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Amor a distancia, ¿funciona o se apaga la llama?

Cuando la relación tiene hijos a bordo, el ausente debe tener una presencia activa y amorosa. Guía para un amor de lejos.

21 de agosto de 2016 Por: Redacción de El País

Cuando la relación tiene hijos a bordo, el ausente debe tener una presencia activa y amorosa. Guía para un amor de lejos.

Los llaman ‘Amor de lejos, amor de pendejos’, ‘Amor de lejos, felices los cuatro’ y otros más optimistas dicen que ‘Amor de lejos es amor de valientes’.

Y es que tomar la decisión de poner distancia a una relación   por razones académicas, laborales o económicas para ir  en búsqueda del bienestar, no es sencillo. 

Lucía Nader, sicóloga clínica, terapeuta sexual y de pareja, asegura que esa es  una de las más arriesgadas pruebas a las que se somete una pareja. “La distancia es como el viento: aviva los buenos amores pero también apaga los amores malos o  frágiles, aquellos que no han hecho unas relaciones vinculares sólidas, al margen de si están solteros, casados o si tienen hijos”.

Y es que en una relación sólida (novios o casados) entran en juego  el nivel de motivación hacia el otro, el tiempo de la relación y el manejo de las conflictos. Así como el tener un  proyecto de vida claro y definido. “Si este proyecto es consistente, por lo general, las personas viajan solas durante un tiempo pero también  dedican tiempo a la pareja. También hay parejas que van y vienen, como  los militares; cuyo ritmo de vida es estar lejos por temporadas”, expresa Nader.

Agrega que “a veces nos acostumbramos a estar más ausentes que presentes. Y cuando la persona llega a la casa y no hay un proyecto de vida definido, el ausente es visto como un extraño no solo por la pareja, sino por los hijos”. 

¿Y los hijos?

Cuando hay hijos de por medio, la situación se torna  compleja pues en casa habrá ausencia de una figura crucial para el  desarrollo. Marcela Tascón, sicóloga y magíster en desarrollo infantil explica que  “los niños necesitan sentirse acompañados en todo momento, debe elegirse a la persona indicada que les brinde tranquilidad, cariño y experiencias positivas”.

Y agrega: los adultos deben saber que su bienestar  repercutirá en los hijos. Estar bien, para poder estar bien para ellos.  “Los adultos deben ser conscientes  de su estado emocional y su manera de abordar situaciones. De eso depende   el estado emocional de los niños, su comportamiento y su nivel de afectación frente a lo nuevo”.

Sin embargo se debe saber lidiar con la ausencia.  Ana María Gálvez, máster en matrimonio y familia de la  Universidad  de Navarra, España, explica que “situaciones como la de parejas y a la vez padres que viven en ciudades o países diferentes,  supuestamente con la promesa de que el sacrificio ofrecerá una vida mejor, tal vez se note en  los beneficios materiales, pero no es fácil reemplazar la presencia y las vivencias del día a día en la relación de pareja y en la crianza de los hijos”,  explica. 

Y  quien se queda, solo o con los hijos, “debe tomar más decisiones respaldada por quien  está ausente. Hay que ser solidarios con el que está a cargo de la responsabilidad”,  expresa Nader. 

Además,  “la  comunicación debe ser constante entre todos los integrantes de la familia, tanto  cerca como  lejos. Los niños deben sentir que los lazos de unión y de amor se mantienen a pesar de la distancia”, expresa Tascón.

Nader explica que hay personas que creen que con llamar, o pasar revista o dar órdenes  a la pareja o a los hijos, ya hicieron la tarea, pero  eso no es suficiente. 

“Las relaciones  a distancia deben tener presencia afectiva. Si eso no existe, se pierde todo. Si hay que llamar, que esas llamadas sean afectuosas, amorosas y hasta eróticas con la pareja”, anota Nader.

 Además, la comunicación debe ser directa, franca, abierta, asertiva. Siempre el que está ausente debe preguntar qué ha pasado y el que está presente debe contar  las cosas que están pasando. Si se ocultan cosas, los problemas crecen y se convierten en conflictos. 

Para Nader, “lo ideal siempre será que las parejas estén juntas. El amor necesita estímulos  constantes para mantenerse, como los besos, los abrazos, las caricias. Además, las personas tienen necesidades de contacto, eróticas y sexuales que no pueden ser satisfechas  por la tecnología. Y ambos necesitan reconocerse como importantes el uno para el otro, no elevar los grados de incertidumbre. Las ausencias desbaratan el amor”.

Los hijos

A pesar de los cambios, “los adultos deben tratar de mantener los hábitos, rutinas, normas y límites. Estos son el marco de estructura de los niños, y el mantenerlos les dará mayor tranquilidad y seguridad. Presentarles a los niños las nuevas decisiones y cambios de manera positiva y como oportunidades de mejoramiento para todos, generará una actitud positiva y de cooperación”, dice Tascón. ”Todos sabemos que es a la familia a la que siempre se volverá, cualquiera que sea el horizonte que cada uno ponga como norte de su vida”, expresa  Gálvez. 

Autoevaluación

“Cuando uno de los dos está lejos, lo primero que se siente es una añoranza por la pareja que dejaron porque hay nostalgia y estaban acostumbrados al otro. Pero pasado el tiempo, llega la costumbre a la distancia y  evalúan la relación, si es tan buena realmente o si mirando las cosas con distancia, eso es lo no quieren para la vida. Si la evaluación es negativa, hay posibilidad de engancharse con nuevas personas. Pero si el resultado es positivo, la relación se consolida”, dice Nader.

¿Quién cede?En el caso de las parejas donde ambos disfrutan de su momento profesional y uno de los dos debe partir, “se deben buscar estrategias para que aquel con una mejor posición, ayude y propicie al otro un desarrollo profesional y personal, estando juntos. Alguien tiene que renunciar a algo”, dice Nader.  Y cuando hay niños, ellos deben permanecer con quien ofrezca estabilidad tanto económica como emocional, es decir que puede estar siempre para ellos.  

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