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María Luisa Chiappe, presidenta de Asoenergía.

ENERGÍA

"La energía cara amenaza a la industria del Valle del Cauca": Presidenta de Asoenergía

María Luisa Chiappe, presidenta de Asoenergía, dice que altas tarifas le restan competitividad al sector y al país. Pide un giro en la política energética colombiana y quitar los privilegios a la generación térmica ineficiente.

17 de julio de 2017 Por: Alfredo García Sierra, Reportero de El País

El Valle del Cauca tiene el tercer centro industrial de Colombia y es el primero en consumo eléctrico en ese sector. Sin embargo, tiene amenazada su competitividad por las altas tarifas de energía las cuales encarecen la producción de las fábricas.

Este panorama es planteado por María Luisa Chiappe, presidenta de la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía, Asoenergía, tras señalar que mientras en países como Perú, México, Estados Unidos y Ecuador, este recurso es más barato, las factorías acá deben pagar sobrecostos, ya que el Gobierno protege en especial a centrales térmicas ineficientes.

¿Cuál es hoy el panorama real de la energía en Colombia, tras haberse sorteado la crisis del año pasado, cuando el país estuvo cerca de un apagón?

En términos generales la política energética padece del síndrome del apagón de los años 90. Esa política se ha diseñado para que haya suficiente energía, pero a cualquier costo. Eso no puede ser así, ya que es absolutamente posible tener energía suficiente y competitiva.

Si se siguen adoptando regulaciones en ese sentido, estamos atacando a la industria colombiana y minando la capacidad competitiva de las empresas. Y un ejemplo es el de los conglomerados multinacionales a la hora de hacer sus inversiones o de empresas multilatinas, muchas de ellas de origen colombiano, que ya no toman las decisiones aquí sino a escala internacional al evaluar sus costos en los países donde operan.

Eso significa que algunas empresas internacionales se han abstenido de llegar a Colombia...

Esos costos están determinando hoy la localización de una industria por cuenta de la energía. Colombia tiene tarifas y costos superiores a los de Perú, Ecuador, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Costa Rica.

¿De qué tamaño son esas tarifas?

En Colombia un kilovatio-hora cuesta 11,9 centavos de dólar mientras en Estados Unidos es de 6,30 centavos de dólar. En este último país compiten los estados entre sí para ofrecer las mejores condiciones de inversión en término de costos de energía. Pero realmente con quienes más competimos son Perú, Ecuador, México y Estados Unidos.

Para algunas industrias es Brasil el kilovatio-hora vale 9,23 centavos de dólar. Colombia y sus empresas están en inferioridad de condiciones, ya que las inversiones se hacen conforme a los costos y no en función de si Colombia es realismo mágico (como se promociona), de si tenemos gran diversidad ambiental y otras cosas bonitas. En una mesa de negociación y de decisiones el costo de la energía pesa mucho en una industria, y allí Colombia pierde la carrera como destino de inversión manufacturera.

¿Esas tarifas caras están propiciando también que muchas compañías se hayan ido del país?

Claro. Esa es una de las razones por las cuales se van del país. Para el caso del Valle del Cauca este tema es fundamental y especialmente sensible hoy. La región ocupa el tercer puesto como centro industrial de Colombia, pero es la primera en consumo de energía por parte de sus empresas manufactureras.

Esto es un gran impacto si se tiene en cuenta que el Valle tiene el 13% de las factorías del país, el 15% del personal ocupado, genera el 16% de la producción, el 15% del valor agregado de la economía y el 19% del consumo de energía.

¿Cuánto pesa hoy el costo de la electricidad en las industrias del Valle del Cauca?

Sin materias primas, la energía pesa un 33,4% en los costos, lo cual es una amenaza para la industria del Valle. Es muy costo alto especialmente en sectores como los de plásticos, cauchos y abonos donde pesa un 57%, en bebidas igual porcentaje, en productos de molinería el 50% lo mismo que en las industrias de papel y cartón.
En la fabricación de azúcar y panela, el costo de la energía representa un 48%, en alimentos para animales el 41%, mientras en las industrias básicas de metales no ferrosos implica el 40%.

¿Qué hacer para frenar ese desbordamiento tarifario que perjudica a las industrias y al empleo?

El tema de la competitividad hay que aterrizarlo más. La competitividad del país depende de los costos, y creo que el Ministerio de Comercio e Industria debería monitorear permanentemente los costos de las empresas manufactureras buscando la forma de bajarlos.

Hoy, el costo de la energía es uno de lo que más problemas significa para los industriales, o si no pregúntele a ellos y muchos lo corroboran a diario. Así no se puede competir, ya que Colombia tiene costos muy elevados en toda la cadena energética, que va desde la generación, transmisión, distribución hasta la comercialización. Esos cuatro ítems tienen un valor inferior en otros países con los cuales competimos.

¿Qué explica que la energía en Colombia sea tan costosa a pesar de que la generación hidroeléctrica no es tan costosa como la térmica?

La realidad es que tenemos una energía de respaldo muy costosa, que es la que se genera a base de combustibles líquidos y a gas natural (en las plantas térmicas).

La propuesta de Asoenergía es que debemos cambiar la composición de nuestra canasta energética por una menos costosa. Tenemos abundancia de agua y costos de generación hidroeléctrica de apenas 50 pesos por kilovatio-hora, pero se ofrecen contratos de energía a largo plazo por encima de 200 pesos el kilovatio, que es lo que se cobra a más de la mitad de las empresas.

En carbón la generación cuesta entre 140 y 169 pesos, a base de gas de 226 a 315 pesos y con líquidos como el fuel oil (en térmicas) de 605 a 1086 pesos. Esta última generación es muy ineficiente y contaminante. En una política ambientalista lo que se debe atacar es el consumo calórico que tienen estas empresas y reemplazarlo por el agua un recurso que es barato y amigable con el medio ambiente.
El carbón también debería usarse más y hoy existen tecnologías en el mercado que reducen su impacto y la emisión de partículas hacia los ecosistemas.

¿El Gobierno debería dejar de privilegiar a las térmicas por ser caras con esa energía de respaldo?

Sí. Necesitamos respaldo térmico, pero eficiente y a menores costos. Actualmente hay una resolución de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, Creg, mediante la cual se pretende elevar el llamado precio de escasez hacia el año 2019 con base en los costos de las térmicas que operan con fuel oil, en vez de buscar como meta un modelo de plantas eficientes. Esta es una política completamente proteccionista.

A la industria se le quitó el proteccionismo y se la puso a competir internacionalmente, pero este insumo fundamental como la energía, se maneja con un criterio proteccionista al privilegiar la generación eléctrica ineficiente.

Estamos en mora de sustituir ese tipo de generación por otra que le haga bien a la industria manufacturera, ya sea a base de agua, carbón, gas y otras energías renovables.

Con base en todo eso, ¿es o no confiable el sistema eléctrico colombiano para enfrentar eventuales crisis por fenómenos climáticos?

La realidad, y hay que admitirlo, es que Colombia tiene una confiabilidad muy grande en abastecimiento eléctrico, y así lo demostró durante la crisis del Niño ocurrida el año pasado y pese a los accidentes en algunas plantas y centrales. Es un sistema confiable, pero no competitivo por sus altas tarifas, porque atenta contra la capacidad de las empresas industriales y el comercio.

La cruzada de Asoenergía es que esos precios bajen y que haya una mayor oferta de contratos a largo plazo en el mercado. Las industrias solo reciben una oferta o máximo dos bajo contratos con precios de 200 por kilovatio, pese a que las tarifas en bolsa han bajado a 60 pesos por la abundancia de lluvias.

¿Esa carestía tarifaria también proviene de la distribución y transmisión eléctrica, o no?

En transmisión eléctrica estamos pagando un millón de dólares diarios por concepto de restricciones, que no son otra cosa que el incumplimiento en los planes de ampliación de redes. Con frecuencia se vende la energía, pero cuando se va a completar la operación, se descubre que no hay redes suficientes para llevar el servicio a ciertas regiones. Ahí es donde surgen los sobrecostos. Con más redes las tarifas de transmisión podrían bajar casi a la mitad.

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