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Racismo: ¿Hora de mostrar los dientes?

Ahora que el racismo vuelve a manchar el deporte, la pregunta cobra valor: ¿Qué hacer para contrarrestarlo? La NBA intenta dar una lección con la suspensión de por vida de Donald Sterling, el dueño de los Clippers.

4 de mayo de 2014 Por: Redacción El País

Ahora que el racismo vuelve a manchar el deporte, la pregunta cobra valor: ¿Qué hacer para contrarrestarlo? La NBA intenta dar una lección con la suspensión de por vida de Donald Sterling, el dueño de los Clippers.

“La fórmula ya está dada, la expuso ante el mundo el futbolista Thierry Henry el año pasado: lo que hay que hacer para erradicar las expresiones racistas de los escenarios deportivos es que cuando un hincha genere un acto, haya una sanción para el equipo, pero no en dinero sino en puntos. Si se sanciona de esta manera será como si el hincha estuviera metiendo un gol en contra. Así el aficionado, de lo que sea, tendrá mucho cuidado: a él no le interesan las finanzas del club, a él lo que le interesa es el resultado deportivo. Si el equipo puede perder por su culpa, será distinto”. Ray Charrupí sabe bien de qué habla: este abogado lleva buen tiempo defendiendo la inclusión social en Colombia. En el 2012, por ejemplo, logró que la gerente de Turismo de Cartagena fuera destituida de su cargo por haber permitido un stand promocional de esa ciudad con la representación de un esclavo encadenado. Antes de eso, en el 2011, denunció penalmente a la Revista Hola por la portada que hizo de una aristocrática familia en la que sus empleadas domésticas, dos mujeres negras vestidas de delantal, fueron utilizadas como decoración de fondo. Con esa denuncia nació la Fundación Chao Racismo que él dirige.El hombre, entonces, ha conocido de cerca las historias de discriminación que en este país siguen ocurriendo en restaurantes, empresas, calles, bancos y estadios. Es el caso de un partido jugado en la ciudad de Pasto en el 2012, en el que a los jugadores de La Equidad, Dahwling Leudo y Carmelo Valencia, les lanzaron insultos racistas desde la grada. “Micos y negros”, les dijeron ese día entre otras cosas. El reporte arbitral de aquel domingo permitió que por primera vez un equipo de fútbol colombiano fuera multado por la conducta de su afición: el Deportivo Pasto tuvo que pagar más de once millones de pesos como multa. Charrupí recuerda ese episodio al hablar de lo que sucedió la semana pasada en España, cuando en el partido disputado entre Villarreal y Barcelona, un banano fue arrojado desde la tribuna a Dani Alves, lateral brasileño del Barsa. El futbolista, en vez de caer ante la evidente provocación, lo que hizo fue recoger el plátano, darle un mordisco, y cobrar el tiro de esquina que tenía pendiente. Su gesto generó una reacción en cadena.Neymar, que lesionado seguía el partido por televisión, tuitió enseguida una foto bajo la etiqueta ‘todos somos macacos’, en la que apareció junto a su hijo comiendo banano. Y después de él siguieron Agüero y David Luis, que juegan en Inglaterra; el jubilado Roberto Carlos; Balotelli, rebelde italiano de origen africano que también ha sido víctima de gritos ignorantes; Samuel Eto’o, delantero camerunés que tampoco se ha salvado. El uruguayo Luis Suárez, que al llegar a la Premier League tuvo que aguantar muchas veces los bramidos histéricos que desde la tribuna le recordaban sus orígenes: “su-da-ca/ su-da-ca”. Y así, políticos; y así, cantantes, y así, dirigentes deportivos. Pronto, la etiqueta ‘todos somos macacos’ se convirtió en una campaña viral que a través de las redes sociales quedó implementada como una voz mundial en contra del racismo.El asunto es que antes de lo ocurrido con Dani Alves ya muchas veces había pasado lo mismo: las señas, las burlas, las simulaciones de sonidos selváticos que lanzados desde la gradería algunos encuentran tan divertidos. Pasó en España, en Italia, en Inglaterra, en los Estados Unidos. Ha pasado en Colombia y en Argentina. Iván Vélez, lateral palmirano que brilló en el América, recuerda que cuando estuvo jugando en el Independiente de Avellaneda varias veces escuchó los alaridos en su contra: “mono, simio, mico”, le gritaban cuando tocaba el balón. Hace menos de tres meses, el Cortuluá fue sancionado por la Comisión Disciplinaria de la Dimayor como consecuencia de los insultos racistas que una parte de su hinchada gritó contra los jugadores del Expreso Rojo que el 15 de febrero enfrentaron al equipo tulueño en el estadio Doce de Octubre. “Monos, simios, gorilas” fueron algunos de los términos que esa tarde bajaron desde la tribuna. Después del reporte, el Cortuluá pagó seis millones de pesos de multa y nada más pasó.Por eso, el director de Chao Racismo insiste: “Esto sigue porque las sanciones no son lo suficientemente contundentes. Si bien es cierto que estrategias mediáticas como ‘Stop racism’ o ‘Say no to racism’ sirven, hay que ponerles dientes. ¿Qué fue lo que hicieron en Colombia para que aprendiéramos a valorar la importancia de usar el cinturón de seguridad? Multarnos para que nos doliera. Se necesitan los dientes”.Lo que Charrupí dice es cierto: sin mordiscos, no solo simbólicos, sino al bolsillo de los agresores, parece difícil que los racistas aprendan. Y no solo lo del fútbol, sino los de otros deportes donde la ignorancia se repite: el baloncesto, por ejemplo. Esta es la lección que esta semana quiso dejar la NBA, que suspendió de por vida a Donald Sterling, dueño de Los Ángeles Clippers. Sterling, además, tendrá que pagar una multa de dos millones y medio de dólares por los comentarios racistas que le descubrieron. El dinero será destinado a luchar contra la discriminación a través de asociaciones escogidas por la NBA y sus jugadores.Lo que dijo Sterling fue revelado el sábado de la semana pasada por el portal de entretenimiento TMZ. Según una grabación en la que aparece la voz del magnate, el dueño de los Clippers se queja de una foto subida por su novia a Instagram donde ella aparece celebrando una victoria del equipo con varios amigos negros: “Me molesta mucho que quieras transmitir tu asociación con los negros. ¿Tenías que hacerlo?”.Tras el escándalo, concesionarios de autos, una firma de seguros y una aerolínea del tamaño de Virgin dejaron de patrocinar al equipo. En el siguiente partido que tuvieron, cuando sonó el himno de los Estados Unidos, los jugadores de los Clippers cantaron con las camisetas al revés, protestando contra el negocio del hombre para el que trabajan. El domingo pasado, cuando en Villarreal acabó el encuentro donde Dani Alves mordió el banano que le arrojaron, el brasileño dijo: “Hay que tomarse en broma a estos retrasados”. Muchas personas han criticado sus declaraciones considerándolas la banalización de un asunto que requiere de mucha seriedad. Quizás tengan razón. Quizás haya llegado el momento de pasar de los mordiscos simbólicos a enseñar los dientes, tal como lo hace la NBA.Sigue la lucha Los dueños de la NBA parecen tan comprometidos como el comisionado de la liga, Adam Silver, para obligar a que Donald Sterling renuncie a la propiedad de los Clippers. El Comité de Consultoría y Finanzas de la liga sostuvo su primera reunión acerca del tema Sterling, dos días después de que Silver dijera que conminaría a los dueños para que obliguen a que el equipo angelino se ponga a la venta. El comité, integrado por diez miembros, sostuvo una teleconferencia para discutir ‘el proceso de cese de Donald Sterling como propietario de los Clippers de Los Ángeles’, según informó Mike Bass, vicepresidente ejecutivo de la NBA. Forzar la venta de la franquicia requeriría la aprobación de tres cuartas partes de los 30 propietarios de la NBA. Algunos famosos han expresado ya su interés en comprar el equipo del que Sterling ha sido propietario desde 1981; entre ellos Oprah Winfrey y Floyd Mayweather Jr.De acuerdo con la constitución y leyes de la NBA, Silver (comisionado de la NBA) o el dueño de un equipo, deben presentar cargos por escrito ante Sterling, quien tendrá 5 días para responder. Silver convocaría a una audiencia de la mesa de vocales, la cual tendría que votar tras escuchar la evidencia.

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