsesión con el buen uso del idioma, y su magisterio personalísimo, aderezado con enormes dosis de ternura y sentido del humor, marcaron a varias generaciones de profesionales de España y de toda Latinoamérica”.

Esas generaciones de periodistas se llevan el legado de Miguel Ángel o ‘Baste’, como lo llamaban cariñosamente, y quien falleció ayer en Madrid, a los 76 años a consecuencia de un cáncer de riñón, según fuentes de El País, de España, diario al que estuvo vinculado hasta su muerte.

Desde muy niño Bastenier fue aficionado a la lectura y logró una vastísima cultura. Presumía de la buena educación que había recibido en un colegio de curas de Barcelona, en la época del nacionalcatolicismo. Se autoproclamaba agnóstico y al mismo tiempo católico. “No es tanto cuestión de creencias, sino de pertenencia”, decía.

Como recoge la publicación del Grupo PRISA en su edición digital de este viernes, Bastenier estudió Historia en la Universidad de Barcelona y Periodismo en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Comenzó a desarrollar su carrera profesional en 1970 en el Diario de Barcelona.

A sus 37 años dirigió Tele/eXprés, un diario vespertino catalán, escrito en español, que cerró en 1980. Un año antes, fue subdirector de ‘El Periódico de Cataluña’ por tres años, hasta incorporarse a El País, donde fue subdirector de Información y de Relaciones Internacionales hasta su jubilación en 2006.

Hasta sus últimos días seguía colaborando con la sección de Opinión del diario como editorialista y columnista. Su última columna la publicó el pasado lunes, y en esta alertaba del riesgo de los extremismos en Europa a pesar de la victoria de un candidato moderado en la primera ronda de las elecciones francesas del domingo.

Veterano analista de política internacional, publicó dos libros sobre el conflicto árabe-israelí y otros dos sobre periodismo, “más algún otro que no quiero recordar”, apuntó en su blog personal. Era referencia mundial en temas de América Latina.

“Profesor, lo soy. Maestro es sólo una teoría”, decía quien pasó los últimos 30 años enseñando a jóvenes europeos y latinoamericanos sobre su oficio. Fue maestro en la Escuela de Periodismo de El País de Madrid. Por su curso anual ‘¿Cómo escribir un periódico?, a mitad de año, en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano’ de Cartagena de Indias, pasaron decenas de periodistas de América Latina, que ganaron a un ‘papá periodista’ para toda la vida.

Dada su prodigiosa memoria, citaba en sus clases una cantidad asombrosa de cifras y datos, además de anécdotas con personajes como Yasser Arafat y Fidel Castro, que solía intercalar con la historia de una antigua novia que intentó envenenarlo.

Dice el periodista Bernardo Marín que “en Bastenier se daban todas las condiciones para ser un excelente profesor de periodismo, era un reportero y articulista extraordinario. Le encantaba enseñar, que le escucharan, pero también escuchar”. Cuenta también Marín, en la sección de Obituario de El País, que sus clases se convertían en animados debates, donde se aprendía y se reía a la par, que en las correcciones era implacable y políticamente incorrecto. Y que hasta que sus alumnos sobrepasaron los mil, recordaba a cada uno con nombre y apellido.

En sus clases en Cartagena llegaba horas antes, para despiezar periódicos con dureza y hasta con indignación, pero siempre hacía críticas con humor. Sus pupilos asistían atentos a viajes por la historia del mundo y por el periodismo anglosajón, para él, el mejor del mundo. A veces tartamudeaba o suspendía sus discursos por el ahogo y la tos, pero siempre tenía a su alcance cigarrillos y fósforos para “contraatacar”.

Ganó varios premios periodísticos, en 2002 recibió la nacionalidad colombiana y durante unos meses estuvo a cargo de El Espectador.

Publicó ‘El blanco móvil’ (Aguilar, 2001) y ‘Cómo se escribe un periódico’ (Fondo de Cultura Económica de España, 2009), en los que afirmó que para ser un buen periodista hay que tener “un estómago de hierro” para distanciarse de los asuntos de los que se informa. Era el columnista de El País con más seguidores en Twitter, más de 172.000.
Uno de sus tuits resume su vida: “¿Y usted qué le ha dado al periodismo? Lo que tenía más a mano. Toda una vida”

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