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Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC. | Foto: El País

ECONOMÍA

"Se debe judicializar a los promotores del bloqueo de carreteras": Presidente de la SAC

Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, dice que esos actos atentan contra la economía y generan inseguridad.

5 de noviembre de 2017 Por: Alfredo García Sierra, reportero de El País

Es un convencido de que el diálogo es la única solución a las protestas sociales y mingas indígenas que se registran en los últimos días, pero es enfático al manifestar que el bloqueo de carreteras y el ataque a las autoridades son intolerables.

Incluso, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, Jorge Enrique Bedoya, es partidario de judicializar a quienes con esos actos propicien inseguridad, daños a la economía y a la propiedad privada.

Le apuesta a que, pese a la desaceleración económica, el agro colombiano crecerá un 4% al finalizar el 2017 y califica el 2018 como un año marcado por la incertidumbre.

Bedoya, quien fue presidente de la Federación Nacional de Avicultores, Fenavi y Viceministro de Defensa, dice que la preocupan las llamadas disidencias residuales de las Farc.

El 2017 fue un año difícil para la economía. ¿Cuánto cree que crecerá finalmente el agro?

El estimativo que tenemos en la SAC es que el sector podría crecer entre un 4% y un 4,5%, tras alcanzar un crecimiento trimestral del 7%.

Obviamente, se vio una reducción que seguramente e va a impactar más el año entrante por los problemas de comercialización de algunas cosechas y como consecuencia del Programa Colombia Siembra que incentivó la producción, pero afectando la rentabilidad del sector. Y habrá que esperar qué pasará con el tema de los bloqueos de la mal llamada protesta social que no es pacífica, sino que atenta contra la movilidad de los agricultores, los exportadores y los ciudadanos.

Se causan, asimismo, pérdidas entre los diferentes actores que proveen de alimentos a los colombianos. Por eso hacer un pronóstico de todo el año parece algo irresponsable, pero posiblemente será del orden del 4%.

¿Que jalonó ese crecimiento?

Todos los sectores del agro en general. La dinámica exportadora, por ejemplo, ha arrojado unas positivas sorpresas, el caso del café también, la industria pecuaria ha tenido buen comportamiento de la oferta y algunos ciclos corto, aunque hay algunos problemas en el sector lechero y el arroz. Somos prudentes al hacer las proyecciones de cierre del 2017.

Entonces, ¿cómo pinta el 2018?

Diría que será un año con un poco de incertidumbre. Hay que ver las proyecciones que se tienen en el desempeño económico.

Pero sin duda el tema de los bloqueos puede afectar al sector, lo mismo que la implementación del posconflicto y de si vamos a tener o no seguridad jurídica para la propiedad rural en Colombia, lo que incentivaría la inversión en el campo.

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También está el tema de las Zonas Más Afectadas por el Conflicto Armado, Zomac, y de las obras por impuestos. Y obviamente, todo se enmarca sobre cómo s desempeñará el consumo y la tasa de cambio para el fomento de las exportaciones.

¿Prevé que la inflación, en especial la de alimentos, baje más?

Esa es la gran paradoja. Hay muchos opinadores que se ponen contentos porque el costo de alimentos baja, cuando eso va en detrimento del productor. Ocasionalmente, los Ministros de Agricultura sacan pecho diciendo que el sector creció a unas tasas muy altas y que los precios al consumidor bajaron. Pero yo me pregunto qué pasó con la rentabilidad de los agricultores.

Lo que se ha buscado, y en lo que insistimos es que haya políticas públicas que impulsen la empresarización del campo, o de la agroindustria, como se quiera llamar, para cortar o reducir esos canales de comercialización (intermediarios) en beneficio de los consumidores. Y que ese enorme esfuerzo no se quede en la puerta de las fincas, esperando que pase un camión que finalmente es el que se lleva la plata del campesino.

Por eso la baja de esa inflación en los alimentos tiene dos caras.

Se dice que las Zomac podrían ser la panacea en las zonas afectadas por la violencia durante el posconflicto. ¿Le suena esa estrategia?

Yo no diría que es la panacea. En eso hay que tener expectativas optimistas, pero moderadas. Sobre todo porque la reglamentación de las Zomac lo que establece es un beneficio tributario para empresas nuevas que lleguen a alguno de esos 344 municipios. Pero no sabemos cuáles son las condiciones que incentivarán la inversiones y el empleo allá, cómo estaremos en vías terciarias y qué ocurrirá si en esos municipios los cultivos de coca aumentan como consecuencia de este proyecto en esas zonas afectadas por el terrorismo y el narcotráfico.

A propósito, ¿qué tan seguro es hoy el campo colombiano luego de la paz con las Farc, algo de lo que muchas personas todavía dudan?

La violencia tiene muchos matices. Por ejemplo, en este momento en que están bloqueadas de forma intermitente la Carretera Panamericana y la doble calzada a Buenaventura, donde han quemado tractomulas, lanzado piedras y explosivos artesanales a la Policía, eso es una condición de inseguridad.

De hecho, no creo que eso sea un tema de protesta social que debe ser pacífica y sin bloqueos. Lo que hay es una vulneración de los derechos de los ciudadanos, al igual que ocurre en el Catatumbo.

Nos preocupa lo que el Gobierno llama las disidencias residuales de las Farc, porque los números que uno escucha son preocupantes. Y eso en algunas zonas empieza a afectar la percepción de seguridad.

Ni se diga sobre lo relativo al fenómeno del narcotráfico, ya que donde hay hoja de coca y microtráfico, todo eso es un caldo de cultivo para la extorsión y otros fenómenos criminales.

No obstante, el homicidio en Colombia ha bajado, lo mismo que el hurto, pero eso va mucho en función de la zona donde usted se encuentre. Sin duda, el hecho de que no haya terroristas, o por lo menos los que se desmovilizaron —no cuento aquí los que volvieron a ilegalidad— no existen ahora atentados, ni tampoco lo que pasaba antes en Colombia, eso ha sido gracias al esfuerzo de nuestros militares y policías.

Eso significa que la inseguridad y de alguna forma la violencia en algunas regiones no ha desaparecido...

Nos preocupa que este deterioro de la percepción de seguridad esté atado a la limitada capacidad de las autoridades, cuando militares y policías hacen grandes esfuerzos para contrarrestar por ejemplo el caso de las vías bloqueadas (por las mingas indígenas) en el suroccidente.

¿Entonces está en desacuerdo con esas protestas?

Estamos preocupados sobre lo que están haciendo algunos vándalos contra los ciudadanos de bien. En eso debe imperar el orden público y la judicialización.

Son bienvenidas las manifestaciones sociales, y si hay descontento frente a algunas medidas del Gobierno, ni más faltaba que no se hagan, y más cuando la Constitución nos protege ese derecho. Pero una cosa es la protesta pacífica y otra que eso se transforme con el interés de generar daño económico y violar los derechos de los demás ciudadanos. Lo civilizado es optar por el diálogo.

Para eso las normas y leyes existen como la judicialización de aquellas personas promotoras de bloqueos en las carreteras y tengan alguna injerencia en los desmanes que se presenten. Y aquellos que puedan ser capturados en flagrancia por actos violentos contra la fuerza pública y los vehículos de carga con alimentos para los colombianos, deben responder ante la justicia.

Nos estamos acostumbrando a que secuestren a 17 policías y eso lo llaman una retención cuando lo que es un secuestro. Ahí es cuando hace falta que hagamos respetar la fuerza pública y a los ciudadanos de bien.

Usted fue Viceministro de Defensa y le tocó lidiar con esas cosas.
¿Frente a lo que está pasando, percibe que la gente le perdió el respeto a la Policía y el Ejército, cuando eso sí existe en otros países?

Eso no pasa solamente en el campo sino en las zonas urbanas y empieza a preocupar. Infortunadamente, la fuerza pública hace esfuerzos para capturar delincuentes, pero por las razones que sean, al día siguiente quedan libres y reinciden en delitos. Literalmente le ‘maman gallo’ a la aplicación de la justicia. Es algo que el país debe repensar porque si lo que hemos visto en estos días (bloqueos de vías y vandalismo) se vuelve pan de cada año, la democracia tiene que hacerse sentir y hacer las reformas necesarias para que se respete a la autoridad y se proteja la actividad económica y a los ciudadanos.

Eso significa volvernos más rigurosos...

Es importante analizar lo que está fallando porque hay personas que le perdieron el miedo a la autoridad y eso ocasiona un desgaste de la fuerza pública. Es lo que ha pasado en elCauca, por ejemplo, con la invasión de predios de propiedad privada, lo que es además un sacrificio de hombres del Esmad y al final del día no se resuelve nada, y por el contrario, hay heridos y hasta muertos.

Todo forma parte del panorama que puede afectar el desarrollo de la actividad económica, y no olvide que en el 2016 cuando tuvimos el problema de precios en alimentos por el paro camionero y el fenómeno de El Niño, eso afectó la meta de inflación.

Abriendo mercados

A pesar de las cosas negativas, Colombia le está apostando duro a las exportaciones de aguacate Hass. ¿Cómo visualiza este y otros negocios?

A mí ese tema me parece fabuloso y dentro del panorama
del campo colombiano, el renglón exportador es un esfuerzo que debemos respaldar, y más con el envío del primer contenedor de aguacate Hass a los EE.UU.

Con la visita del presidente Santos a Emiratos Arabes la próxima semana, se pueden abrir mercados para otras frutas.

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