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¿Se acerca el fin del euro?

El agravamiento de la crisis griega e italiana podría llevar a que la eurozona desaparezca. Países grandes no quieren asumir más cargas

4 de diciembre de 2011 Por: Patricia Lee I Corresponsal de El País en Buenos Aires

El agravamiento de la crisis griega e italiana podría llevar a que la eurozona desaparezca. Países grandes no quieren asumir más cargas

A pocos días de la reunión del 9 de diciembre en la cual se definirá la suerte de la eurozona , las autoridades financieras han tomado algunas medidas para frenar el temor y la ansiedad en los mercados, pero estas han sido insuficientes para disipar los temores de un estallido o una desintegración de la unidad monetaria.La revista inglesa The Economist ilustró su tapa con un cometa, el euro, que avanza veloz hacia una colisión y advirtió que, “sin un cambio dramático… la moneda única puede romperse en semanas”. Tanto que el canciller polaco Radoslaw Sikorsky afirmó de manera tajante: “Estamos parados al borde del precipicio”. El economista estadounidense Nouriel Roubini, quien predijo la crisis de 2008, consideró que hay un 45% de posibilidades de colapso de la eurozona. En otras palabras, que el euro llegue a su fin.Hasta los más fervientes fanáticos del euro están preparando distintos escenarios para la ruptura de la unión monetaria. Bomba de tiempo, colapso, desintegración, son los términos de moda. El temor es que, por tercera vez en un siglo, Europa se convierta en el centro de una conmoción económica, política y social de consecuencias mundiales.La amenaza italianaEl foco de atención está puesto en Italia, la tercera economía de la eurozona, pues la semana pasada tuvo que pagar intereses de más del 7% para conseguir 7.500 millones de euros en nuevos préstamos. Esta tasa es el límite para considerar insolvente a un país.La insolvencia italiana llevaría al euro a la tumba. Por eso, los bancos centrales han empezado a deshacerse de los bonos de los países que pueden caer en una cesación de pagos, elevando las tasas de interés a niveles alarmantes, y se observa una incipiente fuga de depósitos bancarios en países como Grecia, donde las empresas y la gente están sacando los euros por temor a una devaluación. Esta situación ha provocado una sequía de crédito. Los bancos han dejado de prestarse entre sí, viéndose obligados a vender activos y a recortar los préstamos, afectando la actividad de lasempresas.A ello se agrega la austeridad fiscal impuesta en Europa y una caída en picada de la confianza de los consumidores y de las empresas, con una recesión que amenaza con agravarse en el año 2012.Se buscan acuerdos políticosA estas alturas, el problema no es monetario sino político. La gran discusión es que Alemania, la principal economía de la eurozona, se niega a aceptar que el Banco Central Europeo, BCE, compre de manera ilimitada los bonos de los países periféricos, y rechaza tajantemente la idea de crear un euro bono, o de garantizar parte de la deuda de los países más comprometidos.Alemania y Francia propondrán en la reunión del 9 de diciembre una reestructuración de la Unión Europea, que en los hechos institucionalizará una división entre los países más ricos y los más pobres. Se planteará una revisión de los tratados que dieron nacimiento al bloque, para permitir un control centralizado de las finanzas de cada país y una mayor interferencia de las autoridades de Bruselas, así como sanciones a los países que violen las reglas de disciplina económica.El nuevo presidente del BCE, el italiano Mario Draghi, ya dio señas de que, si se llega a un acuerdo político, el BCE podría llegar a intervenir de manera más agresiva para respaldar a los países en problemas.Para el analista Fausto Spotorno, “lo que hay que resolver es la situación política. Si el problema sigue avanzando, va a ser más difícil de resolver, porque puede contagiar hasta Francia. Hay que tomar decisiones rápido”, dice.¿Volver a las monedas locales?Desde la perspectiva de los países más endeudados, a pesar de todas las advertencias apocalípticas, la pregunta es si su salida del euro los beneficiaría en el largo plazo. Cualquier cambio de moneda y devaluación representará un ‘shock’ y provocará enormes pérdidas y quebrantos a sus economías.Pero muchos creen que no pagar la deuda y volver a sus propias monedas, eliminaría un peso enorme y les devolvería a estos países el control de su política monetaria, permitiéndoles devaluar la moneda para hacerse más competitivos.Como escribe The New York Times, evaluando las distintas posibilidades, “después de un sufrimiento corto, los países más débiles de Europa podrían obtener beneficios de largo plazo. Si Grecia o Portugal volvieran al dracma y al escudo, el costo de sus exportaciones caería. Como sería más barato viajar a esos países, estar en sus hoteles y comer en sus restaurantes, la industria turística recibiría un gran impulso. La alternativa es pasar la próxima década como países pobres atados a la moneda de un país rico”.Cabe recordar, el ejemplo argentino, que, después de la cesación de pagos del año 2001, la salida frente a la paridad cambiaria con el dólar y la devaluación, el país logró obtener tasas de crecimiento económico del 8% y el 9% durante toda la década.A días de decisiones históricas, la ansiedad crece, pues existen muchas dudas sobre la capacidad de los dirigentes para encontrar una salida común y salvar al euro. Por ahora está condenado.Conflicto de interesesLa zona euro encierra un conflicto de intereses que enfrenta a los más grandes con los más chicos. Las soluciones que le convienen a Alemania y Francia perjudican a los países periféricos, al tiempo que las naciones grandes no quieren cargar con la cuenta.La razón de fondo de la crisis es que la realidad cambió y la unión monetaria ya no es tan útil como antes para sus países miembros.La principal beneficiaria de la unión monetaria ha sido Alemania, y no Grecia o Portugal, como se quiere hacer creer. Habiendo reducido un 20% sus costos laborales, se produjo un 'boom' que hizo crecer sus exportaciones un 6,5% entre 1999 y 2003 y un 9% entre 2003 y 2007, superando por primera vez el billón de euros. La unión monetaria, a donde se dirige el 40% de las ventas alemanas, le permitió ganar entre 50.000 y 60.000 millones de euros en los últimos dos años.El hecho nuevo es que el comercio alemán ha ido girando hacia China. En 1999, las exportaciones de Alemania a Portugal, Irlanda, España y Grecia totalizaron 30.000 millones de euros, contra solo 6.000 millones a China.Pero el año pasado, las exportaciones a China fueron de 53.000 millones, superando las dirigidas a los cuatro países periféricos de la eurozona. Para los analistas de Goldman Sachs, China va camino de convertirse en el mayor socio comercial de Alemania junto con Francia.Por eso los empresarios alemanes son tan reacios a salvar una unión monetaria con países periféricos que ya no son sus principales compradores.De cualquier manera, una ruptura desordenada de la zona euro implicaría la quiebra de varios países, lo cual conllevaría la caída de los principales bancos alemanes y franceses sin hablar de la desaparición de Europa como actor de gran influencia en la arena mundial.

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