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El drama que se oculta tras la crisis del bolívar en Venezuela

Hacer mercado es cada vez más difícil y penoso en el vecino país. ¿Servirán las medidas de Maduro? Hablan los expertos.

18 de diciembre de 2016 Por: Redacción de El País

Hacer mercado es cada vez más difícil y penoso en el vecino país. ¿Servirán las medidas de Maduro? Hablan los expertos.

Hacer mercado en cualquier ciudad  venezolana continúa siendo  un drama para miles de familias, porque no saben con qué se van a topar a diario en materia de precios, y si hay oferta o no de productos básicos. Y lo peor es que  el bolívar, la moneda oficial del país, se deprecia a pasos agigantados.  

Todo porque en esa vecina nación la escasez campea, mientras la inflación acosa con desesperación a las familias.

La interminables colas (hasta de ocho horas) que amas de casa hacen frente a tiendas, graneros y almacenes, son un ejemplo de una crisis que parece interminable. 

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De allí que  la  hiperinflación se haya convertido en el gran  enemigo de los bolsillos de los venezolanos, mientras el Gobierno oculta con celo las estadísticas oficiales.  

Por eso, productos  —como papel higiénico, pañales, arroz, aceite, azúcar, harina,  jabones y hasta un simple desodorante— que en otros países son de consumo normal, en los hogares venezolanos sean apreciados  como si fueran de oro.

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Esos artículos son tan valiosos que  se entregan a manera de presente o regalo en fiestas y celebraciones. 

Los analistas coinciden en señalar que el modelo económico socialista de Nicolás Maduro ha precipitado a esa Nación a un histórico brote inflacionario.  Esa escalada alcista  es aprovechada por los especuladores.  

Tan serio es lo que sucede, que varios expertos calculan que la inflación diaria en Venezuela puede oscilar entre 3% y 3,96%. En el 2015 ese indicador fue del 180%. 

Al cierre del 2016 se estima que la inflación  superará el 700%, una de las más altas del planeta, paradójicamente en un país dueño de una de las  mayores riquezas petroleras.

En los últimos cinco años, una veintena de empresas se han ido de Venezuela, lo que ha agravado la oferta de productos de consumo. Esa escasez agudizó la inflación.

Y existe algo todavía más preocupante: el silencio del Gobierno de Maduro en torno a las estadísticas y cifras sobre el comportamiento del índice de precios al consumidor. 

Tal es el misterio que rodea la verdad de esos indicadores que ni siquiera el Banco  Central de Venezuela, se atreve a revelarlos.

Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela en la Universidad del Rosario, señala que la  excusa es que “su sistema político de corte socialista no se puede  medir con base en los parámetros del libre mercado, tanto que desde el año 2006 dejaron de entregar datos económicos, incluyendo los de pobreza”.

De allí, anota el analista, que “la crisis venezolana sea la peor de su historia, y obviamente, no es bueno para ellos reconocer que su modelo es un fracaso”.

El PIB venezolano caería este año 10%, el más alto de la región latinoamericana.

Producto del gobierno

Los expertos coinciden en afirmar que la hiperinflación venezolana la causó el propio gobierno, y no obedece a fuerzas enemigas o ‘mafias’ externas, como sostiene Maduro.

Al respecto Rodríguez recalca que “la inflación ha sido el resultado de una serie de medidas supuestamente orientadas a aliviar la situación de los más pobres, pero que con el paso del tiempo han  fracasado”.

Por ejemplo, cuando el Gobierno subsidia un producto de la canasta básica, como la harina para arepas, para que todo el pueblo pueda comprarla, lo que genera son unos mercados secundarios que aprovechan las bandas delincuenciales.

Generalmente, anota, a un alimento  le fijan un precio por debajo de los costos de producción, y allí es cuando los acaparadores y especuladores  compran ese producto para luego revenderlo (al triple) y aprovecharse de los consumidores cuando hay escasez en los mercados.

Los llamados ‘bachaqueros’, dicen los mismos venezolanos, ofrecen de todo —incluso a pocos pasos de las puertas de los supermercados— “y hay que pagarles lo que pidan por un jabón o un rollo de papel higiénico”.   

Eso ha llevado a que la gente pague sobreprecios por los productos caseros y que la inflación suba sin control, recalca Rodríguez.

Un componente adicional que incendia la inflación es que el Gobierno, para compensar la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y para fomentar su  populismo, eleva  el salario mínimo   varias veces al año.

El último reajuste hecho en noviembre  fue del 40% al dejar el salario oficial a 27.091 bolívares más un bono o ‘ticket’ de alimentación de 63.720 bolívares. Al inyectarle de esta manera dinero extra a la economía los venezolanos se precipitan a comprar productos todavía más caros, agravando así  el desbordamiento inflacionario. 

En marzo, mayo y septiembre también hubo aumentos salariales. En agosto el incremento fue del 50%, el cual se quedó corto para una inflación que ya llegaba al 450%.

Nuevos billetes, otro incendio

A tal punto han llegado las presiones inflacionarias, que Maduro optó la semana pasada por recoger los billetes de 100 bolívares (que eran los de mayor denominación) para poner en circulación los de 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000.  

El Presidente justificó la medida alegando que ciertas “mafias” estaban ocultando los de 100 bolívares en grandes  cantidades para desequilibrar la economía venezolana.

Para aplicar esa medida ordenó cerrar la frontera con Colombia durante 72 horas, pero ese plazo se amplió, mientras miles de venezolanos hicieron largas y desesperadas filas en los bancos para cambiar sus billetes de 100 bolívares antes de que perdieran su valor monetario.

Al respecto el jefe de investigaciones de Serfinco, Alejandro Reyes, señala que la medida es bastante extraña, ya que “afuera de Venezuela a nadie le interesa tener bolívares porque no sirven para nada”.

Un ejemplo, de ello es que el billete de 100 apenas permite comprar un caramelo, mientras se requieren 50 billetes de esa denominación para pagar una hamburguesa.

De allí que el dólar en el vecino país sea la única moneda fuerte, pero el rígido control cambiario del Gobierno impide que personas y  empresas tengan acceso a la divisa estadounidense.

Los bajos precios del petróleo tampoco ayudan al bolívar, cuya pérdida de valor es inevitable en un país que lo ahoga la inflación.

“Todo eso ha conducido a que la población venezolana se haya empobrecido en los últimos años. Si esos datos salen a la luz pública se generaría mayor descontento popular, cosa que no quiere el Gobierno”, opina Reyes.

¿Qué viene?

La hiperinflación podría ser mayor en el 2017 en Venezuela de prolongarse el estancamiento económico.

“Eso hará que los hogares se precipiten a diario a comprar productos de consumo básico ante el temor de que cuesten el doble, lo que llevará a más inflación”, destaca Reyes.

A ello, Asdrúbal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica, dice que “el Gobierno se ha hecho el de la vista gorda con una inflación que cada vez más resiente el bolsillo de la gente”.

Así las cosas, Venezuela seguirá sumergida en una economía que no crece y  una inflación que ahoga a su gente.

Ojo con la falsificación

El retiro de  los billetes de 100 bolívares puede  llevar a que se produzca una gran ola de falsificaciones con los próximos billetes de 20.000.Todo porque  el diagrama  y la marca de agua del papel moneda de estos últimos  billetes es  similar a los de 100 bolívares, advierte el analista Ronal Rodríguez.”Así, dentro  de pocos días las bandas falsificadoras en Colombia y Venezuela van a actuar, ya que tienen el 90% del trabajo hecho”,  anota el experto.Eso va a  generar un problema de falsificación, ya que cambiar los billetes fue una medida precipitada, agregó.

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