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Alfredo Molano, el cronista de la otra cara del conflicto

“Yo no justifico el secuestro ni las minas quiebrapatas ni las desapariciones forzadas ni los falsos positivos: trato de explicarlos”, dice el periodista y sociólogo en su más reciente obra 'A lomo de mula'.

17 de abril de 2016 Por: Santiago Cruz Hoyos | Periodista de GACETA

“Yo no justifico el secuestro ni las minas quiebrapatas ni las desapariciones forzadas ni los falsos positivos: trato de explicarlos”, dice el periodista y sociólogo en su más reciente obra 'A lomo de mula'.

Es su obsesión: entender el origen de las Farc. A ello, en gran parte, se ha dedicado Alfredo Molano desde hace más de  40 años. Su primer libro sobre el asunto lo tituló ‘Selva Adentro’. Fue publicado en 1987.  Su más reciente obra se lanzó hace apenas unos días: ‘A lomo de mula’. Crónicas desde Marquetalia, Riochiquito, El Pato, o, en otras palabras, desde la cuna de las Farc. 

En los 40 años en los que Molano se ha dedicado a entender a esta guerrilla ha llegado a una conclusión que seguro a millones de colombianos moleste: las Farc es un movimiento armado campesino con ideales políticos. No lo considera un grupo terrorista o narcotraficante. 

Lo que sucede, explica, es que él mira la guerra desde el  ángulo en que la miraría un campesino. Finalmente, un campesino permanece en el medio de dos actores armados. Así que no está de un lado o del otro. 

Además, en días de diálogos entre el gobierno y el grupo guerrillero que lidera alias Timochenko, vale la pena recordar que la paz es esa: decir lo que pensamos así millones no estén de acuerdo, sin que eso nos cueste la vida; o el exilio, como  en el caso de Molano. 

Alfredo, ¿‘A lomo de mula’ se puede ver como una segunda parte de ‘Selva Adentro’? Son libros que parecieran muy relacionados.

Sí. ‘Selva Adentro’ fue mi primer contacto con el grupo guerrillero de las Farc. Antes yo los conocía por informaciones de prensa. Les he seguido la huella que van dejando en mis diferentes libros, hasta meterme a escribir un texto que es un fragmento incompleto de su historia. Digamos que es el penúltimo capítulo de una saga.

Contemos la historia: ¿cómo nació esta idea de volver a la selva para contar el origen y desarrollo de las Farc? ¿Cómo fue ese viaje?

La realidad selva, lo que se llama selva, no hay ni en Marquetalia, ni en Riochiquito, ni en El Pato. Quizás hay pedacitos todavía enteros por el lado del Alto Guayabero. De resto, lo que hay son zonas campesinas o de colonización. 

Yo encontré en textos escritos por Marulanda, Jacobo Arenas, Jaques April, Luis Alberto Mata, Carlos Arango, testimonios muy importantes, y en otros textos avances sugerentes sobre el origen de las Farc, pero decidí ir al terreno porque me es difícil escribir sobre lo que no he visto, respirado y caminado. 

[[nid:527134;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/04/p1gacetaabril17-16n1photo04.jpg;left;{Molano en su recorrido por Marquetalia, refugio en los 60 del grupo guerrillero comandado en ese entonces por Manuel Marulanda. Foto: Catalina Cabrales Durán | Especial para GACETA}]]Aunque en  realidad, debo advertir que el único sitio a donde fui a lomo de mula fue a Marquetalia. A los demás llegan trochas y carreteras. Desde luego yo buscaba nuevos testimonios contados por la gente que vivió la época de la violencia de los 50, el ataque a las llamadas Repúblicas Independientes y de la fundación de las Farc.

El libro lanza una pregunta que me llamó la atención: el sur del Tolima y el norte del Cauca fueron la cuna de las Farc. 50 años después siguen siendo territorios en donde prevalece este grupo guerrillero. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de ello?

Es que las condiciones, a pesar de la fachada y de las imágenes promulgadas por los gobiernos y en especial por el Ejército, no han cambiado significativamente. La exclusión política, la represión, la concentración incesante de la tierra, siguen vigentes.

Para  usted, ¿qué son las Farc por cierto? El libro lo plantea: en sus inicios era un movimiento armado campesino, pero hoy dista mucho de eso... parece más bien un estupendo negocio.

No coincido con usted ni de lejos. Las Farc han sido desde su nacimiento hasta el día de hoy un movimiento político armado. Que se necesite plata para sostenerlo es otra cosa. En los bancos no se la prestan y no hay ninguna evidencia de que los comandantes tengan casas con piscina o jueguen golf.

Es una mirada difícil de entender para muchos colombianos. En ese sentido, ¿cómo leer, interpretar, los delitos de las Farc, sin olvidar claro que el Estado también ha sido participe de esta guerra, ha cometido igualmente delitos? Pero que las Farc necesiten plata para sostenerse no justifica que, por ejemplo, secuestre a los colombianos... 

No se puede sostener una fuerza armada en una guerra sin apelar a la tributación. Hay una tributación legal, que es la del Estado y hay una ilegal, que es la de la insurgencia. Es una vieja historia. Yo no justifico el secuestro ni las minas quiebrapatas ni las desapariciones forzadas ni los falsos positivos:  trato de explicarlos.

A propósito: ese interés de Alfredo Molano por contar la historia de la guerra, el origen,  le ha generado problemas. Por lo menos no falta el que le diga que es muy cercano a la guerrilla. ¿De dónde nace esta obsesión por explicarnos el conflicto, lo que pasa en el campo, y cómo se ha blindado contra los ataques de quienes no están de acuerdo con lo que usted hace, escribe y dice?

Mi curiosidad por la guerra nace del hecho simple de haber crecido entre campesinos, andinos unos, llaneros otros. De un lado de haber oído siempre el sonsonete de que los guerrilleros son el mal personificado y de otro comprobar día tras día que lo que dicen los gobiernos sobre esta y sobre muchas materias no es verdad. Ciertamente, he tenido problemas por mi interés en la historia de las guerrillas. Yo trato de explicar con relatos o con ensayos la razón de ser de la insurgencia. Pero ese intento -no siempre logrado- se toma como una justificación.   Toda explicación es entendida como una apología y por tanto como una colaboración. He sido siempre consciente del costo de romper las imágenes oficiales. No me he escondido ni he dejado lo que debo hacer, pero a veces me ha tocado hacerlo desde el exterior. 

[[nid:527137;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/270x/2016/04/p8gacetaabril17-16n1photo03.jpg;left;{}]]‘A lomo de mula’, por otra parte,  da cuenta de los procesos de paz que se han intentado con la guerrilla. ¿Qué falló para que no se lograra la paz en ese entonces?

Simple: el gobierno no le dio a las Farc las garantías suficientes para dejar las armas ni en el año 53 ni en el 58 y muy pronto los comandantes lo comprendieron. Con Belisario sucedió lo que sucedió: 5.000 muertos. La guerrilla tiene una larga experiencia en materia de negociación y no se ha dejado meter gato por liebre. En La Habana se ha visto que no están improvisando. Y en el actual proceso, entonces, ¿qué cree que va a pasar? ¿Se firmará la paz? Sin duda. Tengo plena confianza en que se firmará muy pronto la paz. Las condiciones internacionales son óptimas y la experiencia de las partes muy sólida. Se ha negociado sobre bases firmes. Solo falta arreglar el tema del paramilitarismo, o como quiera llamársele a esa amenaza.  Por cierto:  ¿Colombia está lista para el posconflicto en caso de que se firme la paz? ¿O podría repetirse la historia de la Unión Patriótica? Hoy vemos asuntos como el paro armado del Clan Usuga, lo que indica que los paramilitares no se han acabado como se ha dicho… Sí. El asunto de los Usuga, Urabeños, Gaitanistas es hoy aún el de las manzanas podridas en sectores de las fuerzas militares. En el paro armado, no salieron a decir ni pío, dejaron que las cosas sucedieran. El paro armado explicó claramente la razón del aplazamiento de la firma del acuerdo entre el gobierno y las Farc previsto para el pasado 23 de marzo.  De otro lado, hay quienes no están de acuerdo con el proceso, o por lo menos como se está realizando. Hay quienes no copian esa idea del perdón. Y eso que Manuel Marulanda, lo dice su libro, trabajó en algún momento para el Estado… Siempre habrá gente descontenta con cualquier acción del Estado o de la guerrilla. Nunca habrá consenso pleno. Callos siempre se pisan.  ¿Qué hacer con las víctimas, además? ¿Cómo reparar el daño de esta guerra, sanar al país? El concepto de ‘verdad’ sobre lo que han hecho es algo que se le debe exigir a las Farc. ¿O usted qué piensa? La verdad es un deber de las dos partes, porque ambas han hecho la guerra y cometido bestialidades.  La guerra nunca es limpia.  La última, que no tiene nada que ver con la guerra:  ¿en estos tiempos de Internet sí se viaja en mula? La verdad.  Los viajes más bellos son los que se sienten en las nalgas…  
Una vida de letras Alfredo Molano nació en Bogotá en 1944. Es periodista, sociólogo, columnista y también, por supuesto, escritor. Además ha sido docente universitario.  Entre otros, ha obtenido el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio Nacional del Libro de Colcultura y el Premio Nacional en Ciencias Humanas, de la Academia de Ciencias Geográficas, por una vida dedicada a la investigación. Entre 2001 y 2002, debido a amenazas contra su vida, debió exiliarse en Barcelona y en Stanford, donde fue profesor. Sus libros surgen a partir   de entrevistas con gente diversa a lo largo de toda la geografía colombiana, sobre todo campesinos, víctimas de la guerra en el país. Entre sus mejores obras están, por ejemplo, ‘Selva Adentro’,  una historia oral de la colonización del Guaviare; ‘Siguiendo el corte’: relatos de guerras y de tierra; ‘Aguas arriba’: entre la coca y el oro; ‘Trochas y fusiles’; Del Llano llano: relatos y testimonios; ‘Rebusque mayor’ (relatos de mulas, traquetos y embarques; ‘Desterrados’, crónicas del desarraigo; ‘Ahí le dejo esos fierros’ y su más reciente obra: ‘A lomo de mula’. En todos ellos, intenta, dice, alcanzar un mismo objetivo: explicar el origen de la violencia.

 

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