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Cali, la capital cultural que todos quieren visitar

De lunes a domingo, siempre hay algo para hacer. El arte fluye por todos los rincones y genera desarrollo. ¿Se imagina si lo logramos en el 2026?

24 de abril de 2016 Por: Redacción de El País.

De lunes a domingo, siempre hay algo para hacer. El arte fluye por todos los rincones y genera desarrollo. ¿Se imagina si lo logramos en el 2026?

De lunes a domingo, siempre hay algo para hacer. El arte fluye por todos los rincones y genera desarrollo. ¿Se imagina si lo logramos en el 2026?

 

Que Cali contara con una oferta cultural todos los días de la semana y que convocara, en distintas manifestaciones artísticas, a un público masivo siempre dispuesto a pagar por disfrutar del talento local. 

Hace una década, en 2016, eso era un sueño por cumplir para los artistas, gestores y empresarios que llevaban años apostándole a la cultura en la capital del Valle.

Pero hoy ya es una realidad. La ciudad se convirtió en una de las principales vitrinas artísticas del país y en la capital cultural del Pacífico. ¿Y eso cómo se logró?

Actores de sectores como la música, el teatro, el cine y la danza coinciden en que la clave estuvo en la unión de esfuerzos: de los propios artistas, que apostaron por la  creación de industrias culturales que les permitieran vivir dignamente de su oficio. De los escenarios en los que se presentan, cada vez más receptivos a abrir sus puertas para los artistas locales. Y de los sectores público y privado que dejaron de ver la cultura como mero entretenimiento y entendieron que se trata de otro renglón de la economía que jalona empleo e inclusión social.

Aquí, un repaso a las claves de este ‘milagro’ cultural.

Que viva la música

Los grupos musicales de la ciudad, independientemente del género —porque está claro que Cali es mucho más que salsa—, entendieron que el mercado había cambiado. “Ya no se trataba de ir a un bar a tocar con la esperanza de que alguien ‘me va a descubrir’. Eso era cosa del pasado”.

Quien está convencido de eso es Luis Miguel Álvarez, director del Centro de Industrias Culturales de la Universidad Icesi.  “En Cali hay bandas de altísima calidad”, sostiene, solo hacía falta que recibieran formación en el tema empresarial para que pudieran generar sus propios ingresos y cobrar lo justo. Esa era una de las necesidades más urgentes de quienes movían la escena musical de la ciudad.

El otro reto consistía en llegar a  más público cada vez. Y que se entendiera —como bien anota Xiomara Suescún, asesora para la gestión y la investigación de esta misma entidad— que los artistas esperan vivir de su oficio y que por lo tanto había que crear “la cultura de pagar por un buen espectáculo. Aquí nos habíamos acostumbrado a la gratuidad”. El reto, dice, consistía en pagar por el servicio que prestaba un artista. Y, mejor que eso, pagarlo bien.  

Otro enorme reto que tenían delante de sí los músicos caleños consistía en que las emisoras dejaran de poner en práctica la temida ‘payola’, esa suerte de impuesto que se cobra por debajo de la mesa para lograr que determinado grupo suene en la programación de las estaciones radiales.

Existía incluso la ‘antipayola’, cuyo costo era aún más alto: pagar para que el cantante de la competencia no sonara.    Frente a ello, los artistas entendieron que tenían “otras alternativas de difusión como internet. Los músicos han ido entendiendo que no tenían por qué pagar si lo que estaban haciendo era música de calidad”, agrega Suescún.  Fue lo que comprendieron a tiempo, según Sergio Vargas, mánager de varias agrupaciones caleñas, artistas de bandas como Alto Volumen y Kilele Ensamble, que han apostado por plataformas como Spotify, Deezer, iTunes, Google Play, Bandcamp, canales de YouTube y redes sociales como Facebook y Twitter. En todas ellas la respuesta del público ha sido positiva porque “se comparten masivamente las canciones y no hay que depender de la radio local”. Otra alternativa de difusión ha sido la creación de circuitos artísticos que permite la presentación permanente de las bandas locales en teatros, restaurantes, hoteles y espacios abiertos. Fue “un esfuerzo que involucró al sector turístico de la ciudad. Los servicios culturales como parte de la oferta turística de Cali. Todo eso sirve, además, para la formación de público”, asegura Luis Miguel Álvarez. 
Mercado musical Para ayudar a impulsar a las bandas de Cali se articularon los esfuerzos de los mercados musicales del país.Estos son  el Mercado Insular, de San Andrés; el Mercado Cultural de Cartagena;  el BOMM, de Bogotá Music Market, Circulart que es en Medellín y el Mercado Musical del Pacífico.Este último espacio  se fortaleció. Ya van 14 ediciones y desde su primera versión ha crecido exponencialmente el número de bandas que  participan. Cada año,  estas llegaban mucho más cualificadas y con mejores propuestas como proyectos de industria cultural.
 

[[nid:529991;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/04/vec1abr24n1-16photo04.jpg;full;{Cali siguió posicionando la danza como una de sus actividades culturales más fuertes.}]]

Renace el ‘Caliwood’. Cali supo capitalizar su potencial en la industria de la realización audiovisual. Además de la realización de películas de gran factura, y ya icónicas, como ‘Perro come perro’ y ‘La tierra y la sombra’, la ciudad apostó por convertirse en escenario de grandes producciones internacionales, sede de nuevas escuelas de formación actoral y de grandes guionistas que han llenado de buenas historias  la pantalla chica nacional. Eso era lo que hacía falta diez años atrás, en 2016. Así lo señala Luis Miguel Álvarez, director del Centro de Industrias Culturales de la Icesi. “Cali es fuerte en materia de cine desde los años 70 con todo el fenómeno del Caliwood. Un referente. Ya está probada la altísima calidad de las películas caleñas”, dice. Lo que faltaba era que ese sector se fortaleciera como una industria e incluso, se convirtiera en meca para la realización de documentales.  Y en Cali, asegura el experto, no existía la visión de mercado para hacer de eso una industria. Lo que hacía falta era “aprovechar más las herramientas que brinda el Fondo para el Desarrollo Económico y la Ley del Cine para empezar a generar nuevos productos”.Y, por fortuna, la meta se logró. Apostar por el Pacífico Aunque Cali es tierra de numerosas expresiones artísticas, no se puede desconocer el gran aporte de las agrupaciones dedicadas a promover la cultura del Pacífico. La gran cita sigue siendo el Festival Petronio Álvarez, hoy convertido en el principal festival folclórico de todo el Pacífico Latinoamericano.Esto fue posible gracias al esfuerzo de diferentes instituciones que apostaron porque esta cita musical no fuera solo un asunto de cinco días del mes de agosto, sino un proceso con diferentes actividades durante todo el año.  La idea era que se programaran “presentaciones en toda la ciudad, en los barrios y en los teatros, en distintas fechas del año, para que se foguearan las agrupaciones que participan en el festival. Y para que se promocionen a las que ganaran en ese certamen. Esto con el fin de que la música del Pacífico no se redujera a la fiesta de unos cuantos días donde se creía que el Petronio es solo ir a bailar y tomar arrechón”, como lo recordara Suescún en 2016.  Para Natalia Hincapié, gestora cultural y organizadora de Show Business Expo —feria del entretenimiento y las artes escénicas— era necesario también que las agrupaciones del Pacífico que deseaban vivir de su arte se organizaran de cara a funcionar como una empresa cultural y así ofrecer de la mejor manera su portafolio de servicios culturales y mercadearse. Lo que ocurría una década atrás era que  “no se entendía que  desde hacía rato habían pasado los tiempos en los que, para hacer arte, solo se podía depender económicamente del Estado. Hay un tema casi de mendicidad porque lo primero que preguntan es ¿esto lo patrocina el Ministerio de Cultura? Conozco casos de grupos cuyos músicos, por ejemplo, no tienen seguridad social. Y eso es un requisito para poder funcionar como empresa y cobrar lo justo. Tampoco tenían un ‘brochure’ con el que pudieran llegar a donde un empresario y decirle: ‘mire esto es lo que yo ofrezco para su evento: un grupo musical del Pacífico y un banquete con los sabores de esa zona del país’”. Para lograrlo fue importante que se siguieran realizando espacios como Show Business Expo en los que los artistas negociaban directamente con los empresarios.   Con ellos se evitó lo que sucedía hace diez años en Cali: “que las empresas subcontrataran  a través de agencias de publicidad u otros medios por lo que al artista, después de tantos intermediarios, no se le terminaba pagando lo que realmente valía su trabajo. Ganaba apenas una cuarta parte, a veces menos. Por eso, muchos artistas no podían vivir dignamente de su arte”, agrega Hincapié.  Y eso también cambió. Todos estos ingredientes  permitieron cocinar una receta que nos sabe delicioso: que Cali es la capital cultural del Pacífico.       Buen  teatro Con el sector del teatro se hizo también un trabajo fuerte para que sus realizadores entendieran que “el concepto de industria cultural no significa estandarización ni producción en cadena”, como señala Luis Miguel Álvarez, director del Centro de Industrias Culturales de Icesi.  Al organizarse, agrega, no lograrían beneficios monetarios, sino mejoramiento en sus procesos administrativos y de contratación. Y, de paso, “mejorar la calidad técnica de sus propuestas teatrales y de sus locaciones”. También se logró que generaran estrategias de mercadeo para acercar a nuevos públicos. La idea era crear “redes de cooperación y alternativas de financiación distinta a depender solamente del Estado. Hacer una red entre teatros que permita que una misma obra rote en varios teatros para ampliar la oferta teatral en la ciudad”, anota Álvarez.   *Informe prospectivo realizado con información aportada por el Centro de Industrias Culturales de la Icesi y los  gestores culturales Natalia Hincapié y Sergio Vargas.

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