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En Cali, Barón Rojo Sur es integrado por aproximadamente 2500 jóvenes. En todo el país suman 7000. Frente Radical Verdiblanco es una de las barras más antiguas de Colombia. Fue fundada en 1992. | Foto: Foto: Archivo El País

- AMÉRICA DE CALI

¿Y el ‘mea culpa’ de los directivos del Deportivo Cali y América de Cali? (Opinión)

Los últimos hechos de violencia en el estadio Pascual Guerrero tienen las alarmas prendidas entre las autoridades locales.

30 de mayo de 2017 Por: César Polanía - Edito de Afición - El País

Las mal llamadas barras bravas —delincuentes es lo que son— existen porque los clubes de fútbol las empoderaron y ellas pronto se convirtieron en monstruos de tres cabezas que se les salieron de las manos a los propios equipos y a las autoridades civiles y policiales.

Mientras los clubes no corten ese cordón umbilical con las barras, podremos implementar las más drásticas sanciones y los mejores esquemas de seguridad, que ese demonio siempre rondará en los estadios.

Sería bueno que los directivos del América y el Cali le contaran a la opinión pública la manera como subsidian a las barras. Que revelaran con precisión la cantidad de boletas que les regalan y todas las ayudas logísticas que les hacen para que acompañen a los equipos cuando juegan de local y hasta cuando salen de sus plazas.

Para escribir esta columna, hablé con dos exdirectivos, uno rojo y otro verde, que me entregaron información que explica, en buena medida, a qué hora las barras adquirieron el dañino poder que hoy tienen, sin que ese sea, por supuesto, el objetivo de los equipos.

En el América, por ejemplo, en el 2014 se le regalaban hasta 2000 boletas —por valor de unos 30 millones de pesos— a la barra Barón Rojo Sur y otro tanto se las fiaban.

“En los libros de contabilidad llegaron a aparecer cuentas pendientes de esta barra con el América hasta por 98 millones de pesos. No conformes con que les regalaran 2000 boletas, pedían que les fiaran el resto para llenar la tribuna de Sur del Pascual. Hasta que estuve en el equipo, nunca pagaron esa deuda”, cuenta la fuente.

Agrega el exdirectivo que “también hubo colaboraciones, varias veces, de quinientos mil y hasta un millón de pesos para mandar las barras a hacer sus trapos y banderas y distintivos y todo lo que las caracteriza. Inclusive, los directivos les pagaban los buses para desplazarse a los estadios de otras ciudades. No sé cómo funcione esto ahora”.

Por los lados del Cali, la fuente consultada cuenta: “Supe que había directivos que les regalaban cien boletas por partido a Frente Radical, pero eso era lo mínimo. La barra servía de canal de comercialización para las boletas de Sur y se ganaba el 10 % de lo que vendiera. Imagínese, el aforo de esa tribuna es de seis mil o siete mil personas. Haga la cuenta a ver cuánto les quedaba por partido. Es más, uno de los líderes de la barra tenía un local comercial donde vendía, por convenio, prendas deportivas surtidas por el Cali”.

Y agrega la fuente: “conocí hasta cuerpos técnicos y jugadores, de rojos y verdes, que les daban plata a los barristas”.

Insisto. Mientras los clubes sigan siendo los grandes patrocinadores de las barras, no habrá carnetización, biometría ni sanciones que valgan. Invito a los directivos del América y el Cali a que nos cuenten si esta es una práctica del pasado o se sigue presentando. Porque no he leído, ni he escuchado, una sola voz de ‘mea culpa’ en esta situación con las barras que solamente daño le ha causado al fútbol.

Mano dura contra las barras. Pero no omitamos la responsabilidad de los equipos, que son sus grandes auspiciadores. Ni de las autoridades civiles, que ingenuamente han promovido supuestos pactos de paz de esos delincuentes. Ni de la Policía, a los que las barras les pueden meter un tanque de guerra al Pascual y no se dan cuenta. O sus manzanas podridas lo acolitan y no nos damos cuenta. Ni la de la Dimayor, que por años solo ha visto el fútbol como un negocio y apenas comienza a despertar para tratar de ponerle freno a semejante flagelo.

El Informe Taylor que fue adoptado en Inglaterra para borrar a los ‘hooligans’ y del que se vale el presidente de la Dimayor para sus propuestas contra la violencia en los estadios nuestros es efectivo.

Funcionó en el país británico, gracias también a los severos castigos penales. Aquí estamos en pañales, pero hay que dar un primer paso y son los directivos de los clubes los que tienen esa responsabilidad. Corten el cordón umbilical con las barras. Háganle ese favor al fútbol.

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