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Arte mexicano que rinde culto a la muerte, invitado especial al Calicómix

La artista mexicana Tania Robledo hizo en Cali un tapiz con el cual la cultura de su país rendía culto a los muertos. Esta expresión representa los orígenes de la tradicional celebración del Día de Muertos.

3 de febrero de 2017 Por: Ricado Moncada Esquivel Periodista de GACETA

La artista mexicana Tania Robledo hizo en Cali un tapiz con el cual la cultura de su país rendía culto a los muertos. Esta expresión representa los orígenes de la tradicional celebración del Día de Muertos.

“Para que haya vida debe morir algo antes. Los mexicanos lo entendieron. Por eso, para ellos morir no es una tragedia y lo asumen como un acontecimiento, profundo, pero alegre y festivo”. La sentencia la dice la artista plástica mexicana Tania Romero, mientras permanece de pie sobre una gran lona blanca en la que está representada la figura de Mictlantecuhtli, el dios del inframundo y de los muertos, de esta antigua cultura mesoamericana.La cita fue en la Universidad Autónoma, al sur de la ciudad, hasta donde Tania llegó como una de las invitadas al Salón de Historieta y Caricatura, Calicómix, que culminó el pasado 2 de noviembre.Su intervención tenía como propósito hacer un altar de muertos, uno de los rituales más tradicionales de la cultura mexicana, como parte del homenaje que el Salón le rindió a José Guadalupe Posada, el célebre ilustrador y caricaturista mexicano creador de La Catrina, esa calavera burlona, figura central del la celebración del Día de Muertos, que en México tiene precisamente en el 2 de noviembre el punto culminante de una fiesta nacional que dura 15 días. Los ojos cafés de Tania se iluminaron al hablar de la tradición mexica, cultura que se suele denominar de manera incorrecta en los libros de historia, como aztecas, según explicó. “Los mexicas fueron un pueblo indígena que se fundó donde hoy se levanta Ciudad de México, pero que en su esplendor llegó a ser una de las culturas más poderosas y extensas de Mesoamérica, al conquistar otros pueblos. Su cosmogonía compleja ha determinado la forma de ser del mexicano hasta hoy”.Y una de esas herencias son las ofrendas de las cuales ya el mundo conoce con las tradicionales catrinas de azúcar o el pan de muerto, las flores o el incienso. Tania explicó que el Día de Muertos es un ritual ancestral que en su composición se plantea como un universo donde cada parte que lo conforma simboliza nuestro contacto eterno con el más allá, en el recuerdo perpetuo de los seres queridos que se fueron. “Es un acto compuesto por diversas mezclas; lo sagrado y lo profano, sincretismo entre las culturas de América y Europa”, agregó.Esta tradición de los mexicas coincide con la cosecha del maíz que se celebraba a finales de octubre. “Como decimos en México todo iba junto con pegado, porque el maíz, que es el alimento sagrado, les recordaba esa sentencia que para que naciera algo tenía que haber muerte antes. Entonces esa muerte era un festejo pues solo era un paso, una transición”.Tania cuenta además que la apropiación de los mexicanos sobre esta tradición que se celebra en todos los hogares ha hecho que la gente haga sus ofrendas en honor de algún ser de la mitología indígena, pero también la puede hacer del líder revolucionario ‘Ché’ Guevara o de Kurt Cobain, el cantante del grupo Nirvana, para dar algunos ejemplos.Buscando la raízPero como esa es la referencia más conocida en el mundo, Tania quiso traer a Cali un ritual que va más a los orígenes de esta singular celebración de los mexicanos en torno a la muerte. Por eso la presencia de la efigie del dios Mictlantecuhtli, el rey del Mictlán o inframundo y de los muertos. Su rostro está representado como una calavera que tiene algunos puntos rojos como señal de descarnación y partes amarillas como residuos de piel. En este caso el dios lleva en su cabeza un penacho emplumado, que alcanza a cubrir parte del cuerpo. De acuerdo a la mitología mexica, el mictlán estaba ubicado en el norte del universo, era un lugar frío y oscuro, pero no connotaba nada negativo en el sentido moral, porque al contrario de la concepción católica, para los mexicas no existía cielo o infierno, sino que era el lugar al que llegaban las personas del común cuando morían y el rey era el guardián de sus huesos. Pero la artista aclaró que allí no llegaban todos los muertos. “Para los mexicas la muerte y la vida conforman una dualidad, por tanto morir era un paso más. Entonces pare ellos era más importante la manera en que morías que la manera en que vivías, porque el destino al que llegabas dependía de la forma en que morías. Este convencimiento marcó fuertemente su existencia”. Así, por ejemplo, un guerrero muerto en batalla era declarado semidiós y tenía como destino el sol. “Incluso si se trataba de un guerrero de una tribu enemiga. Pero también iban al sol las mujeres que morían en el parto, por considerar que habían perdido la batalla al tener prisionero un ser en su vientre y creían que esos bebés iban a ser guerreros indestructibles, porque habían ganado incluso a su propia madre. Entonces todo también encierra mucha poesía”.Pero no es un viaje placentero. Dura cuatro años y en ese lapso los muertos deben pasar por nueve niveles, los ocho primero corresponde cada uno a una prueba difícil para poder alcanzar el descanso eterno. “En el primero, por ejemplo, debes cruzar un río caudaloso, con la ayuda de un perro, un animal que tiene un gran valor; pero no cualquier perro, sino uno que el difunto haya tratado bien, de lo contrario te quedabas allí”, explicó la artista. Arte y tradiciónEl proceso de crear el tapiz de esta ofrenda, constituye todo un ritual. Con el apoyo de algunos colaboradores la artista se tomó tres días para preparar estos elementos. Colorear el aserrín fue el proceso más dispendioso. Utilizó tintes para tela y para madera, que mezcló para obtener las tonalidades que quería. Luego hubo que esperar a que este se secara.Como base del tapiz se elaboró un tono azul que a decir de Tania le da solemnidad a la ofrenda. “Está relacionado con la oscuridad, pero no con algo malo. Lo que sucede es que el inframundo es oscuro. El color negro se utiliza para delinear, pero también hay tonos vivos, como el naranja que representa la flor del cempachutli, característica de esta región y el amarillo, que representa el maíz”, explicó.Tania además empleó tonos como blanco y rosado piel para pintar el cuerpo del dios y, verde como detalle de los adornos. Con una milimétrica precisión, la artista dedicó un día entero para ‘pintar’ el tapiz con la ‘paleta’ de aserrín, empezando desde el centro hacia afuera. Así la imagen del dios del inframundo fue tomando ese carácter solemne y festivo. Con el sobrecogedor color azul de fondo surgió Mictlantecuhtli, con su penacho y su traje de colores naranja y algunas ‘pinceladas’ de verde’. Una especie de cenefa con tonos amarillo, rojo y azul sirvió como marco de la ofrenda. La unión de las culturas europeas e indígenas fueron haciéndose presentes en la ofrenda. “Los europeos aportaron las veladoras, la sal, el pan y la ceniza. Los indígenas, el sahumerio con el copal (resina vegetal), el ocote (variedad de pino) y la flor de cempacuchil, que sólo se da por esa época”, dijo Tania.Siguiendo la tradición la artista dispuso entonces alrededor del tapiz elementos rituales como: vasos con agua para calmar la sed de las almas de los difuntos y fuente de vida. Sal, para que el cuerpo no se corrompa en su viaje y como elemento purificador. Cirios, para iluminar el camino a las almas, fuentes de esperanza y fe. También incorporó el copal y el sahumerio para sublimar la oración y como medio de comunicación con los dioses. Finalmente, flores que le dan el carácter festivo a la visita del ánima. “En México no se acostumbra a poner esta lona o ‘banner’ para hacer el tapiz sino que se hace sobre el suelo y a mano alzada, pero por las condiciones locativas, se corría el riesgo de manchar el piso”, dijo la artista.De acuerdo con la tradición estos tapices se hacen en las calle y convoca a las familias y vecinos. Cada familia se toma el dispendioso trabajo de elabora su tapiz, para honrar a sus muertos, de este modo, calles enteras pueden quedar cubiertas con estas coloridas ofrendas, que además suelen hacerse para que pasen sobre ellas las procesiones con lo santos del Día de Difuntos, es decir que se trata de una obra efímera, como la vida.Tania explicó que abordar estas tradiciones desde la plástica sólo es una expresión natural de su ser. “Es algo que está en mi ADN, con lo que convivo y convive la gente de mi país a diario. Por ejemplo, si bien en mi país se habla el español, casi la mitad de nuestro lenguaje está hecho del lenguaje nahual, el que hablaron los mexicas, y ni te das cuenta que hablas ese idioma. Esta presente en los nombres de las calles, de los sitios las ciudades y regiones, de los apodos que les ponemos a los amigos. En el D. F., donde vivo hasta para ir de compras ves pirámides, entonces es natural que mi búsqueda en el arte sea sobre la tradición”. La artista agregó que disfrutó mucho la experiencia de representar esta ancestral ofrenda en Cali. “Es una forma de agradecer que en Colombia vuelvan su mirada hacia nuestras tradiciones y me pareció interesantes llevar una expresión que muestra sus raíces. Como testigo de su visita quedó la ofrenda a Mictlantecuhtli, el dios del inframundo. Tres semanas después no quedaban vestigios de él, como si el arte y la tradición nos recordaran que la vida es efímera y la muerte, su complemento.

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