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Crisis presupuestal tiene 'en jaque' al Gobierno de EE.UU.

La potencia económica atraviesa hoy una de las peores crisis financieras. Nadie sale del asombro.

6 de octubre de 2013 Por: Edwin Giraldo Ruiz | Corresponsal de El País EE.UU.

La potencia económica atraviesa hoy una de las peores crisis financieras. Nadie sale del asombro.

Increíble, pero cierto. Los sitios turísticos, museos, salas de conciertos y otros tantos de interés cultural van a completar una semana cerrados en los Estados Unidos, la primera potencia del mundo, en la que nadie pensaba que algo así fuera a pasar. Pero es cierto. Cierran porque No tienen plata para funcionar. No cuenta con recursos para pagarles a los trabajadores. Estos establecimientos, que viven de la ayuda del Gobierno y de donaciones privadas —llamados servicios del Gobierno— cerraron sus puertas y alrededor de 800.000 empleados debieron irse para sus casas. Claro, sin dinero en sus cuentas. Algunos piensan que será por unos cuantos días, pero otros, los más informados, “sabemos que una tormenta avanza sobre el mar y que tocará tierra, pero lo que no sabemos es qué tan intensa será”, le dijo el director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Glenn Lowry, al diario The New York Times. Pero la crisis va más allá de esos servicios. Los jurídicos y algunos financieros también están golpeados. 20 bodas que estaban programadas para realizarse este mes en diferentes monumentos nacionales fueron aplazadas. Un granjero de Winsconsin no ha podido cobrar el cheque que le dieron tras vender una vaca y, como si fuera poco, las personas que han solicitado préstamos no saben cuándo pueden ir por la plata. El Contemporary Museum of Art de Honolulu, en Hawai, se vio obligado a despedir a 25 personas, más de la mitad de su equipo, debido a que se quedó sin recursos. Los 368 parques y museos nacionales pararon sus actividades y el 75 % de los empleados de la Casa Blanca fue licenciado sin remuneración. En lo que constituye una enorme paradoja, la gran potencia económica no tiene ingresos suficientes para operar y lo que es peor, los gastos superan los ingresos. El presupuesto que propuso el presidente Barack Obama para el año fiscal 2014 (que comenzó el pasado 1 de octubre) es de US$3,77 billones. Sin embargo, los gastos superan esa notoria cifra. ¿Qué sucede? En pocos países del mundo el proceso para aprobar el presupuesto del Gobierno resulta tan complejo como en EE.UU. La ley faculta al Congreso, y no a la Casa Blanca, para estipular cuánto dinero puede gastar y pedir prestado el Ejecutivo.Por eso el Presidente está obligado a negociar con el Partido Republicano para reabrir los servicios federales suspendidos y que más de 800.000 trabajadores vuelvan a sus puestos.El Gobierno de EE.UU. se ha quedado sin fondos para operar en 18 veces –incluyendo la actual—, pero nunca fue tan grave como en las últimas dos ocasiones. En 1996, el Congreso, de mayoría republicana mantuvo congelado el presupuesto por 21 días porque Bill Clinton y los republicanos —entonces liderados por Newt Gingrich— disentían profundamente en sus proyecciones sobre la reducción del déficit fiscal. Los republicanos, que tenían la mayoría en ambas cámaras del Congreso, aprobaron un presupuesto que Clinton vetó, y por eso la parálisis no pudo evitarse.‘Pelea’ políticaPero la incertidumbre actual sobre la duración y los efectos de la parálisis viene, como denunció el presidente Obama, de la disputa “ideológica” planteada desde el bando conservador.Los republicanos no solo exigen restar financiación a la Reforma a la Salud firmada en el 2010, sino retrasar por un año la entrada en vigor de sus principales disposiciones, especialmente la que obliga a todos estadounidenses a tener un seguro de salud.Esta solicitud, si bien es improbable que sea aceptada por los demócratas, ha sido el caballo de batalla republicano. Como explica Carlos Indaconchea, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad George Washington, para quien esta iniciativa proviene del sector más conservador del Partido Republicano, conocido como el Tea Party, que a pesar de no ser la colectividad numerosa, tiene dos recursos poderosos: legisladores que provienen de distritos muy conservadores en donde tienen asegurada su reelección; y la capacidad de aportar en la elección del líder de la Cámara de Representantes, que hoy es John Boehner, quien lidera esta negociación en nombre de los republicanos.“El representante Boehner es un rehén de este grupo minoritario, pero muy poderoso. Hablamos de una minoría que no tiene capacidad de gestión, pero que sí puede chantajear el sistema”, asegura Indaconchea.Desde que los republicanos retomaron el control de la Cámara en el 2010, el Tea Party ha influenciado ostensiblemente su política. Desde entonces, se ha impuesto la idea de defender hasta las últimas consecuencias su política fiscalmente conservadora: no a los impuestos, no al incremento del gasto federal.Pérdidas y recortesSegún la consultora IHS, el cierre de los servicios del Gobierno Federal le cuesta al Estado US$300 millones diarios. Esto por la producción de los empleados federales, así como los parques, zoológicos y servicios cerrados que están dejando de recaudar dinero.“Aunque esto es sólo una pequeña fracción para la economía del país, que es de US$15,7 billones, el impacto diario del cierre incrementaría en la medida que deprima la confianza y el gasto de negocios y consumidores”, explica IHS.Juan Carlos Hidalgo, del Centro de Pensamiento Cato, considera que esta situación no duraría más allá del 17 de octubre, cuando se vence otro plazo importante. El Departamento de Tesoro necesita incrementar su capacidad de endeudamiento, que según el secretario Jack Ley, se agotará en esta cartera y el país entraría en la peligrosa situación de quedarse corto para pagar sus deudas.Si esta discusión sobre la financiación del Gobierno se extrapola al aumento de la capacidad de la deuda, sería negativo, no sólo para EE.UU., sino para la misma economía mundial. “Esto significaría un recorte en el gasto de entre el 17 % y el 20 %”, dice el académico.Por eso muchos analistas consideran que este batalla es el preámbulo de la elección parlamentaria del 2014, donde ambos partidos acudirán al señalamiento de culpables para intentar incrementar sus curules en el Congreso.

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