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"Importaciones de etanol son un riesgo para el Valle": Jorge Bendeck

Jorge Bendeck, presidente de la Federación de Biocombustibles, hace llamado al Gobierno para que defienda inversiones en destilerías.

6 de abril de 2015 Por: Redacción de El País

Jorge Bendeck, presidente de la Federación de Biocombustibles, hace llamado al Gobierno para que defienda inversiones en destilerías.

El presidente de la Federación Colombiana de Biocombustibles, Jorge Bendeck Olivella, hizo un nuevo llamado al Gobierno para que no reabra las importaciones de etanol desde Estados Unidos, dado que constituyen un riesgo para la expansión y la estabilidad de la industria azucarera vallecaucana.

Indicó que esas compras, así sean al amparo del Tratado de Libre Comercio, TLC, van en contra de ese sector y del empleo que genera para contribuir a la paz del departamento.

¿Cuál es la perspectiva de los biocombustibles, teniendo en cuenta que hay petróleo más barato hoy?

Los biocombustibles tienen una razón de ser y no han perdido vigencia por su gran impacto social y ambiental. La situación de los bajos precios del petróleo no afecta a esta industria. Las fórmulas de los biocombustibles están relacionadas con el valor de la materia prima, pues no son otra cosa que derivados de la agricultura, y no están ligados directamente a los costos del crudo.

Pero, ¿por qué no baja el precio del etanol para que el valor final de la mezcla con la gasolina se abarate más?

Es una observación válida. Sin embargo, los precios de los biocombustibles están amarrados a su materia prima. Es una realidad que el precio  internacional del azúcar ha caído más del 50%, que es el referente para el valor del etanol, e igual ha pasado con el aceite de palma para la fabricación de biodiesel. Sin embargo, cabe recordar, que Colombia es un tomador de precios sobre todo en 'commodities', que son las materias primas básicas que se negocian en el mundo. Dependemos del valor del oro y el petróleo en la bolsa de Nueva York, del maíz en la bolsa de Chicago, del costo del azúcar refinada en Londres y del precio del aceite de palma que rige en la bolsa de Malasia. Nosotros solo producimos el 1,4% del aceite de palma en el mundo  y el 1% del azúcar, de allí que Colombia no sea un país fijador de precios por su peso mínimo en esos mercados. Solo en café tenemos alguna significación importante. Y si el precio del dólar en Colombia sube esa tasa de cambio se multiplica y nos da un precio en pesos más abultado. 

Con dos nuevas destilerías que van a entrar en operaciones –la de Riopaila en el Valle y la de Bioenergy en el Meta—, se podría ampliar la mezcla de etanol?

Hoy la producción diaria de etanol es de un millón 200 mil litros por día y con la  entrada de la planta de Riopaila, estimada en 400.000 litros por día, la mezcla con la gasolina corriente podría pasar del 8% al 9%. Eso contribuirá a reducir en ese mismo porcentaje el consumo de gasolinas puras que entrega Ecopetrol al mercado al igual que las importadas. De allí que las gasolinas extras tengan que desaparecer en Colombia porque el etanol es una súper gasolina porque tiene 120 octanos, y la que se distribuye hoy posee solo 92 octanos. Por lo tanto, a medida que aumenten las mezclas en igual proporción lo hará el octanaje de la gasolina que es la mejoría en la combustión interna, pero con menores emisiones contaminantes de monóxido de carbono debido al oxígeno que existe en la estructura molecular de este tipo de biocombustibles de orígen vegetal, es decir, a base de biomasa de caña.

¿Es posible que en aras de la menor contaminación, se llegue en Colombia a mezclas por encima del 10%?

Llegaremos a ese 10% en agosto del 2016 cuando entre a funcionar la planta Bioenergy de Ecopetrol en el Meta. 

¿Por qué los distribuidores de combustibles dicen que una mezcla superior al 10% es mala para los motores de los carros en Colombia?

Eso es un mito. En todas partes del mundo la normatividad, sobre todo la europea y la estadounidense, se basa en un 10% de mezcla de etanol con gasolina. Hace poco en Estados Unidos se autorizó hasta un 15% para los vehículos de los modelos 2001 hacia adelante. En Colombia apenas estamos en el 8%, y me pregunto: qué daño le podemos hacer a un vehículo con el 10%. La respuesta es ninguno, e incluso ni con el 11% o 12%, o hasta con el 20% de mezcla. En las calles del país ya ruedan carros con motores flex, es decir, con flexibilidad para usar hasta un 85% de etanol. Igual ocurre con el biodiesel que es un lubricante extraordinario y natural para los motores pesados.   

¿Cuánto podrían afectar las importaciones de etanol desde Estados Unidos en el marco del TLC a la industria vallecaucana?

Esa es una realidad. La industria del etanol en Estados Unidos es muy fuerte y grande que compite con la gasolina. Y además, existe el agravante de unos enormes subsidios a los fabricantes más unos incentivos al consumo, de tal forma que para Colombia es un perjuicio porque no contamos con ningún tratamiento preferencial en ese sentido. Ellos pueden vender en el mercado colombiano todo el etanol o alcohol carburante que quieran. De hecho, esas importaciones afectaron de manera grave durante varios meses a la producción vallecaucana, al extremo de que no había donde almacenar más. Eso lo hizo la compañía mayorista Terpel, que decidió importar ese tipo de  biocombustible bajo el Tratado de Libre Comercio, TLC, con cero arancel. Ese tipo de compras son una amenaza real, además de que por ahora Colombia no puede exportar etanol a ese país, ya que debe cumplir sus obligaciones de mezcla del 8%. 

¿Es decir, que si se mantienen las importaciones de etanol, quedarían en riesgo las destilerías y los nuevos proyectos? 

Absolutamente sí. El Gobierno debe mantenerse firme en la defensa de los actuales intereses de la industria colombiana y vallecaucana, porque la ley así lo dispone. Y más teniendo en cuenta que jamás podremos competir con la industria de Estados Unidos. Aquí contamos con las garantías del sector agrícola para aportar las suficientes materias primas para la producción de biocombustibles, y así lo reconoció el Congreso de la República cuando aprobó la ley en este campo al estimular las inversiones (en destilerías) para apalancar la paz en departamentos como el Valle del Cauca. Me pregunto: ¿qué sería de esa región sin la producción de azúcar y de etanol, y ese gran empuje industrial liderado por unos patriotas que se la han jugado todo por el país?. Eso se lo debemos a ellos. 

El etanol se fabrica a base de un insumo local (la caña), lo cual asegura la estabilidad a la industria y el empleo a través de un 'clúster' que se ha desarrollado alrededor del sector azucarero. A eso se agregan los proyectos y tecnologías de desarrollo (de la palma africana) por parte de Manuelita y Roipaila en el Meta. Todo eso hay que defenderlo.

¿Cómo enfrentar esa amenaza de los Estados Unidos?

Estados Unidos para producir 52.000 millones de libros etanol por año consume el 40% de su gigantesca cosecha de maíz –unas 180 millones de toneladas al año, la más grande del mundo— lo cual es una amenaza para un país pequeño, ya que ellos pueden reemplazar el 10% de las gasolinas del mercado. Y ahora el crecimiento de esa mezcla allá es del 15%. Son cifras que comparadas con nuestra producción nacional que fue apenas de 406 millones de litros durante el 2014, constituyen una amenaza difícil de enfrentar en una competencia. Todo eso influye para que el Gobierno Nacional considere y apoye su industria en el momento en que Terpel u otras compañías importen etanol barato y de una calidad que nunca será igual a la colombiana que es de un 74% en reducción de emisiones, ya que la del etanol a base de maíz permite apenas un 10%.

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