El pais
SUSCRÍBETE
El boxeador colombiano 'Rocky' Valdés también fue un gran amigo. | Foto: Archivo / El País

ROCKY VALDÉS

'Rocky' Valdés y Orlando Pineda, una amistad a prueba de puños

Rodrigo 'Rocky' Valdés también fue un gran amigo, y toda la vida mantuvo una buena relación con el entrenador Orlando Pineda.

16 de marzo de 2017 Por: Por Leonard Gutiérrez Bueno, reportero de El País

No lo duda un segundo. La frase con la que el profesor Orlando Pineda define a Rodrigo ‘Rocky’ Valdés es “¡grandioso!”.

Amigos y rivales. Así fue la relación entre las dos leyendas del boxeo colombiano, por lo menos en un inicio, cuando como niños soñaban con ser grandes pegadores en el desaparecido barrio Chambacú de la ciudad de Cartagena.

En aquella época nunca se les pasó por la cabeza que uno iba a ser una verdadera leyenda del deporte, y el otro, el entrenador que más campeones del mundo formaría en el país.

“Ha sido un golpe grande para mí, fue un amigo de toda la vida”, recuerda el profesor Orlando Pineda. Y es que no es para menos, Valdés y él convivieron casi que toda la niñez y parte de la juventud en el mismo sector de La Heróica, hasta mediados del año 72, cuando desapareció aquel barrio y el excampeón del mundo se fue a vivir al sector de Olaya Herrera.

Fue el boxeo precisamente el que se encargó de unirlos, ya que el amor por la disciplina de ambos hizo que hasta entrenaran juntos, sin saber que el pugilismo los iba a enfrentar en el ring.

“En los años 60 tuvimos la oportunidad de pelear en dos ocasiones en el parque El Centenario. En la primera pelea como amateur recuerdo mucho que me ganó. Me pasó algo simpático esa vez con él. Era un pegador bastante duro, en un inicio hasta rudimentario, y apenas comenzamos la pelea, no me dio el saludo, sino que me pegó duro.
Todavía en el tercer round lo veía borroso, le decía al entrenador que no lo encontraba en el ring, que lo veía negro, y mi entrenador me decía: “Ajá, y como lo vas a ver, si él es negro”. Estuve peleando esos rounds inconsciente”,
asegura el ahora entrenador, quien posteriormente en el mismo parque le ganó el segundo combate.

Pero el destino definitivamente había puesto los puños de ‘Rocky’ en el camino de Pineda. Estaban 1-1 y faltaba la pelea del título mundial. “Fue algo curioso, se vino el debut profesional de ambos, y preciso nos enfrentamos, y me ganó en una pelea a cuatro rounds. Tengo que decir que me venció bien”, explicó.

“Más nunca vuelvo a pelear contigo, a mí me duele darte golpes. Esta fue la última”, sentenció el mismo ‘Rocky’, quien cumplió su palabra y jamás volvió a enfrentarlo.

El hombre de la gran sonrisa

“Educado, amable, nunca ni por equivocación trataba mal a nadie. Fue un tipo carismático y que siempre mantuvo una sonrisa eterna”, asegura el ‘profe’ Pineda de su amigo. Una definición del ser humano que coincide con la de muchos y no por casualidad.

Y esa fue la gran diferencia, según Pineda, entre Valdés y ‘Kid’ Pambelé, a quien siempre vio como un hombre rudo que nunca dejaba de ser boxeador. Mientras que tilda a ‘Rocky’ hasta de “cariñoso y tierno”, algo difícil de creer de un pegador de 1.79 de estatura con puños de acero.
“Mi familia me ha tenido que tranquilizar, porque las últimas horas han sido muy duras para mí”, aseguró Pineda mientras retenía el llanto por el amigo.

Así nació y perduró la historia de dos niños que se hicieron jóvenes corriendo por la calles de su barrio y se formaron como hombres de bien en medio de los puños.

La columna


"Fue un gigante del boxeo"

Columnista invitado,  Eugenio Baena


Lo primero que se tendría que decir de ‘Rocky’ Valdés como boxeador es que fue una verdadera fiera de este deporte. Un boxeador que sabía tirar todos los golpes casi que a la perfección.

Fue un deportista realmente ejemplar que nunca perdió su posición y que, a pesar de tener dinero, nunca se escuchó que protagonizara escándalos. Nunca olvidó a la gente de su barrio, la gente con la que creció en su ciudad. La combinación de la excelencia como boxeador y persona es la que lo hace un gigante.

Su humildad no dejó que la fama opacara lo que era. Hoy, cuando ya no lo tenemos, me he preguntado si él realmente se dio cuenta de lo grande que fue para el deporte en Colombia y el mundo.

Después de sus grandes peleas con Carlos Monzón nunca se dejó llevar por la fama. No le gustaba salir a las fiestas, no disfrutaba estar en medio del lujo, esa cosas no eran para él.

En su vida familiar siempre fue totalmente de hogar, para él su familia era lo más importante. Fue un ser humano práctico, de esos que lo que ganó lo tenía debajo de la almohada, entre otras cosas porque no le gustaba eso de tener cuentas en banco.

Lo que ganó lo supo invertir, fue un hombre que en su momento tuvo hasta una flota de buses, tuvo unos 10 o 20 buses y los tenía en su barrio trabajando para la comunidad. Como anécdota, hay que decir que los terminó vendiendo porque decía que iba a resultar dejando toda su plata en los talleres, por eso las vendió. Después compró propiedades. Vivió de lo que ganó y nunca le faltó nada.

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, fue un amante del cine, le encantaban la películas de Cantinflas y del oeste.

(*) Periodista experto en boxeo

AHORA EN Deportes