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“No hay que tenerle miedo a la competencia”: Rómulo Marín

Marín, el reconocido empresario del calzado, dice que Venezuela casi lo arruina. De zapatero criollo a industrial.

3 de agosto de 2014 Por: Alfredo García | El País

Marín, el reconocido empresario del calzado, dice que Venezuela casi lo arruina. De zapatero criollo a industrial.

La crisis cambiaria, que aún persiste en Venezuela, casi llevó a la quiebra la empresa que fundó hace 40 años. Fue una amarga experiencia, y aunque perdió mucho dinero dice que mantuvo intacta su fe en un negocio hoy muy competido y amenazado por la avalancha de calzado chino y el contrabando. Rómulo Marín Correa, uno de los más reconocidos industriales del calzado en el Valle y en Colombia, dice que el apoyo de su numerosa familia, fue clave en la recuperación de su compañía, la cual espera salir de la Ley 550 a finales del 2014.Aunque su origen fue humilde, comenzó en su natal Tuluá como ayudante en un pequeño taller de barrio, dice que siempre soñó en grande, y es lo que precisamente les recomienda a los empresarios que comienzan el largo y duro camino en el mundo de los negocios. Don Rómulo dejó atrás los malos momentos y sigue teniendo apuestas creativas a sus 62 años con base en su talento criollo. Tanto que con motivo del Mundial de Fútbol se atrevió a fabricar zapatillas y botines con los colores de la bandera colombiana como un homenaje a la Selección que jugaba en el Brasil. Esa invención tuvo gran acogida cuando estaban en furor los triunfos del equipo comandado por James Rodríguez y la gente quería vestir los colores patrios.Hoy, su firma Calzado Rómulo produce 5000 pares al día, genera mil empleos en su planta y tiendas, y cuenta con varias empresas que le fabrican suelas, herrajes, lonas y otros productos. Ello le permite brindar trabajo indirecto a otras 5000 personas.¿Usted se inició como zapatero de barrio?Comencé a trabajar en la industria en el año 1971 como zapatero remendón, pero independiente. Contraté inicialmente un operario y llegué a tener 25 en un pequeño taller en la Carrera 8a con calle 40 en Cali. Esa experiencia me ayudó mucho cuando viví cinco años en el Bronx y Queens en Nueva York. Tuve hasta una pequeña fábrica en Manhattan en sociedad con otros tres colombianos, pero tocó cerrarla porque el único que trabajaba era yo... ¿De donde nació esa vocación?Mi vocación empezó cuando tenía 14 años y me tocaba llevarle el almuerzo a un zapatero en Tuluá. Mi madre en aquel entonces me decía que si no estudiaba mi destino iba a ser el de abrir chambas (huecos) en las calles. Por eso le pedí a aquel zapatero que me diera trabajo como ayudante de taller sacando tachuelas. Con ese trabajo fui feliz, pues me sentía a gusto en una mesa de zapatería. Eso hizo que me dedicara de lleno a este negocio, con el cual gracias a Dios sigo luchando junto a mi familia, tanto que logramos rescatar nuestra empresa de las cenizas, tras el duro golpe de los negocios en Venezuela. ¿Por qué el nombre de Calzado Rómulo?En homenaje a mis padres que me bautizaron con ese nombre. Mi nombre hasta llamó la atención cuando trabajé en Estados Unidos, pues mucha gente creyó en un principio que yo era italiano y no colombiano porque estaba en el negocio del calzado. Además, Rómulo es un nombre que en cualquier parte del mundo lo consideran italiano. En Venezuela esa fue una de las cosas que más me ayudó, tanto que en un pueblito allá unas personas levantaron una estatua de la loba con Rómulo y Remo. Hasta hace algunos años su empresa era bandera en exportaciones a Venezuela. ¿Qué tanto lo golpeó la crisis de pagos en ese país?No sólo Calzado Rómulo salió afectada, sino muchas empresas que vendían sus productos en ese país, tanto en la época de Chávez como en la de hoy con Maduro. Venezuela era un aliado estratégico con un alto consumo y por eso le apostamos a ese mercado. En mi caso, los negocios allá me dieron una 'costaleada' (golpe), bastante grande, pues perdí casi $10.000 millones. lo que llevó a mi empresa a acudir en el 2003 a la Ley 550, de la cual por fortuna saldremos pronto. Fueron cuentas que nunca nos pagaron por nuestras exportaciones a través de la comercializadora que teníamos allá. Pese a ello, vemos las cosas de una manera más positiva, luego de años difíciles. ¿Cuál fue la clave para rescatar su empresa de las cenizas?Acudimos a una estrategia de negocios con recursos propios basada en la reducción de costos, búsqueda de nuevos mercados, y ante todo, compitiendo con mejores diseños de calzado, precios atractivos para el público y una gran dosis de optimismo en el mercado nacional. Ahora ya estamos exportando a Ecuador, Aruba, Panamá y Costa Rica, el 15 % de nuestra producción. Y esperamos expandirnos más. Tras esa amarga experiencia ¿qué le recomendaría a quienes quieren arriesgarse?Yo les recomendaría a los empresarios que miren más las oportunidades que les brinda nuestro mercado. Es una contradicción que mientras un empresario canadiense o estadounidense quiera invertir acá por el potencial que tiene Colombia, muchos de nosotros solo quieran sacar sus capitales del país. El país ha avanzado mucho y su economía es ahora más atractiva a escala internacional. El contrabando y el ingreso de calzado chino ha arruinado a muchos empresarios. ¿Cuál cree que es la estrategia para enfrentar esa competencia?Diría que hay que atacar esa competencia con innovación, calidad y el factor precio. También hay que aumentar los volúmenes de producción para mantenernos aterrizados en el sector. Es la mejor forma de hacerlo, pues se debe tener visión y no ambición, ya que a pesar de ello cada vez vemos más oportunidades en el mercado nacional gracias a las últimas medidas del Gobierno, al elevar los aranceles al calzado importado. Por eso ya no se encuentran zapatos tan económicos, y la gente prefiere comprar los nacionales. ¿Entonces, por qué se ve mucho calzado chino en las calles?Eso ya es un trabajo de la Aduana y de las instituciones encargadas de velar para que no ingrese tanto contrabando al país. Sin embargo, creo que la llegada de empresas extranjeras de calzado y marroquinería a competir con nosotros no es una amenaza, y más si vienen a trasferirnos tecnología. Creo que la competencia debe ser con volúmenes y calidad, como en el caso nuestro, ya que Rómulo fabrica hoy 5000 pares por día, lo cual nos permite ser más competitivos en el mercado. Por eso Brasil y la India, y otros países del Asia, tienen en la industria del calzado una fuente para la generación de empleo.¿No le teme entonces a esa competencia extranjera?No hay que tenerle miedo a esa competencia. Por el contrario, hay que mirar el producto extranjero para saber qué tecnología utilizan y la forma como hacen dinero con esas producciones y su ingreso legal al país. No puedo criticar a la gente que sabe hacer dinero.¿Para dónde va su empresa luego de tantas dificultades?En este momento trabajamos en el montaje de una fábrica de suelas, que es otro capítulo para abaratar costos dentro de las actuales líneas de producción. Mi apuesta es producir 10.000 pares de zapatos por día, y estamos luchando para que esa meta se cumpla. Tengo diez hijos, de los cuales ocho, ya están metidos en el negocio, y me siento ahora más tranquilo pues ya sé quiénes van a heredar toda esta responsabilidad empresarial.

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