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Necesitamos más que una fachada

Sin políticas claras de educación, empleo y resocialización para las familias pobres que accederán a las viviendas gratis del Gobierno, no se puede arrancar con el programa. Falta más previsión para no cometer los errores de otros proyectos habitacionales.

8 de febrero de 2013 Por: Evelyn Rosero Ramírez | Subeditora Elpais.com.co

Sin políticas claras de educación, empleo y resocialización para las familias pobres que accederán a las viviendas gratis del Gobierno, no se puede arrancar con el programa. Falta más previsión para no cometer los errores de otros proyectos habitacionales.

¡Cien mil viviendas gratis! para los colombianos es un regalo para nada despreciable. Una noticia seductora para cualquiera, que tiene en la lista de afortunados a 3.590 caleños. Pero viviendas gratis sin implementar un programa social que transforme la vida de quienes han sufrido carencias y sobreviven en medio de la violencia, la inseguridad y el miedo, es una bomba de tiempo que puede estallar y dejar más desilusiones que buenos resultados. Tener techo soluciona sólo una necesidad básica, porque después de tenerlo los 'privilegiados' tienen que adaptarse a una nueva realidad que pasa por el deber de educarse, emplearse y relacionarse con otro entorno, convivir... ¿Qué garantías hay para cumplir estos requisitos mínimos? ¿cuál es el plan del Gobierno para brindar este acompañamiento? En las notas de prensa, entrevistas de radio e informes televisivos el Gobierno y expertos en el gremio muestran su preocupación por el rechazo de las familias que serán vecinas de los programas habitacionales a este proyecto. Y entonces el presidente de Camacol Valle, Alberto Gaviria, dice: “Eso no es una visión de compromiso social de los colombianos, a las familias pobres no las podemos tratar como familias de leprosos, no podemos formar guetos donde ustedes los pobres se van a vivir allá y nosotros los que tenemos algo de plata irnos a vivir a otro lado, como ya resolví mi problema, no quiero pobres cerca de mí”.Días después, el viceministro de Vivienda, Luis Felipe Henao, critica la falta de solidaridad de los vecinos y le 'jala las orejas' a los caleños afirmando, entre otras cosas, que “generar políticas de desagregación social es el peor error que puede generar cualquier sociedad medianamente civilizada. Como Gobierno no estamos de acuerdo con esta situación y el Valle del Cauca ha sido el departamento que más ha rechazado los proyectos”.Estamos de acuerdo. Pero creo que este no es el punto. Hay que leer mejor la inconformidad de quienes cuestionan el programa de viviendas gratuitas. No es un tema de desigualdad ni discriminación, es la necesidad urgente de generar una política integral para que antes de habitar esas casas, las familias sean individuos resocializados, capacitados, educados, con una opción laboral estable para asumir responsabilidades. Familias con los recursos económicos para mantener sus casas, enviar a sus hijos a estudiar y vincularlos a programas de crecimiento y desarrollo, para que no sigan siendo ni generadores ni víctimas de la violencia. Primero hay que invertir en el contenido, después en el empaque. Estamos al revés.El proyecto habitacional de Potrerogrande, en el oriente de Cali, es una muestra de buena voluntad pero mala gestión social. Nació como una opción para reubicar a más de cinco mil familias que provenían del jarillón del río Cauca, las lagunas de Charco Azul y El Pondaje y la Colonia Nariñense pero se convirtió en una zona donde pocos quisieran vivir. Detrás del ladrillo limpio se esconden las pandillas, los homicidios, la inseguridad, una población desempleada que subsiste allí sin más alternativas. Se esconde una realidad que no se previó, una realidad que el año pasado dejó 36 homicidios y que sin completar el segundo mes del presente 2013 ya suma tres muertes. Señores del Gobierno, que la iniciativa no se quede en una política más, en una promesa para descrestar al pueblo. La inclusión social implica mucho más que una fachada.

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