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Pablo Armero ‘prende’ a la Selección Colombia

La inconfundible sonrisa que siempre se le ve a Pablo Armero, bien sea en el hotel o a la llegada del equipo al sitio de entrenamiento, es sinónimo de que el lateral nariñense está escuchando salsa o le está haciendo una broma a uno de sus compañeros.

9 de julio de 2011 Por: Francisco Henao Bolívar, Enviado especial de El País-Santa Fe (Argentina)

La inconfundible sonrisa que siempre se le ve a Pablo Armero, bien sea en el hotel o a la llegada del equipo al sitio de entrenamiento, es sinónimo de que el lateral nariñense está escuchando salsa o le está haciendo una broma a uno de sus compañeros.

La inconfundible sonrisa que siempre se le ve a Pablo Armero, bien sea en el hotel o a la llegada del equipo al sitio de entrenamiento, es sinónimo de que el lateral nariñense está escuchando salsa o le está haciendo una broma a uno de sus compañeros.Y es que, aunque el ex jugador del América es uno de los más jóvenes del equipo, eso no ha sido problema para convertirse en el dueño de la alegría en el combinado nacional. "Él es el que prende esto, en todo momento está alegre y con esa alegría contagia a los demás muchachos", dijo uno de los integrantes del cuerpo técnico de la Selección que, por su oficio, visita frecuentemente la habitación que Armero ocupa en el segundo piso del Holiday Inn, junto con Elkin Soto."Armero es un bacán; qué berraco para bailar y para escuchar música", dice el médico del equipo Carlos Ulloa, quien dice que la 'pelea' dentro de la Selección por el baile y la música se la disputa el lateral izquierdo con Juan Guillermo Cuadrado.William Torres, más conocido como 'Willy' por todos los jugadores, se atreve a decir que a "pablito no le gana nadie... está alegre, irradia mucha felicidad, siempre está escuchando salsa...". Pero no sólo la alegría de Armero es lo que predomina en esta Selección. También están los que prefieren 'consumir' televisión cuando están descansando, los que dedican muchos minutos a la llamadita internacional para hablar con sus familiares y los que se pegan del ‘play station’ para hacer más llevadera la concentración.En el Holiday Inn, los jugadores ocupan el segundo y tercer piso. La plantilla cumple a rajatabla los horarios para tomar el desayuno, el almuerzo y la cena. El restaurante está ubicado en el segundo piso y eso los hace inaccesibles para la prensa que espera en un rincón del lobby o para los caza-autógrafos que aguardan pacientemente en la puerta del hotel.Claro que hay una regla de oro que ningún jugador puede transgredir por muy amigo que sea del periodista: ni una entrevista en el hotel. Todo, en el sitio de entrenamiento, pero la lista de los que deben hablar la escogen el jefe de prensa Mauricio Correa y el técnico Hernán Darío Gómez.Esa 'ayuda' que significa no tener que dar declaraciones en el lugar de concentración, anima a más de un jugador a bajar hasta el lobby después de pasar por el restaurante.Falcao es uno de los que más se ve pese a ser el más asediado por los que se cuelan al hotel para un autógrafo o una foto. Así como a Armero no le puede faltar su Ipod, al goleador del Porto es común verlo con el blackberry en la mano para estar permanentemente comunicado con su familia.Son muchos los jugadores que prefieren el 'encierro' para no dar cara en la parte baja del hotel. Mientras ven televisión, escuchan música o juegan al ‘play station’, el 'secretario' de todos, ‘Amaral’, es al quien más se le ve salir de la concentración. Su destino es claro: a una casa de cambios, a un almacén, a una droguería para comprar máquinas de afeitar, lociones o demás... en fin, después de un rato en la calle, a ‘Amaral’ es normal verlo entrar con paquetes al hotel.Pero no solo es 'secretario'. También es el peluquero titular. Por sus manos, o mejor, por sus tijeras pasan cada rato Pablo Armero, Amaranto Perea, Adrián Ramos, Cristian Zapata, Camilo Zúñiga y otros que prefieren un ‘look’ o un corte a la moda. LOS PRIMEROS Y LOS ÚLTIMOS La Selección tiene sus 'hormiguitas' que son aquellos que hacen el trabajo callado, que casi siempre pasa desapercibido.Son William Torres, utilero; Iván Rendón, kinesiólogo; Carlos Entrena, fisioterapeuta, y Amaral, que es una rueda de auxilio porque colabora en todo.Ellos son los primeros que llegan al sitio de entrenamiento, cargados de balones, petos, conos y demás artículos necesarios para el entrenamiento. Cuando el equipo llega al estadio de Unión para la práctica del día, ya ellos deben tener toda la logística lista.El Flecha-Bus que transporta a la Selección siempre arriba 20 minutos después. Allí los puestos, o mejor, los pisos están definidos: en la primera planta del bus se sientan todos los del cuerpo técnico y directivos; los jugadores siempre se acomodan en el segundo piso.Casi siempre se baja primero el preparador físico Elkin Sánchez, seguido de Hernán Darío Gómez y Francisco Maturana. Más atrás van apareciendo los jugadores, sin un orden determinado para descender del vehículo.El ritual también se vive después de los entrenamientos. En las noches es más fácil que los jugadores bajen al lobby porque no hay demasiada gente en la parte baja.Muchos, como Amaranto Perea y Aquivaldo Mosquera, que tienen a sus esposas en el hotel, prefieren compartir en el restaurante. Otros que son muy tímidos como Cristian Zapata y Adrián Ramos, optan por permanecer en los pisos de arriba, reunirse en una habitación o ir a la de ellos para ver los partidos de turno. Mientras eso sucede, es frecuente ver a Francisco Maturana recibiendo la visita de amigos argentinos, con los que hizo buena amistad cuando dirigió a Colón.Los jugadores tiene orden de irse a sus habitaciones un poco antes de las 10 de la noche. A esa hora, con la soledad ya plena en el hotel de 12 pisos, se apagan los parlantes de Pablo Armero, se apaga su música y su alegría hasta el otro día cuando reaparezca en su Ipod con algún disco del Grupo Niche o de Guayacán.

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