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Israel cree que la eurozona se desmoronará si no se rescata a Grecia

El rescate de Grecia requiere grandes esfuerzos por parte de Alemania y del Banco Central Europeo (BCE), de no darse una solución, la eurozona se vendría a pique.

16 de noviembre de 2011 Por: Elpais.com.co | EFE

El rescate de Grecia requiere grandes esfuerzos por parte de Alemania y del Banco Central Europeo (BCE), de no darse una solución, la eurozona se vendría a pique.

El gobernador del Banco de Israel, Stanley Fischer, cree que un fracaso en el rescate financiero de Grecia conducirá inevitablemente a una fragmentación de la eurozona y una incertidumbre económica de grandes riesgos a nivel mundial."Francamente, nadie sabe lo que va a pasar en la economía mundial, pero las alternativas actuales son que la eurozona sobreviva en su formato actual o que comience a desmoronarse", dijo Fischer en su encuentro anual con periodistas de medios internacionales en Jerusalén.La primera opción, sostuvo, requiere "heroicos esfuerzos y decisiones difíciles" por parte de Alemania y del Banco Central Europeo (BCE) de forma que, entre ambos y con la ayuda de otros gobiernos, rescaten a Grecia de su imparable camino hacia la bancarrota.De lo contrario, explicó, la eurozona puede comenzar a desintegrarse en un proceso que comenzaría con la salida de Grecia y arrastraría a otros miembros de la periferia del euro, en el que los escenarios son impredecibles.El economista israelí-estadounidense, que ha conseguido mantener a Israel al margen de la crisis financiera desde 2008, advirtió de una Europa a dos velocidades, devaluación de monedas, dificultades en la exportación para los países que queden en una nueva eurozona y situaciones de lo más inverosímiles que podrían desembocar en una nueva recesión en el continente con ramificaciones mundiales."Las cosas se ven peor ahora en Europa que a principios de año. Para casi ninguno de sus miembros hay perspectivas de gran crecimiento. No es una imagen agradable y, sin Alemania, las estadÍsticas serÍan negativas", abundó.Pero aún así, y en su habitual optimismo, el reconocido economista describió la situación actual como "no deseada" pero desde luego "no de recesión" porque -recordó- las previsiones de crecimiento "no han bajado mucho desde comienzos de año".Como nota de preocupación destacó "los altos tipos de interés que están pagando algunos gobiernos europeos por sus deudas" y mencionó con humor la inaudita situación de que cueste menos la deuda israelí que, por ejemplo, la francesa.Sobre Estados Unidos se mostró más optimista y no vio "peligros inminentes" de una nueva recesión."Hablan para 2012 de un 2,5 por ciento de crecimiento, no es espectacular, no se acerca a su verdadero potencial, pero es un crecimiento relativamente bueno", declaró al comparar las estadísticas del primer trimestre en ese país con las del tercero, que muestran que se va superando la parálisis.La situación israelíFischer, de 68 años y que está al frente del banco emisor israelí desde 2005, tampoco escatimó en las advertencias al Gobierno de Benjamín Netanyahu, a quien exhortó a ceñirse en todo momento al presupuesto y no dejarse arrastrar por políticas populistas.Israel celebrará probablemente elecciones en 2012 (la legislatura concluye en marzo de 2013) y se teme que por ello, y a raíz de las protestas multitudinarias de grupos de "indignados" el pasado verano, el Gobierno incurra en un gasto público excesivo.En este sentido, recordó que los indicadores económicos israelíes después de ocho años de crecimiento a más del 4 por ciento de promedio apuntan a una ralentización, precisamente, por la lentitud en la recuperación de sus principales clientes: la UE y EEUU."Hay algunos indicios de ralentización desde abril", advirtió, y "las previsiones para el año que viene son inferiores a las previstas en un principio"."Quiero destacar que la ralentización es en el crecimiento, no en el PIB en sí. No hay recesión", insistió sobre una economía, la israelí, que "sin estar en un excelente estado, no es mala" y este año acabará a un ritmo de crecimiento del 4,7 por ciento del PIB.Como posibles consecuencias de la ralentización recordó un ligero incremento del desempleo, ahora en un 5,6 por ciento -su punto más bajo en 30 años-, y la continuación de la bajada en las exportaciones.E instó a todas los organismos e instituciones a tener siempre presente la situación en la eurozona, porque "si algunos de los bancos europeos con los que tratamos entran en dificultad, nosotros estaremos en serios problemas también", argumentó.

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